Capítulo 29

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Capítulo 29: "Estrellas"


Según Simon, Justin sólo iba a estar en San Diego durante dos días, y ya llevaba al menos siete sin recibir noticias de él.


Por un momento había querido creer con todas mis fuerzas que regresaría, que cumpliría con la promesa que me había hecho aquella tarde en la estación y que me llamaría, pero conforme transcurrían las horas, mis esperanzas poco a poco iban reduciéndose a cero.


Al principio había sido devastador. Para mis padres había sido casi imposible arrastrarme fuera de mi habitación o conseguir que me quitara mi ropa de entrecasa. Me había encerrado en mis libros, y me la pasaba haciendo maratones interminables de viejos episodios de Friends que ya conocía de memoria. Ni siquiera había querido ir a surfear, y eso ya era decir mucho.


Ahora, el dolor en mi pecho seguía allí, pero me había acostumbrado a él y estaba volviéndose relativamente tolerable. No era que el corazón no se me encogiera en cada oportunidad que algo me recordaba a Justin, pero me forzaba a mí misma a ignorarlo y simplemente hacer como si el nudo en mi garganta no estuviese allí. Si quería seguir adelante con mi vida, no tenía mucha más opción.


Tomé mi teléfono de encima de la mesilla de noche e ingresé la clave para ir directo a la pantalla de inicio. Tenía un mensaje de Kate, preguntándome por decimoquinta vez si iría a la fiesta en casa de Crystal, una compañera suya de la universidad. Decía que todo el mundo estaría allí, que habría buena música y que aquella era la ocasión perfecta para que me despejara, pero yo no me sentía del todo convencida aún. La partida de Justin había dejado un profundo vacío en mí, y realmente no quería llenarlo con licor barato o repartiendo sonrisas falsas. No me parecía que fuese correcto.


Inspiré profundo, dejando que el aire nuevo en mis pulmones me limpiara por dentro, y revisé mi lista de contactos. Luego de saltarme las primeras letras que aparecían en la agenda, me detuve sobre el nombre de Justin. Algo en mi interior me impulsaba a marcar su número y poner fin al silencio que había crecido entre nosotros, sin embargo, mi costado más racional me mantenía alerta. Debía de haber tenido una semana tremendamente ocupada con todo el asunto de su madre, y la verdad era que prefería no entrometerme. Si no había hecho ningún esfuerzo por contactarme los días antes, probablemente era porque no guardaba interés en hablar conmigo. Costaba como un infierno aceptar que la realidad fuese esa, pero ya había estado en una situación similar antes, ya tenía suficiente experiencia.


Arrojé el celular sobre el colchón y salí hacia el balcón al que daba mi cuarto. Afuera, soplaba una cálida brisa veraniega que en cada vaivén hacía flotar a mi cabello despeinado. Suspiré con cansancio y me apoyé contra el barandal de concreto, mirando hacia lo lejos, allí donde el mar se fundía en uno solo con el horizonte. La luna redonda brillaba en lo más alto del cielo, acompañada por un montón de estrellas. Recordaba las muchas ocasiones en las que me sentaba con mi padre en el porche y juntos nos quedábamos horas enteras observándolas. Yo era muy pequeña, y le había preguntado cómo era posible que hubiera tantas, pero que al mismo tiempo estuviesen tan lejos, que siempre parecieran tan inalcanzables. Papá me había sonreído, y en lugar de darme alguna explicación científica demasiado compleja para mi edad, simplemente se limitó a responder que las estrellas eran los sueños de cada persona alrededor del mundo, y que su luz, era esperanza, una señal que le indicaba a quien se dignase a mirar hacia el cielo, que todo estaría bien, que debía continuar recorriendo el camino, sin importar cuán duro resultase llegar a destino. Había dicho que las estrellas estaban allí para hacernos saber que nuestros deseos se cumplirían, siempre y cuando nosotros mantuviéramos viva esa llama que las encendía después de cada atardecer.

ENTRECRUZADOS [Justin Bieber Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora