Capítulo ҉ 5

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Estuve varios minutos desesperantes buscando un cuaderno decente donde poder apuntar las cien preguntas que le haría a Blake. Al final encontré una libreta de hojas de colores. Estaba bastante sucia, arrugada y aplastada, pero su tamaño era perfecto para llevarla conmigo a donde quisiera. Arranqué las hojas usadas y la limpié de polvo. Después le quité un boli a Jared, y al ver que no tenía tinta, le cogí otro, y otro, y así sucesivamente hasta que logré dar con uno que funcionase. Parecía que tenía de decoración ese tarro lleno de bolígrafos y rotuladores encima de la nevera.

Me acomodé en el sofá con una vieja carpeta y apoyándome en ella escribí en la primera página de la libreta: 100 preguntas para Blake. Luego recordé que no eran cien sino noventa y ocho preguntas contando con las dos que ya le hice la última vez que nos vimos, en su apartamento. No quería perder más tiempo tachando así que comencé a escribir en la segunda página de color azul pastel donde puse todas las cuestiones que me pasaron por la cabeza: las que ya pensaba cuando le conocí y las que le preguntaría en el momento adecuado. Odiaba tener que estar estresada por miedo a pasarme de la cifra indicada. ¡Maldito Blake! Nada parecía fácil a su lado, ni siquiera hacer un huevo frito. Pues había que escoger las palabras apropiadas que se fuera a dignar contestar.

Tras rellenar tres hojas decidí parar u otro bolígrafo más se quedaría sin tinta. Me quedé observando el poco cielo que se dejaba entrever desde las ventanas de mi salón. Era el primer miércoles por la mañana que no trabajaba y aún estaba en estado de incredulidad. Incapaz de interiorizar que había mandado a la mierda a Roger como tantas veces había fantaseado hacer. Y ahí estaba yo, trabajando para mi nuevo jefe.

Tenía que reconocer que Blake comenzaba a caerme bien, aunque no dejaba de ser un capullo, no señor. Al convertirse en mi jefe se había transformado en la personificación de la exigencia. Habíamos quedado aquella misma tarde para continuar con nuestra «conversación». Pero yo tenía pensando otro tipo de planes, no pensaba quedarme horas y horas encerrada en su apartamento o al final soltaría todas mis preguntas de golpe.

Mi móvil comenzó a sonar sobre la mesita central del salón. Me reincorporé para mirar quién demonios me estaba llamando. Al ver que se trataba de él lo cogí indudablemente.

-¿Blake? ¿Ocurre algo?

El día de antes tuve que darle mi número de teléfono a regañadientes. Cualquier chica se moriría si recibiese el teléfono de Blake, yo, que ya le conocía más o menos, no estaba tan entusiasmada con la idea. Y eso que no había recibido mensajes ni llamadas suyas hasta ahora.

-Acabo de salir de trabajar -hubo una larga pausa en la que solo oí su pesada respiración-. ¿Podemos... adelantarlo?

Mi corto cerebro tardó en captar que se refería al compromiso que teníamos a las cinco.

-Humm claro, dame... -miré la hora en mi Smartphone- media hora hasta llegar a tu casa.

-Eso es mucho tiempo -protestó-. ¿Dónde vives? Pasaré a recogerte.

¡Maldito impaciente!

-Blake...

-¿Dónde vives? -repitió con enfado.

-En el 255st de Broome Street -terminé cediendo.

-Tienes diez minutos.

Y colgó.

Corrí a mi habitación para pillar cualquier cosa que ponerme. Por un segundo me imaginé la cara que pondría si me viese saliendo a la calle en pijama, luego pensé que cómo fuese vestida no le importaría en absoluto. Así que opté por unos vaqueros rotos por las rodillas y un jersey granate. Me calcé con mis deportivas blancas y me peiné al mismo tiempo que cambiaba de bolso con la mano libre mi monedero, el neceser y las llaves, también metí la libreta de colores con mis preguntas. Para completar el conjunto me enrollé al cuello un fular esmeralda y me puse unos aritos plateados que no destacaban mucho en mis pequeñas orejas. Después me asomé a la ventana para comprobar el frío que hacía y, al notar la cantidad de viento, me puse un gorro negro con dobladillo. Estaba a punto de irme cuando vi en la mesita de mi habitación el frasco cuadrado de mi perfume, me rocié con él un par de veces y salí del apartamento.

100 Preguntas para BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora