Capítulo 43

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-¿Está todo bien allí dentro? -Preguntó con un hilo de voz. Luego de un rato sentado silenciosamente frente a el padre del avellana (Quién sospechaba una mínima parte de por qué ese chico extraño estaba cenando con ellos), asintiendo y riendo cuando fuese necesario. Linda le apretó suavemente una mano temblorosa para tranquilizarlo y pedirle que fuese a buscar a Frank. "Todo saldrá bien" Había dicho en voz baja cuando se levantó.

Y realmente no sabía como manejar esa condenada situación. En ese momento notó que el siempre era el que lloriqueaba y se quejaba y que nunca se había tomado el tiempo en pensar como estaba Frank realmente. Él siempre lucía completo, como si nada le faltara, bromeando y tomandolo de la mano para asegurarle que estaba allí... Y ahora ese muro de apoyo necesitaba intercambiar papeles y el no sabía que demonios hacer.

Ni siquiera quería pedirle que lo dejase entrar porque no estaba seguro de lo que iba a encontrar. De seguro iba a ponerse a llorar también.- Frankie, sólo quería sabe si estaba todo bien, es que yo...

Tenían suerte de que el baño estuviese vacío. Gerard apoyo la oreja en la fría pared del cubículo. Escuchó un sollozo ahogado y entonces habló.

-Sí, amor. Sólo vuelve a la mesa. -Lo dijo con una voz tan rota que parecía otra persona, ese no podía ser Frank. Su superhéroe con capa y antifaz no podía ser ese pequeño chico triste.

-¿Estás seguro? Por qué no me dejas entrar y...

-Gerard, sólo vete. Mierda. -Y otro sollozo se abrió paso a través de la puerta. Gerard la golpeó con los puños.- Abréme.

-¡Lárgate! ¡¿No oíste?! -El menor se encogió, apretando los ojos con fuerza. Iba a ser fuerte porque si se echaba a llorar no iba a poder controlarse luego y no iba a poder con Frank. Iba a ser fuerte.- Abre o voy a buscar a alguien para decirle que un tipo se está drogando en el baño, no estoy bromeando.

Sonó el pestillo de metal ser deslizando hasta que entrar era tan fácil como empujar un poco la puerta, se demoró unos segundos en tener la fuerza para hacerlo. Frank estaba sentado en el suelo, con las rodillas contra su pecho y la cabeza escondida. Su espalda se movía violentamente pero casi no hacía ningún ruido. Era el baño para discapacitados, así que había suficiente espacio para poder sentarse a su lado.

-¿Estás bien? -Murmuró sin acercarse mucho. Le acarició el cabello.

-Yo sólo... -Gerard se puso frente a él, sujetandolo de la nuca para que sus frentes estuviesen juntas. Sentía en calor de las lágrimas, sus mejillas húmedas. Besó el dorso de sus manos tatuadas, tratando de limpiarle el rostro con un pañuelo desechable que traía en el bolsillo.- No deberías ver esto, lo siento. -Gimoteo a penas, cerrando los ojos cuando el material suave rozó sus pomulos.

-Te quiero, Frankie. Todo va a estar bien. -Dijo Gerard como pudo, inclinandose a abrazarlo. Frank lo acurrucó.- ¿Quieres contarme?

-Bebé, está bien. Es que yo sólo, Dios, lo detesto tanto y sé que el nos detesta a nosotros. Mi madre, Por Dios ¿La viste? Ella realmente cree que el va a quedarse y eso no tiene ningún puto sentido. Ningún Puto Sentido. -Habló sonriendo con amargura y presionando sus labios en los párpados de Gerard. Apoyó la cabeza en su hombro y se quedó callado. Escucharon la puerta abrirse y pasos apresurados, eran un par de adultos a juzgar por los zapatos negros formales que llevaban.

-Brendon, no puedo hacerlo, lo sabes. -Se escucharon unas respiraciones agitadas, un forcejeo, cómo... Cómo si se estuviesen besando. Los jóvenes se miraron curiosos, acercándose un poco más a mirar por el pequeño espacio que dejaba la puerta. La interesante conversación había llegado a interrumpir el momento.- Tengo niños, y Breezy, ella...

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora