-Bueno, creo que hemos terminado -dijo el doctor Gaswood mientras tecleaba rápidamente en su ordenador-. Voy a recetarte un par de medicamentos para que se te pase el resfriado.
-Gracias -respondí algo incomoda, observando las frías paredes de la habitación.
-¿Ese que te ha acompañado es tu novio? -me preguntó sin desviar sus ojos de la pantalla.
Estuve a punto de decirle un ¿y a usted que le importa? Pero no quería resultar maleducada así que contesté:
-Eh, no, no lo es.
Desgraciadamente, añadí para mis adentros.
-Sé que no es asunto mío, pero... -me miró preocupado- tiene usted bastantes lesiones, y no son cosa de un leve resfriado. No quiero verme obligado a informar...
Antes de que siguiese hablando descubrí a qué se refería.
-Oh, no, no, por Dios. ¿Usted cree que...? Me atracaron, sí, así fue, me quitaron el móvil, la cartera e incluso el abrigo. Y él -me referí con la cabeza a Blake, el cual que se encontraba tras la puerta, esperando- no ha hecho más que ayudarme.
-Oh, discúlpeme, yo solo pretendía ayudar, no es la primera que ha pasado aquí por haber ha sufrido malos tratos y yo supuse demasiado rápido que, bueno, ya sabe.
El doctor parecía compungido por su comportamiento, así que acepté sus disculpas, aunque eso no disminuyó mi mal humor. Me dio una hoja con mis medicamentos y nos despedimos secamente.
Al salir al pasillo me encontré con Blake, sentado sobre uno de los asientos, con la espalda encorvada y con los brazos apoyados en las piernas. En cuanto le llamé levantó la mirada y pude ver preocupación en su semblante.
-¿Qué ha pasado?
-Nada, me ha recetado esto -le tendí la hoja, la cual había estrujado del enfado. Él la cogió y asintió-. Y luego ha supuesto que me maltratabas.
-¿Qué? -me miró consternado.
-Por las heridas, ya sabes, del atraco. Ha sido una confusión, pero ya da igual.
Enfadada, eché a andar por el extenso pasillo del hospital, cuyo nombre no recordaba. Menos mal que mi seguro cubría cosas tan simples como un resfriado, o Blake habría tenido que pagarme una consulta privada, y eso era lo que menos quería en aquellos momentos.
-¿A dónde demonios vas? -preguntó pisándome los talones.
-Yo... -me detuve y giré sobre la punta de mis pies para hacerle frente-. Agradezco todo lo que has hecho por mí estos últimos días, pero no puedo seguir molestándote, me voy a casa.
-¿Estás segura? Aún no estás del todo curada -añadió apretando los labios-. No me importa que te quedes por más tiempo.
-No es necesario de verdad, tengo que seguir tu consejo, ¿no? -intenté sonreír pero aquel gesto solo llegó a parecerse a una mueca.
-Sí, si crees que eso es lo correcto.
¿Qué demonios quería decir con eso?
-Bien, pues, adiós -me despedí tragándome las ganas de llorar.
-Cuídate -dijo en una casi imperceptible sonrisa-. Haré que te lleven tu vestido a casa.
-Oh, no, no hace falta, está destrozado -como mi corazón, pensé-, lo mejor será que lo tires.
-Como quieras.
-En cuanto a tu ropa -miré mi vestimenta provisional.
-Quédatela.
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100 Preguntas para Blake
Roman d'amour1. Blake no es amable 2. Blake no quiere ser tu amigo 3. Blake tiene problemas (grandes problemas) 4. ¿Por qué sigues insistiendo en conocerle? 5. ¿Por qué él? Aunque intentó hacer caso a la parte más racional de mi cabeza, no puedo. Y quizás me hab...