La suprema felicidad

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POV Emma

El insomnio se apoderó de mí. Quizás fuera la carga emocional del día, quizás fuera el torbellino de sentimientos mezclados en mi corazón y los pensamientos inconexos en mi mente. Estaba de pie, en la puerta del cuarto, velando el sueño de Regina. Yo sonreía y lloraba sin darme cuenta. Me acordé de su cumpleaños. Había sido unos días atrás y como ella estaba ingresada y todo era aún muy confuso, ni siquiera la felicité. Entonces tuve una idea. Esa fecha merecía ser conmemorada, aunque fuera tardíamente. Pensé en varias posibilidades, pero la que me pareció más conveniente era la más sencilla: una fiesta particular, solos ella, yo...y Henry. Vi un brillo diferente en los ojos de la morena cuando él estuvo con nosotras en el almuerzo. Ese muchacho era especial para nosotras de alguna forma. Fue una pieza importante que nos había unido tres veces. Tenía la certeza de que le iba a encantar la sorpresa y yo...iba a adorar verlos sonreír. También tenía que pensar en un regalo, pero no uno cualquiera.

Una vez oí hablar de la caja de recuerdos. Es una caja donde guardamos todo lo que tiene un significado especial para nosotros: fotos, declaraciones, objetos que nos hayan regalado. Y donde guardamos, además de objetos, un poco de nuestra historia. Los acontecimientos marcan al ser humano y "recordar" es muy importante, a fin de cuentas, somos ese depósito de recuerdos andante. Guardamos dentro de nosotros canciones que marcaron un período, personas que consideramos interesantes, días enteros con ellas, acontecimientos tontos y todo lo que nos fue intenso, significativo, visceral e importante. Viajamos sobre las líneas desacompasadas del tiempo desobedeciendo las reglas del presente, de la gravedad, para mantener el contacto con lo que fuimos, con lo que posiblemente se haya perdido, pero que, de alguna forma, ha dejado un camino de regreso. Esa charla callada con el pasado, con los recuerdos engendra en nosotros sonrisas bobas y lágrimas silenciosas de quien solo sabe sentir.

El ser humano vive de fases y necesita las alegrías pasadas y los aprendizajes que extrajo de esos períodos vividos para continuar en la siguiente etapa hasta que llegue el final de la partida. Recordar lo que vivimos nos ayuda a mantenernos en pie, ayuda a preservar toda esa memoria del existir. Son esos recuerdos los que nos hacen compañía cuando nos despertamos nostálgicos, cuando sentimos que los días son iguales, cuando estamos solos encerrados en nosotros mismos con un cartel que dice: ¡No molestar! Entre la vida y la muerte, entre la infancia y la vejez, se vive mucho, se construye bastante.

Lo mejor de todo esto es percibir que aún tenemos mucho por vivir, más hojas en blanco que llenar y coloridos sueños que construir. De esa manera tenemos el poder de forjar historias mucho mejores, relaciones aún más sólidas e indestructibles puentes en nuestro caminar, para que un día, en un futuro bien distante, muramos de añoranza.

Pensando en eso, fui hasta el vestidor y cogí la cajita azul con mi nombre inscrito en la tapa. Horas atrás aquello parecía incorrecto, pero ahora sonaba tan bonito y cargado de buenos sentimientos. Me senté en el sofá y releí una, dos, tres veces la carta que Regina me había escrito y que solo supe de su existencia por obra del destino. Cogí papel, bolígrafo y comencé a garabatear algunas palabras para ella. Teniendo en mente su actitud, surgió su regalo: una cajita de recuerdos para que ella rememorase nuestros momentos siempre que el deseo anidara en su pecho.

«Fue un milagro encontrar la paz y la felicidad que me has dado a pesar de todo. Te miro y logro ver mi futuro. Tu energía y pasión me inspiran de una manera que nunca imaginé posible. Tu belleza interior es tan fuerte que ya no tengo miedo de ser yo misma. No le temo a nada. Nunca pensé que iba a encontrar a alguien a quien amar y que me amase incondicionalmente.

No puedo prometer que este encanto que nos rodea sea eterno, pero prometo que haré todo lo posible para que lo sea. Porque...¡te amo! Y contigo quiero vivir hasta el último latido de mi corazón y cuando eso pase no importa a dónde iré, pues marcharé feliz por haber vivido a tu lado y compartido cada bello momento de mi vida contigo.

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora