Capítulo 9

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Era impresionante la cantidad de porquerías que habían en el cuarto de Michael. El pelinegro encontró pedazos de una masa blanda que parecía ser pizza, envoltorios de caramelos y bajo la cama unas bragas color rosa pastel que no se atrevió a tocar con las manos.

-Mike... Oh. Gerard. -Su padre se quedó de pie en medio de la habitación, abriendo y cerrando la boca con sorpresa.- ¿Debería preguntar que demonios haces ordenando las cosas de tu hermano?

-No.

-¿Dónde está el?

-Salió -Contestó el esmeralda mientras agitaba una almohada y la dejaba de forma ordenada sobre la cama, pensando en la prenda interior femenina. ¿Cómo había encontrado tiempo para coger allí? Sus padres y él siempre estaban en casa, sin falta. A menos que... Oh Dios, esos ruidos. Joder, que asco.

¿Estaría rompiendo su parte del trato si se lo comentaba a su padre?

Seguro que no, pero Mikey se pondría sensible y abriría su bocota con Frank y...Tal vez, sólo tal vez, eso no sea tan malo. Tal vez Gerard sólo necesita un pequeño empujoncito.

Tal vez, sólo tal vez, Frank podría quererlo.

El chico necesitaba creerse eso. Necesitaba tener la seguridad de que alguien en el mundo lo querría, que alguien se encargaría de darle todo el amor que ni siquiera el mismo pudo darse. Quería que esa persona fuera Frank.

-¡Demonios, te estoy hablando!

-¡Ya! ¡¿Que?!

-¿Que haces aquí?

-Fue una apuesta. -Donald se cruzo de brazos. Su cara era un claro "¿Ah, sí?", con las cejas alzadas y los labios en una línea recta.- Perdí y ahora tengo que hacer ésta mierda.

El hombre no se lo tragó.

Fruncio el seño y comenzó a negar lentamente. Sabía cuando su hijo mentía.

-Gerard, no creo que...

El timbre de la casa sonó y su padre (naturalmente) se olvidó de él para bajar las escaleras. Gerard tenía la certeza de que no volvería a insistir, nunca lo hacía.

Se tiró de espaldas en la cama, con aburrimiento. El no debería estar allí, en ese momento podría estar con Frank pero no, cuando éste último intento llevarlo con el y Ray (el chico del enorme afro) a lanzar huevos a la casa de la ex novia del moreno, Michael hizo aparición. Insinuando de forma descarada que había derramado soda en la alfombra y que Gerard se lo debía. También agregó que si tanto necesitaban un tercer compañero, podía ir en su lugar. El muy imbécil.

-¡Gerard! ¡Tu amigo el enano está aquí! -Gritó Donald, totalmente consiente de que el tatuado estaba presente y escuchaba todo.

Cuando puso más atención escuchó a Frank decir que "Habían chicos más bajos que el", lo que Gerard no creía posible.

Se levantó con movimientos pesados, igual que un anciano. Como si hubiera hecho mucho jodido ejercicio cuando en realidad sólo tuvo que enderezar su puta espalda.

Dio un brinco cuando su brazo desnudo rozo una tela de encaje. Quizás de quién era, seguramente ya había contraído una enfermedad de transmisión sexual. Necesitaba decirle a Mikey y lograr algo de alguna forma.

Así funcionaba esa mierda, tu me ayudas y yo te ayudo.

Le echó una pequeña y discreta mirada a su reflejo en el espejo decorativo que yacía en la pared del pasillo, antes de bajar las escaleras. Vaya, que gordo estaba. Sus mejillas eran como dos pelotas de tenis y estaban tan rojas que daba la impresión de que había corrido una maratón. Sus ojos se veían pequeños y desproporcionados. Como si a la persona que los puso allí la hubieran empujado mientras intentaba colocarlos con normalidad. Y sus dientes, joder, sus dientes.

Gerard se apartó antes de que las ganas de gritar y patalear lo inundaran.

-Hola, Gee. -Frank lo esperaba al final de las escaleras y lo recibió con un cálido abrazo. El esmeralda se sintió tan seguro que no pudo evitar gruñón cuando el tatuado se apartó.

-¿Cómo les fue?

-Oh, sí, carajo. Me reí tanto que casi me orine en los pantalones. Resultó que de un momento a otro apareció la bruja en la entrada y Ray se puso como loco. Le arrojó todos los que quedaban. Pensé que la chica le sacaría los ojos pero luego comenzamos a correr y... -Frank se ahogaba con sus propias palabras, tratando de ordenar sus ideas.

-Fue asombroso. -El chico del afro estaba en la sala, sentado en la alfombra, jugando Monopoly con Michael. Y le sonrió luego de pronunciar esa corta frase. Le sonrió de verdad.

Gerard no pudo evitar sorprenderse.

-Sí, es una peeena que no lo vieras -Mikey murmuró con sarcasmo.

-Que gracioso, eso me recuerda algo. -El pelinegro apretó la mandíbula con fuerza, sacando con la punta de un lápiz las bragas de el bolsillo de su pantalón y tirandoselas en la cara a su hermano.- Quiero un reajuste.

-Maldición -El rubio las escondió con rapidez ante la curiosa mirada de Ray y Frank. El moreno había dejado de prestarle atención al juego y no dejaba de pasear la mirada de Mikey a Gerard, mientras que el tatuado miraba fijamente el suelo, con una divertida sonrisa en su linda boca.- A veces te detesto, bien, escucha: Tu te callas y yo me callo. No quiero pelear con Donna.

-Trato.

-¿Quién? -Pegunto Raymond, volviendo a analizar el tablero con distracción.

-Alicia. -Contestó sin darle importancia. Como si hablara de con quien iba a hacer un trabajo escolar.

Gerard no lo entendía. Tal vez porque nunca había tenido sexo, pero aún así no se veía hablando del tema como si nada. No de la manera en la que lo hacía su hermano y todos sus amigos, que de seguro tenían experiencia en el tema. Incluyendo a Frank. No quiso pensar mucho en eso. Sintió escalofríos al darse cuenta de que nunca podría tenerlo así. Frank nunca sería suyo y el nunca seria de nadie y nadie le haría el amor nunca. Porque era un asqueroso desastre.

-¿Qué hay de ti? -No se dio cuenta cuando la conversación había cambiado de rumbo y ahora todas las miradas se concentraban en él.

-¿Yo que?

-Tu virginidad.

Su cara se tornó roja y revolvió su cabello muy incómodo, considerando la opción de subir corriendo y no salir mas.

Estaba tan ensimismado que no notó la tierna mirada que le dedico el avellana apenas imagino la respuesta. Pues Gerard era diferente de una forma hermosa.

Tampoco notó la mirada burlona de Ray, pero si oyó la voz cruel de su hermano.

-Gerard es un perdedor. Ni siquiera puede conversar con normalidad. Además a nadie le parece atractivo. Lo siento hermano, es la verdad.

Y el de ojos esmeraldas le dio la razón.

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora