Capítulo 25

1.9K 281 154
                                    

-Oh, Frank. -Su madre fue la primera en hablar, suspirando, mirando el suelo y arqueando las cejas.

El avellana no quitaba la vista de Gerard, y viceversa. El menor tenía los ojos abiertos como platos y jugaba nerviosamente con el borde de su suéter azul marino.

-¿Por qué no me lo dijiste? -Fue lo único que logró formular entre dientes, resistiendo el impulso de abrazar al pelinegro.

-Frank, de verdad no creo que sea... -Linda intervino, colocando una mano en el hombro de su hijo- Mamá, no es asunto tuyo.

-Frankie... -De alguna forma Gerard logró encontrar su voz, atinando a regañar al tatuado con un susurro casi inaudible.

-Te hice una pregunta. Es importante, Gerard. Para mi es importante, tu me importas. ¿Por que lo ocultabas? ¡Pensé que confiabas en mi, por la mierda!

-No digas groserías, Iero. -La mujer tomó firmemente el brazo de Frank, sacandolo de la oficina, con Gerard pisandole los talones- Y por el amor de Dios no grites.

-Linda...

-Tengo un chico esperando allí por si no lo han notado. Quiero que se comporten. Frank, no seas tan terco, por favor, Gerard estaba pensando en decírtelo, sólo necesitaba tiempo.

Se fue luego de negar con la cabeza, entrando de vuelta a la habitación junto con Josh, un chico de último año que siempre olía a marihuana.

Frank miró a ambos lados del pasillo, tomando la mano de su chico y arrastrandolo hasta los baños, cerrando la puerta tras el.

El esmeralda hizo un puchero, abrazandose a si mismo en gesto tan jodidamente adorable que el avellana sintió el impulso de comerle la boca en ese instante, pero de resistió, realmente tenía algo que decir.

-¿Estás enfadado, Frankie? -Gee levantó la mirada con timidez, sus preciosos ojos estaban húmedos, pero ninguna lágrima caía por su mejilla aún. Ni siquiera luego de ver la expresión indiferente que le mostraba su no-novio- ¿S-si? ¿Estás enojado?

Gerard tembló, y sus ojos ya no pudieron retener el miedo, dejandolo salir.

-¡Ay, no sabes como lo siento, Frankie! ¡Lo siento tanto! -El pelinegro estaba casi gritando, moviendo los hombros y modelando las palabras de forma muy rara. Como si temiera que Frank no entendiera el idioma en el que hablaba- Iba a decírtelo, lo juro. Pero me daba tanta pena hacerlo...

Cubrió su horrenda cara que de seguro se habia puesto completamente roja por el llanto con las manos, sacudiendose bruscamente entre sollozos.

Frank quería ser fuerte. Quería ignorar que lo mucho que le dolía verlo así y gritarle que se fuera al demonio pero joder, no pudo.

-Gee -Susurró con voz suave, frunciendo el seño con preocupación y corriendo hacia el pelinegro para acariciar su espalda y su cabello.

Lo reodeo con sus brazos, sujetandolo fuerte y tratando de transmitirle sin usar palabra alguna que lo amaba.

-Perdón, Frankie. Se que piensas que soy un bicho raro pero por favor no me dejes, no ahora... no ahora, Frankie. -Gerard murmuraba sobre la piel desnuda de su cuello, haciéndolo sentir cosquillas. Dios, no podía distraerse.

-¿De que hablas? -Preguntó mirando a los ojos del esmeralda. Las manos de éste estaban al rededor de su cintura y su cabeza apoyada en su hombro, tenía el rostro mirando en su dirección- ¿Por qué pensaría eso? Sólo estoy enfadado porque no me lo contaste, no pude ayudarte y ni siquiera lo estoy haciendo ahora. Gerard, eso me enferma. Si tu estás mal yo también lo estoy, porque te amo mucho, más de lo que imaginas.

Frank besó su coronilla.

-Te amo. -Reiteró.

No esperaba respuesta. Sólo necesitaba que Gerard supiera eso. Debía ser consiente de que la vida del avellana estaba condenadamente unida a la suya, no podía respirar si el pelinegro no respiraba, no podía ser feliz si su chico no lo era.

Así funcionaba.

No podría decir precisamente en que momento había comenzado a depender tanto de él pero así era. No lo había elegido.

-Te amo, Frankie. -Gerard se apego más a él, empleando toda la poca fuerza que le quedaba para que el tatuado no se apartara jamás.

Estuvieron mucho tiempo así. Sin moverse. Mirándose a los ojos y suspirando.

Gerard se sentía confundido. Su mente daba vueltas, no pensaba nada lógico o acorde al momento.

Te amo.

Si, te amo.

Esto es raro.

¿Tu me quieres?

¿Lo haces? ¿Por qué?

Trató de recordar si había tomado su pastilla por la mañana... Si, de hecho, claro que si.

Luego fueron a casa de Gerard. No querían preguntas por parte de Linda o que ésta les gritara un incómodo: "Usen condón".

Les bastaba con acomodarse en la habitación del esmeralda, juntos, muy juntos. Con emociones explotando dentro de cada uno, besos en las mejillas y caricias en el pelo.

Estaban avanzando rápido, como un jodido tren. Hace unos días estaba llorando y roto, ahora no sentía nada. Estaba en paz. Adolorido y asustado, pero estaba bien.

Su mirada se deslizó por el suelo mientras se dejaba caer en el pecho del niño bonito con ojos avellana. Había ropa, un poco de pintura que derramó hace unos días y no quiso limpiar, y papeles arrugados con caligrafía alborotada que a Gerard le trajo recuerdos de mierda que sólo quería olvidar. Los había escrito una mañana y no los había recogido, como el adolescente de mierda con problemas amorosos de mierda que era.

Sus ojos se fueron cerrando poco a poco y se durmió con los ágiles dedos de Frank acariciandolo despacio, de esa forma tan linda que Gerard amaba.

"Me gustas.
De verdad que me gustas.
¿Podrías dejar de patear mi corazón en el suelo?
¿Puedes parar ya?

Me duele.
En serio lo hace.
Y tal vez me gusta sentir dolor.
Tal vez me gusta no importarle a nadie.
Me gusta no importarte a ti.

Quiero que beses mis orejas.
¿Con tu linda boca podrías decir que me amas?
No importa si es mentira.
Eso no cambiaría las cosas.

¿No entiendes?
Eres el único al que de verdad he amado.
¿Tengo que repetirlo?
¿Por qué sigues rompiendome?

Quiero que finjas.
Quiero dejar de ser un desastre.
Quiero merecerte.
Quiero dejar de estar incompleto.
Te quiero a ti."

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora