Capítulo 42

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Capítulo 42: "Píldoras"


Entre beso y beso, empapados y dando tumbos, Justin y yo entramos a casa.


-Espera.- dije, apartándome de él apenas lo suficiente como para hablar. Nuestra ropa mojada formaba grandes charcos de agua en el suelo de madera de la sala, y quería limpiar el desastre antes de que mamá o alguien más pudiese verlo.


Mi ex mejor amigo volvió a atraerme contra sí y continuó besándome, haciendo caso omiso a mis palabras.


-¿Y si no quiero?- murmuró contra mis labios con aire juguetón.


-Pues tendrás que hacerlo.- insistí, posicionando mis manos sobre su pecho para darle un leve empujón capaz de separarlo definitivamente de mí. No podía dejar que mis hormonas tomaran el control de la situación.- Debo secar los pisos y luego iré a bañarme.


-Suenas como una abuela de ochenta años.- lo oí protestar.


-Y tú estás actuando igual que un niño de diez.- contraataqué, sacándole la lengua. Justin soltó una leve carcajada.- Podré parecer una aburrida, pero al menos soy responsable y me ocupo de que todo esté en orden. Además, por el estado en que te encuentras, tú también deberías bañarte.- añadí, y señalé su playera llena de arena.


Mi ex mejor amigo se cruzó de brazos, observándome con las cejas enarcadas. De inmediato comprendí que había malinterpretado mi comentario, y me sentí como una idiota por haber hecho tal sugerencia de manera tan despreocupada.


-Puedo bañarme contigo...- concluyó. Una sonrisa socarrona le iluminaba el rostro.


"Ay Dios, no."


-Justin, eso nunca ocurrirá.- me negué, y a toda velocidad atravesé la estancia para coger un trapo de la cocina.


-Vamos, sabes que te mueres de ganas.- bromeó él, introduciendo sus dedos en los bolsillos delanteros de sus jeans holgados.- Tú, yo, una ducha caliente...


-Más bien como yo y mi pequeño momento de relajación, y tú y tu amigo el secador.- le guiñé un ojo, y le entregué el artefacto junto con el trozo de tela. Ya tenía suficiente con limpiar el suelo del restaurante todos los días al finalizar mi turno, Justin podía ponerse en mis zapatos aunque fuera sólo por un rato, y no iba a morirse por eso.


-¡Emily!- exclamó, fingiendo estar muy enfadado conmigo, y yo pretendí ignorarlo, echando a correr escaleras arriba antes de que siquiera pudiese seguirme. De tanto en tanto, era divertido hacerlo pagar.


Todavía muerta de risa, cerré la puerta del lavabo a mis espaldas, y procuré quitarme el sucio disfraz de marinera que tenía por uniforme; todo se encontraba húmedo, y las medias estaban manchadas con algo que parecía ser lodo. Doblé cuidadosamente las prendas una a una, y las guardé en el cesto que luego iría directo al lavadero. Tan sólo esperaba que mi madre no se enojara conmigo si a la tarde iba al trabajo vestida con mis vaqueros y una camiseta.

ENTRECRUZADOS [Justin Bieber Y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora