Capítulo 33

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Había una feria en el centro esa semana. A pesar de lo mucho que le hubiese gustado quedarse con Frank todo el día tirado en el sofá viendo películas, el tatuado dijo que le haría bien salir, tomar aire y distraerse- "Además, estás palidísimo, casi puedo ver a través de ti. Anda, Gee. Será divertido"

Y lo fue. De hecho, fue una jodida locura. Había un peluche gigante como premio y ellos no pensaban irse sin ese jodido peluche. Era suave, de un color rosa muy bonito, tan grande que Gerard tenía que apretarlo para poder rodearlo con los brazos. Había una niña de 5 años que también lo quería y terminaron discutiendo a gritos con el padre de la niña. Luego casi se quedan atascados en la montaña rusa y el esmeralda había reído a carcajadas mientras los: "¡VAMOS A MORIR!" de Frank llegaban hasta el otro lado del parque.

El cielo estuvo gris y el viento soplaba con tanta fuerza que Gerard debía apartarse todo el tiempo mechones oscuros de cabello para poder ver. Y cuando pequeñas gotas de agua empezaron a caer en sus cabezas tuvieron unos minutos para poder correr al auto, empapandose en el camino.

Viajaron en silencio (a excepción de cuando comenzó a sonar Radiohead y cantaron a todo volumen) de vuelta a la pequeña y cálida cabaña.

-Demonios, debí pasar por la tienda. -Murmuró Frank haciendo una mueca al revisar la despensa. Gerard se quitó la chaqueta y los zapatos llenos de barro, dejándolos en la entrada. Un escalofrío recorrió su cuerpo al sentir el repentino cambio de temperatura. La camiseta húmeda se le pegaba a la piel y se puso nervioso, jodidamente nervioso cuando unos penetrantes ojos avellana se clavaron en él. Era como estar desnudo y expuesto.

-¿Quieres... -El tatuado pareció desconcertado unos momentos. Sus pensamientos habían tomado otro rumbo involuntariamente y su imaginación había comenzado a volar, tanto así que olvidó lo que estaba por decir. Tuvo que apartar la mirada del pelinegro para lograr concentrarse- ¿Quieres tomar una ducha? -Sonrió en dirección a su novio.

Gerard abrió sus ojos esmeralda al máximo, ligeramente burlón, sin mostrarse realmente sorprendido. Frank podía jurar haber visto como sus pupilas crecían. Cruzó la sala a grandes zancadas hasta llegar a Frank- Si, voy a tomar una ducha... -Habló con voz aterciopelada, como si estuviera anestesiado- Yo sólo. -Agregó con una sonrisa, mostrando todos sus pequeños dientes.

-Aburrido.

Tomó una toalla blanca de la habitación y se encaminó al baño casi tiritando, quitándose los calcetines en el camino.

-Uf, al menos me dejas ver tus tobillos. -Gerard rió- Lo sé, es muy atrevido de mi parte ¿No?

-Sí, tienes unos tobillos hermosos.

-Y eróticos.

Cerró la puerta tras el y se desnudó, entrando a la bañera, tratando de no pensar en nada más que en Frank y la sensación del agua caliente en su cuerpo pálido. Cerró los ojos.

Habían pasado casi 10 minutos cuando escuchó al avellana decir que iría a la tienda y posteriormente el sonido de la puerta al abrirse y cerrarse de golpe. Se sintió un poco aliviado porque ya lo imaginaba metiéndose en el baño a hurtadillas como el jodido pervertido que era.

El baño tenía una pequeña ventana que daba a la parte trasera de la casa, que no tenía mucha diferencia con las otras partes ya que todo era bosque. Las gotas de lluvia caían por el cristal como si hubiese una ducha gigante allá afuera.

***

La puerta se abrió y un Frank Iero empapado hasta los huesos entró casi corriendo, con bolsas en las manos. Gerard ya estaba vestido y seco, recostado en el sofá con una manta de lana encima y la calefacción puesta.

El tatuado tenía una sonrisa de oreja a oreja a pesar del imperceptible temblor de su cuerpo debido al agua colandose hasta por su ropa interior.

-¿Qué carajo? ¡Te vas a enfermar!

-¡Sólo es agua!

-¡Estás congelado! -Gee le quitó las bolsas de un manotazo, dejándolas a un lado y quitándole la chaqueta a Frank. Posó las manos a sus mejillas frías y el tatuado se inclinó para que no hubiese ni un centímetro de espacio entre ellos, besandolo de la misma forma que lo había hecho esa misma mañana en el estacionamiento del parque. Lento, despacio y con cuidado, disfrutando del contacto lo más posible, sabiendo que no podría juntar sus labios en medio de un lugar público porque bueno, la sociedad en general era una mierda.

-Traje comida chinaaa -Susurró en medio del beso, con las cálidas y suaves manos de Gerard bajo su camiseta.

-Quítate esa ropa mojada primero.

-Si tu lo dices -Frank tiró de la mojada tela para dejar su estómago al descubierto y sacar la prenda por su cabeza.

-AQUÍ NO. -Gerard comenzó a empujarlo hacia el baño con la poca fuerza y voluntad que poseía en ese momento, con su novio mojado y medio desnudo en la mitad de la sala- ¿Y dónde entonces?

El pelinegro gruñó, presionando las palmas de sus manos en los omoplatos de Frank en un fallido intento de hacerlo entrar al baño.

-¿Sabes? Se me ocurre una forma mucho más entretenida de entrar en calor. -Dijo el avellana con una media sonrisa, girandose para acorralar al esmeralda. La espalda de Gerard chocó contra la fría pared y los labios de Frank se frotaron contra los suyos, haciéndolo suspirar.

La poca luz que había en la casa era proveniente de la chimenea y del televisor aún encendido, la lluvia resonaba en el techo con fuerza y dos adolescentes se besaban en medio del pasillo. El único sonido además de la voz de Uma Thurman, eran sus respiraciones.

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora