Capítulo 35

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Frank despertó temprano, con el cuerpo pálido de Gerard pegado al suyo, encajando a la perfección, como piezas de rompecabezas. Su mano descansaba sobre la suave piel de  su redonda cintura. El esmeralda estaba cálido, y la tenue luz que se colaba por las cortinas lo hacía lucir incluso más pálido de lo normal. El avellana soltó todo el aire contenido, dejando un beso en el cabello negro de su novio.

Demonios, se había cogido a Gerard y joder, había sido genial y mil veces joder, Gerard era tan hermoso y lo quería tanto que el corazón se le iba a salir del pecho. Así que lo único que logró decir cuando el pelinegro comenzó a removerse y abrió sus bonitos ojos, mirándolo atolondrado a través de sus espesas pestañas fue: "Santa mierda, Gerard Way. Te amo."

-Vaya, yo... -El pelinegro no alcanzó a terminar la frase cuando Frank ya se había lanzado a besarlo, estirando la mano para apagar el molesto teléfono que los interrumpía.

Entrometió sus manos bajo la sábana que cubría el desnudo cuerpo de Gerard, bajandola.

-¿Tienes hambre? -Preguntó riendo, el esmeralda lo apartó de un empujón, volviendo a cubrirse con rapidez.- Iré a ver que hay.

Gerard lo vió sonrojado levantarse y pasearse por toda la habitación completamente desnudo, recogiendo su ropa interior del suelo para ponérsela, saliendo del cuarto mientras bostezaba. Realmente esperaba poder sentirse así de confiado al estar con él, porque era injusto para Frank. Sabía que iba a darle todo el tiempo del mundo para acostumbrarse pero aún así era bastante jodido.

El tatuado asomó la cabeza por el marco de la puerta, vistiendose apresurado- Voy a la tienda ¿Quieres algo?

Gerard negó, estirandose con esfuerzo. Frank se le quedó viendo desde la puerta, sonriendo de lado.

-¿Qué? -Soltó nervioso ante la penetrante mirada avellana.

-Nada, es sólo qué... -Hizo un movimiento con la mano, restandole importancia.- Ya vengo.

Estaban dando un especial de 5 capítulos de "El increíble mundo de gumball" que no pensaba perderse y seguramente por eso no escucho como su teléfono insistía hasta incluso 15 minutos después. Era su madre.

-¿Gerard? -El mencionado se enderezó, sentándose en la cama, repentinamente tenso y Dios, que puto dolor. No sólo porque el culo le ardía y apenas podía moverse, sino porque la mujer al otro lado de la línea tenía la voz temblorosa y hablaba en susurros, como si estuviese a punto de romper a llorar. Diablos, Gerard no recordaba la última vez que había escuchado llorar a su madre.

-Mamá. -Contestó y se quedó en silencio, tan sólo con oír la voz de Donna de pronto se sentía débil y fue consciente de todo lo que había tratado de olvidar por tan sólo un par de días. No podía esconderse detrás de Frank para siempre y así evitar ser lastimado.- Gerard, oh Dios mío, no sabía, yo... ¿Estás bien? ¿Cómo estás?

-Estoy bien, mamá. -Su intención no era sonar enfadado, porque de verdad que no lo estaba. No estaba enojado con su madre, sólo estaba triste. Porque al fin y al cabo era su madre, no tenía otra, no podía cambiarla o elegirla y a pesar de que era una maldita bruja... Quería que ella lo aceptara.

-Lo siento. -Habló Donna Way, su madre, y luego se echó a llorar.

-Mamá -Dijo con un tono de voz apagado, pasando una mano por su cabello- Mamá, no, no llores.

-Es qué... -La rubia sollozó- Estaba tan preocupada, Gerard. Linda me dijo que estabas bien pero yo no estaba segura de cuando vendrías a casa, porque ¿Vas a venir a casa, verdad?

Ninguno habló por unos momentos y el esmeralda escuchó como decía: "¿Puedes traerme un pañuelo, Donald? Mi maquillaje es un desastre" Y no pudo evitar que sus labios se curvasen en una sonrisa triste porque eso era tan típico de su madre que iba a llorar él también.

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora