Cuatro discusiones después de que le admitiese a Blake que tenía la intención de conocer al resto de su familia, fuimos a mi antiguo apartamento, donde seguía teniendo algunos de mis vestidos menos provocativos, es decir, los vestidos sosos que nunca me ponía.
—¿Qué te parece este? —pregunté con las manos en las caderas para estilizar mi figura.
Blake, oculto tras la palma de su mano, entreabrió los dedos para crear una rendija por la que mirar.
—Me da igual lo que te pongas, como si vas desnuda, porque no vas a ir.
—Creí que ya habíamos aclarado lo que voy a hacer, Aleksandr.
—No, te dije que lo pensaría. Y lo he pensado. No vas.
—¿Tienes miedo a que me coman y me despellejen viva o qué? —pregunté quitándome el vestido sin pudor alguno, ya que él no parecía atento a mis movimientos, había regresado su mirada al techo amarillo de mi antigua habitación.
—Tengo miedo a que salgas corriendo y no quieras volver a saber nada de ellos, ni de mí.
—Por Dios, qué dramático eres. ¿Lo sabías? Creo que serías mejor actor que yo.
—Lo dudo —respondió acomodándose entre los vestidos que le había lanzado mientras él había estado tumbado en la cama—. ¿No tienes demasiada ropa?
Ignoré su pregunta y me zambullí en el siguiente conjunto. Se trataba de un vestido de fina lana color ocre, con cuello alto y largas mangas. ¿Cuándo me lo había puesto por última vez? Me sentaba de escándalo. Para abrocharlo solo hacía falta subir una cremallera por la espalda.
—Alek.
—Dime —respondió en un bostezo.
—Anda, ven aquí perezoso y ayúdame a cerrarme el vestido.
Blake se levantó de un brinco y cuando posó su atención en mí fue como si hubiese relevado a Jared a la hora de guiñar un ojo para dar el visto bueno.
—¿Te gusta? —dije con voz provocativa.
—No —respondió cortante—. Es espantoso.
—¿Tan espantoso como tu falta de credibilidad a la hora de mentir?
—Peor —gruñó.
—¿Me ayudas?
Me di la vuelta y me levanté la melena para evitar que se me enganchase a la cremallera. Él se acercó con sigilo y me la subió paulatinamente hasta la nuca.
—Gracias.
Sin previo aviso, sentí un casto beso cerca del lóbulo de mi oreja, del estremecimiento dejé caer mi melena y él la capturó al vuelo, amarrándola con firmeza. Después inspiró sobre mi pelo el aroma de mi champú que este desprendía.
—Eress… tan bonita.
Pestañeé repetidamente como una muñeca de sendas pestañas.
—De-deja de mentirme.
—Sabes que nunca te he mentido.
Me mordí el labio como una estúpida.
—Puede que muchos te consideren hermosa, o atractiva, no lo sé. Solo sé que mientras sean mis ojos los que te contemplen eres la más bella de todas.
Eché a reír ahogadamente, como si me costase respirar.
—No es ninguna broma —aclaró, ofendido.
—Por eso mismo me rio.
—No hay quien te entienda, Gabriela Ferrer.
—No es por infravalorarme para que tú continúes alagándome —dije girando sobre la punta de mis pies para quedar cara a cara—. Es solo que… No soy ninguna belleza digna de admirar. Para empezar, estoy lejos de parecerme a Audrey. Ella con su nariz perfecta, y su mandíbula esbelta, si tuviese sus rasgos llegaría a parecerme un poco a ella. Pero no, no hay por dónde cogerme, solo soy hermosa de perfil. Mira —ladeé el rostro—. ¿Lo ves? Se me marca el pómulo.
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100 Preguntas para Blake
Romance1. Blake no es amable 2. Blake no quiere ser tu amigo 3. Blake tiene problemas (grandes problemas) 4. ¿Por qué sigues insistiendo en conocerle? 5. ¿Por qué él? Aunque intentó hacer caso a la parte más racional de mi cabeza, no puedo. Y quizás me hab...
