Capítulo ҉ 35

6.5K 668 401
                                        

En menos de media hora perdí de entre mis dedos un sueño. No sé bien por qué ni cómo dejé que se escapase, pero sí que había sido por mi culpa.

Recuerdo marearme y estar a punto de caer contra el suelo. Sin embargo, algo… o alguien amortiguó la caída. Me sostuvo y me enderezó tomando mis hombros. Aunque ansiaba darme la vuelta para verle, mi cuerpo no respondió, fue como si hubiesen pulsado el botón de pausa.

  —¿Gabi?

Alcé el rostro para ponerle nombre a la voz y descubrí una mancha de cabello rubio emborronado y dos puntos azules que me miraban atentamente. Eve. Cuando la primera lágrima se escapó de cada uno de mis ojos la imagen se aclaró y di con las proporciones definidas de mi  mejor amiga.

No sollocé. Al contrario, mi llanto era silencioso y lento.

—¿Qué pasa? —reconocí decir a Jared.

—He mirado la lista nueva. No está.

—Mierda.

Me aparté de esos fornidos brazos que me habían mantenido desde entonces. Eran los de Jared.

De él no había ni rastro.

—¿Y Blake? —les grité hablando por primera vez—. ¿Dónde está? Ha tenido que venir.

—Gabi, por favor, cálmate, no te preocupes ahora por él.

—¿Dónde? —repetí—. ¡Dónde está!

Me dejé caer de cuclillas al suelo y me hice una pelota defensiva escondiendo el rostro entre las rodillas. ¿Por qué la persona que más necesitaba en aquel momento no estaba allí? ¿Por qué? ¿Y por qué demonios tenía que afrontar dos decepciones, a la vez? La de Blake por abandonarme y la mía por fracasar como actriz.

—De verdad que lo sentimos —dijo tras un tiempo Eve, que se había arrodillado para acompañarme.

—Lle-llevadme a casa, por favor —supliqué reprimiendo la húmeda mucosidad de mi nariz.

Jared me ayudó a reincorporarme y me cogió de la mano atrayéndome hacia él para darme un pequeño abrazo.

—Evelyn —la llamó por su nombre, denotando seriedad entre ambos—. ¿Dónde vive?

—Park Avenue.

—¡No! —espeté sobresaltándoles—. No quiero volver allí.

—Gabrielle, si quieres puedes regresar a vivir conmigo —se ofreció Jared al segundo, como leyendo mis pensamientos.

—¿Po-podría?

—Sí, no veo por qué no, todo sigue tal y como lo dejaste. Frodo… te echa de menos.

Sonreí con la imagen en mente de unos meses atrás. Lo tranquilo que parecía todo; con mi apartamento, las recetas de Jared que me daban de comer cada día, mi gato de compañero fiel, mis trabajos transitorios de camarera… «Para poder avanzar a veces hay que retroceder, Ela» me dijo una vez Marcus. No había olvidado ninguno de sus consejos. No había olvidado nada. Ni su muerte. Ni el dolor. Nada.

—Llévame a casa, Jared.

                               →    ҉    ←   

  Pasó una semana. No hubo más mensajes ni llamadas perdidas. No existió ningún contacto. No pisé el suelo de la Residencia 41C. No me permití a mí misma pensar él o en las fracasadas audiciones. Pero sí, esos dos temas se manifestaron continuamente en mis días y noches. Y yo intenté evocarlos una y otra vez pensando en cualquier otra banalidad que me sacase de una posible depresión.

100 Preguntas para BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora