Estoy aquí por ti

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POV Emma

Desperté con el ronquido de Graham a mi lado. El televisor estaba encendido y la caja de pizza vacía, en el suelo al lado de la cama. Hice una nota mental para nunca más tomar ansiolíticos cuando estuviera en un estado extremo de cansancio. Me había dejado casi debilitada. Mi cuerpo estaba flojo y no reaccionaba con rapidez a los comandos de mi cerebro. A pesar de haber dormido prácticamente toda la tarde y haber "apagado" de repente, durmiendo toda la noche, la extraña sensación de extremado sueño aún estaba sobre mí.

Me levanté y fui al baño, tambaleándome. Decidí tomar un baño para despertarme. Regulé el agua a una temperatura más fría para poder salir del torpor y recobrar fuerzas para aguantar el día.

Cuando terminé, me puse lo primero que encontré apelotonado dentro de la maleta. Recogí mis cabellos en una coleta y ni me atreví a pensar en maquillarme. Cara limpia, como me gustaría que estuviera mi alma.

Llamé a recepción: desayuno para dos personas, ya que estaba hospedada en un hotel con un invitado en mi cuarto. Me acerqué a mi amigo al colocar el teléfono en su base y lo zarandeé con vehemencia.

«¡Despierta, intruso!»

«Hummmm...» el maldito se removió en la cama, pero sin importarle mi voz alterada.

«¡Ay, Graham! ¡Venga! ¡Levanta!» dije más alto, llamándole la atención

«Jo, Emma. Eres a veces tan pesada que pareces mi madre, ¿sabías?» decía mi amigo bostezando «¿Qué hora es?»

«¡Qué gracioso! Son casi las 09:00. Ya he pedido el desayuno»

«¡Me acabas de volver a gustar!» se levantó, y caminó hasta la puerta «Voy a mi cuarto a tomar una ducha»

«¡No tardes!» dije mientras me sentaba en la cama.

Graham olvidó el portátil en la mesilla, y eso me recordó el caso de la Teniente. Lo encendí y volví a leer con más atención los documentos enviados por email. Cogí papel y bolígrafo para anotar mis impresiones sobre el asunto. Me asombró que, en pocos minutos, hube escrito muchas cosas. Planeé una especie de cronograma de acción, para no trabajar sobre acciones fortuitas y pasar por alto un resultado positivo. Distraída, envuelta en algunas averiguaciones, no me di cuenta de que estaban llamando a la puerta, hasta escuchar mi nombre.

«¡Emma! ¡Emma, abre ya! ¡Estoy con la comida!» hablaba mi amigo de forma entrecortada

Abrí y lo ayudé a colocar el carrito en el centro de la habitación.

«¡Huele genial!» murmuré levantando la tapa de los recipientes.

«¿Estabas ocupada?» me preguntó Graham mientras se llenaba el plato y se servía un vaso de jugo.

«Leyendo sobre el padre de Lilith, sobre ella...he hecho casi un esquema táctico para conducir mejor nuestra "investigación"» dije al término de un generoso sorbo de café negro.

«Hum, ¿te acuerdas de Anthony? ¿Aquel amigo mío que ayudó cuando secuestraron a Ruby?»

«Lo recuerdo. Guapo...» bromeé

«Deja que Regina escuche eso...Bueno, está trabajando aquí. Lo llamé ayer y, nos ayudará en lo que necesitemos»

«¡Maravilloso! Más gente metiéndose en problemas con nosotros»

«¡Idiota!» reímos

Y así pasamos el primer y segundo día en Washington. Leímos algunos documentos, analizamos detalladamente toda la información que la Teniente nos pasó, verificamos algunas posibilidades de que su padre adoptivo estuviera envuelto en la desaparición de la tal Kristin. Conseguí acceder al sistema del ICE, Departamento Federal responsable de las leyes de inmigración, y al US CUSTOMS AND BORDER PROTECTION, que lleva todos los registros de quienes entran y salen del país. No habíamos conseguido nada concreto, pero tampoco estábamos yendo a ciegas completamente.

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora