Capítulo 16

1.7K 282 158
                                    

La casa del avellana era ridículamente grande. Estaba rodeada por una ordenada secuencia de violetas y había un árbol grande en medio del patio, que parecía morir de frío allí. Gerard quiso tomarlo y llevarlo junto a la chimenea. Tenía una piscina y sillas de playa, que a pesar de la nieve permanecían intactos.

El salón era amplio y en el descansaba un lujoso sillón de cuero negro frente a una tele de pantalla plana. Un largo corredor conducía hacia las escaleras y de allí al segundo piso. ¿Para que necesitaban tantas habitaciones si eran tres personas?

-A mi padre le gusta presumir. Yo que sé.

Incluso el jodido baño parecía como los de los comerciales. Tanto que el esmeralda sentía la voz de una promotora mientras se duchaba.

-Abre Gee, toma. -Gerard se encontraba dormitando, sus párpados le pesaban y su cuerpo dolía, despertando de el efecto de las pastillas que había tomado antes de salir de la escuela.

-¿Qué cosa? -El agua caliente se deslizaba por su espalda, provocando ardor en los lugares con heridas.

-Ropa.

¿Es que Frank era tonto? Gerard pesaba lo mismo que una vaca, era como cuatro veces el peso del avellana. Su ropa no le iba a quedar y no pensaba pasearse mostrando lo enorme que era realmente.

-Me quedaré con el uniforme.

-¿Quieres abrirme?

-Estoy desnudo.

-Mejor.

El esmeralda se sonrojo furiosamente, bufando y maldiciendo.

-En serio me quedaré así. Ya vete.

-Hay personas muy obstinadas, Jam -Lo escuchó decir en un tono divertido.

Luego pasos, opacados por el ruido del agua.

Esa tarde la pasó en el sofá, recostado, con los pies descalzos y la cabeza reposando en el regazo de Frank, mientras el acariciaba su cabello.

Jamia se había ido temprano, luego de pelear con su madre por teléfono, había besado a Frank con tanta fuerza que Gerard quiso arrojarse por la ventana, y después había salido por la puerta, dejando una pequeña sensación de alivio en el pecho de Gerard. Estar con esa modelo de revista no era muy agradable ni alentador, a pesar de que Jamia no fuera una mala persona, todo lo contrario, es sólo que se sentía jodidamente por ella.

No había manera de que le gustara a Frank. No si ella estaba allí. Ni siquiera podían compararse. Mierda, eran completamente diferentes.

No supo en que momento se había dormido, sólo que cuando despertó, el sol se había ido.

-¿Cómo te sientes? Quiero decir, ¿Te duele mucho? ¿Hay algo que pueda hacer?

-No, no duele tanto como parece. Sólo... no te muevas. -Contestó acurrucandose y cerrando los ojos otra vez.

Frank cambiaba de canal cada tres segundos y era bastante molesto, porque se interesaba por alguna conversación que estuvieran programando y no sabía como terminaba. Pero estaba demasiado a gusto como para reclamarle algo.

-¿Por qué no te quedas a dormir aquí?

-Mañana hay escuela.

-Yo te llevaré. -El tatuado le sonrió y luego se echó a reír, parecía tan tranquilo. Gerard deseo ser así. Estar así de cómodo con todo- Siempre estás calientito, podrías ser como un calefactor portátil.

-Es porque estaba durmiendo, la temperatura de mi cuerpo su...

-Alto ahí, niño. Haces que extrañe la escuela.

-Hablando de eso Frankie... -El esmeralda se mordió el labio inferior, mirándolo asustado.

-¿Qué pasa?

Ahogó un suspiro cuando el avellana masajeo su cuero cabelludo.

-No quiero ir... tu-tu no vas a estar y... ¿Cómo voy a salir vivo de allí? Pete me...

-No, Gerard. El no hará nada, Jamia estará contigo. Yo me encargo.

Esas cosas eran las que amaba de Frank. Nadie se preocupaba así por el. Nadie más que el, sin importar que su novia le hiciera un drama por ser muy atento con el o porque la obligaba a juntarse con su amigo raro y depresivo.

¿Que carajo hacía Frank con alguien como él?

-¿Tienes hambre? -Se apartó para que el tatuado se levantara, bostezando y estirandose.

-No -Dijo en voz suave y baja, tomando el mando del control y buscando algo de su interés.

-¿Seguro? No has comido nada desde la tarde. -Le habló desde la cocina, agachandose para sacar algo del refrigerador.

Soy demasiado grande para seguir tragando. Tal vez si no fuera tan enorme podría gustarle a Frank. Si fuera alguien como Jamia, delgado, bonito, deseable...

-¿Sigues aquí? -Frank agitaba su mano extendida en sus narices, tomando un sorbo de Coca-cola.

-Mmm, si. Creo.

Gerard lo miró con adoración cuando se arrodilló frente a la tele y abrió un cajón en la cómoda, recorriendo los CD's. La sonrisa no desaparecía de su rostro y se detuvo un momento a pasar sus dedos por entre su cabello, rozando los lados de su mohicano.

-¿Quieres ver porno? -Frank alzó las cejas, soltando una risita.- Tu cara, Gerard. Joder, ¡Debiste ver tu cara!

-Que estúpido eres.

-De todas maneras -Le guiño un ojo- consideralo. Creo que nos gusta lo mismo.

-¿Qué?

-Nada.

-No espera, tu dijiste...

-Ya. -Frank lo calló con un movimiento de cabeza. ¿Que demonios? Había dicho...

-Pero tú estás con Jamia...

-No soy completamente hetero, es... No me gusta hablar de eso.

-¿Crees que está mal?

-No, es sólo que... Es raro. Pero está bien, Gee. -Le sonrió, levantándose y colocando el disco en el reproductor- Después de todo, cada uno hace lo que se le da la puta gana.

Se tiró al sofá y palmeo el espacio a su lado, abrazando protectoramente a Gerard, que aún estaba un poco confundido.

***

Cuando vio Linda Iero entrar y saludar a Frank con un maternal beso en la frente, se quedó estático.

No iba a decirle a el tatuado que ella era su psicóloga, no pensaba contarle que iba al psicólogo. A el no le importaba eso. No era su incumbencia.

Así que la mujer entendió el mensaje, saludando como si jamás lo hubiera visto en la vida. Mirandolo de reojo desde la cocina y transmitiendole confianza cada vez que Gerard la sorprendía.

-Entonces... ¿Te quedarás?

Esa era la única maldita cosa buena de ser un condenado marica. Había dormido junto a su amigo y había sostenido su mano con inseguridad, aferrandose al avellana durante toda la noche.

Esa noche nadie robo su ropa en los vestidores ni lo encerraron en ningún casillero mientras soñaba.

Crash Into My Arms {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora