Al principio se oía lejanamente, como si sonase de fondo en mis sueños. Luego sentí como si aquella canción estuviese dentro de mi cabeza, aturdiéndome a cada nota. No me costó mucho reconocerla, Sweet Child Of Mine de Gun and Roses. ¿De dónde provenía? Jared odiaba ese tipo de música.
La canción cesó y mi cuerpo volvió a relajarse contra el mullido colchón. Al segundo volvió a sonar como una alarma de pilas inagotables. Enfadada, me liberé del edredón. Al salir de la cama tan de golpe recibí un bajón de tensión que envolvió todo cuanto me rodeaba en un manto borroso y difuminado. Apoyé ambas manos en la pared de mi habitación y caminé a ciegas hasta la puerta. Me dejé guiar por la música llegando al salón donde había dejado mi bolso de flecos negros. Ahí estaba, ese glorioso iPhone 6 S, demasiado bueno para estar entre mis manos. Hice zoom con los ojos para ver quien había interrumpido mi plácido sueño. En la pantalla solo ponía: Llamada entrante de Casa. ¿Debía cogerlo? Teniendo en cuenta que no me pertenecía no debía hacerlo. Pero ¿y si era él? Antes de que cesase le di al botón verde.
—¿Hola? —dije con voz ronca.
Nadie contestó, pero me pareció oír una leve y pausada respiración.
—¿Hola? —repetí.
—¿Qué haces con mi teléfono?
Esa voz.... Apostaría cualquier cosa a que era la de él. Una voz impotente, aterciopelada y con un ligero acento extranjero que solo se delataba en algunas palabras.
—Buenos días —dije educadamente—. Sí, yo tengo tu móvil.
—Supongo que no pensarás devolvérmelo, ¿verdad?
No era de extrañar que después de que me hiciese pagar su viaje en taxi decidiese quedarme con su carísimo móvil.
—Seré pobre pero no una ladrona. Te lo devolveré, si quieres.
—Estupendo, ya sabes donde vivo —dijo rápidamente como si estuviese a punto de colgarme y dar por cerrada la conversación. Pero yo debía demostrarle que tenía el control de la situación, teniendo en cuenta que contaba la ventaja de poseer algo que él quería.
—¡Espera! Te recuerdo que soy yo la que tiene tu teléfono.
—Sí, ¿y qué?
—¿Y qué? Bueno, pues que si quieres recuperarlo, vendrás a donde yo te diga. Comprende que el viaje en taxi es muy caro, y ayer me gasté todas mis propinas en que llegases sano y salvo a casa.
—Existe el transporte público —instó el muy capullo.
—¿No me digas? Tendré que probarlo alguna vez.
—Corta el rollo, ¿a dónde voy?
—Manhattan, Cafetería Darcy's, a las... —miré el reloj del móvil y conté mentalmente a qué hora estaría trabajando— cuatro y media.
—Hay muchas cafeterías en la isla —protestó de mal humor.
—Existe el GPS, internet y Google Maps.
Colgué justo antes de que le diera tiempo a responder. Me reí mentalmente como si acabase de vengarme y la sensación fuera infinitamente deliciosa.
—Buenos días —me saludó despertándome del trance Jared—. ¿Por qué sonríes?
—Acabo de colgarle a un capullo —confesé automáticamente.
—¿Y ese pedazo de móvil?
—Es del «capullo», tengo... —cogí aire y lo solté— que devolvérselo.
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100 Preguntas para Blake
Romansa1. Blake no es amable 2. Blake no quiere ser tu amigo 3. Blake tiene problemas (grandes problemas) 4. ¿Por qué sigues insistiendo en conocerle? 5. ¿Por qué él? Aunque intentó hacer caso a la parte más racional de mi cabeza, no puedo. Y quizás me hab...
