Capítulo 10

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Luego de eso nadie volvió a abrir la boca. A Ray no le interesaba en absoluto los conflictos familiares de nadie, Mikey no era consciente de nada más que de el hecho de que estaba perdiendo en ese condenado juego de mesa y Gerard estaba tan acostumbrado a la manera de dirigirse a el de su hermano que no hizo ningún puto drama, sólo se mantuvo callado, mirando las pelusas que se acumulaban en la alfombra roja de la sala de estar, no enojandose y mandandolo a la mierda como Frank quería que hiciera. El tatuado estaba jodidamente enojado ¿Por qué demonios Gerard dejaba que hablaran así de el?

Quería patear a Michael. Por primera vez realmente deseó hacerlo y si Gee hubiera mostrado alguna reacción ante las palabras del rubio, joder, tendría una excusa, pero el esmeralda se quedó allí como si estuviera sordo.

Que mierda te pasa, Gerard. Que mierda.

Le dedicó varias miradas durante su estancia en la casa de los Way pero el chico no correspondió a ninguna. Tuvo que auto-prometerse que apenas Gerard estuviera lo suficientemente lejos para no oír hablaría con Mikey. De forma pacífica, nada de puños ni patadas. Tranquilamente. Le diría con mucha tranquilidad que "¡Si no dejaba de hablarle así, el mismo se encargaría de sacarle los dientes al muy retrasado!"

Así, muy calmado.

Luego de hacer que el pelinegro prometiera ir a la fiesta de Lindsey mañana en la noche, diciéndole que no lo dejaría sólo por nada del mundo, que sería divertido y dejando un sonoro beso en su frente, salió para encontrarse con el par de adolescentes que se empujaban en la acera.

-Deberías dejar de comportarte como un imbécil con tu hermano. -Fue directo al grano apenas lo tuvo frente a sus narices.

Ray los adelantó, comprendiendo al instante la señal de Frank.

-¿Eh? -Mikey detuvo su caminata, mirándolo con una ceja arqueada.

-Lo que dijiste en la tarde, fue...

El avellana fruncio los labios, intentando encontrar la palabra correcta sin usar una groseria.

-No me parece bien. Deberías cuidarlo, no humillarlo. El no se merece tus porquerías...

-¿Qué? Oh vamos -Lo interrumpió el rubio con incredulidad- Es cierto, sólo le digo lo que veo. No seas mamon, Frank. Ya calmate.

-¡Eres un tarado! ¿Sabes que? ¡Vete al demonio! Creí que eras diferente pero ya veo que me equivoqué. Eres igual a todos. Un superficial de mierda. Tienes la oportunidad de convivir con un ser humano fantástico y en vez de apreciarlo lo tratas como si fuera basura.

-¡¿Es en serio?! ¿Haces esto por el? ¿Que sucede contigo? -Mikey agitó los brazos extendidos con desesperación- Te gusta, eres puto, es eso. Joder.

-Quiero a Gerard ¿Entiendes? No significa que sea puto... ¿Y qué si soy puto? Puedo hacer lo que quiera.

-Lo sabía. Tenías algo de marica.

-¡Ese no es el punto! -Gritó histérico. Apretando los puños. Nunca había tenido mucha paciencia.

-¿Y cuál es? ¿Eh? ¿Cuál es el maldito objetivo de esto?

-Deja tranquilo a Gerard. No quiero que vuelvas a decirle cosas así. Es enfermo, Michael.

-Mi hermano es patético. Mi silencio no lo va cambiar. -El menor se acercó para susurrar muy cerca del rostro del tatuado.- Deberías darte cuenta. El no vale todo esto que haces por el. No vale nada.

Y Frank explotó.

***

El esmeralda nunca se había sentido así. Siempre, todos los días, sin falta, al despertar restregaba sus ojos cansados por las pocas horas de sueño, movía su pesado cuerpo fuera de la cama e intentaba motivarse a sí mismo diciendo que era un día menos de vida, pero no hoy.

No quería tirarse por las escaleras ni hiso muecas raras al ver su cuerpo desnudo. Realmente se sentía bien, bueno, se sentía mejor.

Y atribuía todo el mérito al de ojos avellana.

Era sábado y el clima era malo de acuerdo al juicio de sus padres, pero para el estaba precioso. Podía ver la nieve caer desde su ventana y hacía tanto frío que tuvo que sacar una manta del cuarto de lavado para ubicarla sobre las demás en su cama.

-¿Estás aquí? -Los cabellos rubios de su hermano se colaron por entre la puerta.- ¿Puedo pasar?

-No tengo opción. -Murmuró el pelinegro con indiferencia, pero su quijada cayó al suelo al ver la pequeña marca en la mandíbula de Michael.- ¿Quién...

-Fue Frank. A eso vengo. -Sacudió la cabeza al ver a Drácula reproducirse en el televisor y luego de llamarlo "Bicho raro" prosiguió- Anoche se enojó conmigo y gritamos y luego me golpeó. Que bueno que Ray estaba ahí porque si no me habría matado. Por ti.

-¿Disculpa? -Gerard no estaba prestando atención a lo que salía de su boca hasta que mencionó lo último. ¿Acaso insinuaba que el le había pagado a Frank por patearle el culo o algo así? Aunque era una buena idea ahora que lo pensaba.

-Escuchaste bien. Se enojó por lo que dije cuando estábamos abajo, jugando Monopoly.

Gerard ya ni lo recordaba. Pero no pudo evitar emitir una sonrisa que intentó ocultar bajo las sábanas. Frankie se preocupaba por el. Alguien se preocupaba por el sin que le pagarán ni nada. Alguien que no era Elena.

-No es gracioso. Creí que rompería mi cara. -Mikey negó con la cabeza- A lo que quiero llegar es que... Si en algún momento te traté mal, yo... lo siento, ¿Vale? Ya, lo dije. Y también creo... se que te gusta Frank y no se como mierda pero creo que a el igual le gustas y deberías decirle.

Michael se levantó de la cama con rapidez. Estaba muy incómodo con la conversación, el esmeralda lo notó y no pudo decir nada. Tal vez a Frank se le había ido la mano y terminó lavandole el cerebro. Era demasiado extraño.

-Dile hoy. ¿Que dices? -Lo miró desde la puerta, con una sonrisa forzada.

-Pues... claro.

***

Gerard estaba demasiado vulnerable en el momento en el que aceptó ir acompañando a su hermano a esa condenada fiesta.

La vulnerabilidad venía a el con demasiada frecuencia desde que su corazón dejó de pertenecerle y pasó a manos del niño tatuado sin que este lo supiera.

Llevaba puesta la camiseta con la que Frank dijo que se veía bien unas semanas atrás. Era muy ajustada para su gusto pero confiaba. Confiaba mucho.

La confianza lo iba a lastimar.

Había arreglado su apestoso cabello y había delineado sus ojos con más esmero que lo usual, lo qur era una acción tonta y sin importancia, pero no para Gerard.

Todo saldría bien en cuanto entrara en esa enorme y lujosa casa que pertenecía a una de las amigas de Frank. La música estaba muy fuerte y la gente era tanta que casi no había espacio para caminar por su cuenta.

Pero no importaba.

Todo saldría bien.

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora