Enternecida por su confesión me reincorporé con cuidado de no excederme con mi acercamiento, consiguiendo de ese modo asustarle. Dirigí mi mirada cargada de culpa hacia la suya, y esta no tardó en corresponderla.
—Lo siento —dije por segunda vez, pero de una forma mucho más sincera, más profunda—. He sido tan estúpida, por un momento pensé... que no querías estar conmigo, poniendo tantas escusas, profesándome tantas negativas.
Su ceño se contrajo tenuemente y al tiempo se relajó.
—¿Por qué se te ha ocurrido pensar eso?
—No... no lo sé, a veces me entran paranoillas y pienso en lo peor, supongo que soy demasiado desconfiada.
—No haces mal desconfiando de mí, Ela. Tú sabes que mis ideas y opiniones no son estables, por más que lo intente, varían.
Tenía razón, lo sabía. Sabía que él procuraba no faltar a su palabra, a su decisión definitiva, pero al final acababa tornando lo que pensaba, como si fuera un impulso incapaz de controlar.
—Perdóname, Alek —le imploré haciéndome con el control de su nuca y masajeándosela en círculos.
—Perdóname, tú a mí, estos últimos días he perdido los estribos contigo, te he hablado como... antes, y me siento fatal por ello.
Su disculpa parecía digna de un caballero, nunca nadie me había pedido perdón de esa forma, y me alegraba de que él lo hubiese hecho, volvía a sentirme segura.
No dije nada más, le sonreí levemente y después aparté mi mano y la apoyé en su hombro volviendo a su regazo. Me tumbé acunada en sus brazos, desde esa postura podía verme el rostro a la perfección y yo, a su vez, el suyo. Me apreté más contra su pecho e inspiré profundamente, aspirando la tranquilidad de nuestra inesperada reconciliación.
—Siento lo de tu hermano —dije en alto y me maldije por no haber podido retenerlo más en mi interior.
—Y yo lo del tuyo. Tú al menos le querías más que yo al mío.
Sus palabras me dejaron helada. ¿A caso no quería a su hermano? De todas formas haberlo perdido tan pronto le había dado poco tiempo para cogerle cariño, y más habiendo transcurrido tantos años en los que había olvidado lo que era tener un hermano.
—Creo, creo que entiendo a qué te refieres.
—No, Ela, no lo entiendes —dijo intentando no sonar demasiado brusco—. Él murió por mi culpa. Y todavía me arrepiento por las decisiones que tomé el día que se fue, las que marcaron su destino.
¿Así qué era eso? ¿Era la culpa de la muerte de su hermano lo que le consumía igual que una cerilla que lucha por seguir encendida? Intentaba creer que ese era el motivo de todo, cuando en realidad solo era el detonante de sus desgracias. Porque había algo más, algo que le había transformado en el frío y duro Blake que yo tan bien conocía, algo que esperaba conocer, en un futuro.
—No te preocupes, Alek, fuera como fuera puedo esperar a saberlo —mentí, por el bien de nuestra relación, no podía exigirle más de lo que me había confesado aquella noche por voluntad propia.
—Vale —accedió sin reproches, simplemente se limitó a apretarme con más fuerza impidiendo que me escapase de su abrazo.
Y así me quedé, fusionada en su calor, hasta que sentí cómo mis párpados me fallaban y el compás de su respiración se unía al mío transmitiéndome la calma que necesitaba para perderme en lo recóndito de mis sueños, un lugar en el que nada ni nadie podía hacerme daño.

ESTÁS LEYENDO
100 Preguntas para Blake
Romance1. Blake no es amable 2. Blake no quiere ser tu amigo 3. Blake tiene problemas (grandes problemas) 4. ¿Por qué sigues insistiendo en conocerle? 5. ¿Por qué él? Aunque intentó hacer caso a la parte más racional de mi cabeza, no puedo. Y quizás me hab...