Un largo camino hacia el fin

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POV Emma

Las horas pasaban arrastrándose. Era como si el tiempo quisiera causar mayor dolor del que ya estaba sintiendo. Me veía en un oscuro agujero, con paredes lisas y resbaladizas, del que no podía salir. ¿Y si no podíamos probar la inocencia de Regina? ¿Y si toda la pesadilla se volvía real y su condena fuese también la mía propia? Porque un mundo sin mi morena era un agujero sin salida.

Encendí la televisión y me quedé haciendo zapping entre los canales. No le estaba prestando atención, solo la miraba. No tenía sueño, solo inquietud y desasosiego. Fui a la sala y me serví una copa de vino. La noche era fría y eso contribuía a acrecentar toda la melancolía que planeaba en el apartamento. Me senté unos minutos frente a la ventana y me quedé observando el paisaje. Ahora, los furtivos detalles me llamaban la atención. Ahora, todo lo que antes podía ser considerado irrelevante, era remarcado. La forma en cómo las personas corrían apuradas por la calle y cómo interactuaban; la manera en cómo las luces parpadeaban en los letreros, y dónde estaban y de qué eran estos letreros; los sonidos de una ciudad que casi no dormía. Detalles que para muchos eran solo detalles, pero que para mí eran señales de libertad, derecho por ley que a mi novia se le había arrebatado.

Suspiré y, ante la necesidad extrema de despejar mi mente, me dirigí al despacho a terminar unos trabajos que tenía pendientes. Por suerte o por voluntad divina, conseguí concentrarme algunos minutos en una actividad sin distraerme con los pensamientos que viajaban hasta Mills. Envié emails, adelante tareas y quedé satisfecha en haber logrado cerrar mis compromisos.

Eran casi las 06:00 de la mañana y no había pegado ojo. Con el cuerpo y la mente cansada, decidí echarme un rato antes de que Graham llegara. En vano. Daba vueltas hacia un lado y otro, bajo la angustia, recordando los momentos tensos vividos en esos últimos días. No aguanté. Me tuve que levantar y hacerme un café. Si hasta ese momento no había dormido, sería una estupidez por mi parte continuar intentándolo, sobre todo cuando en cualquier momento mi amigo vendría a buscarme para volver a Washington.

Dicho y hecho, media hora después, Graham llegó con su semblante fruncido.

«¿No dormiste bien?» pregunté, sentándome a su lado en el sofá, dándole una taza de café.

«No. Fui a casa de Ruby y después me llamaron del Departamento. Tienes una cara horrible» le reviré los ojos a aquel idiota.

«¡Gracias! ¡Eres muy amable!» conseguí esbozar una sonrisa «Voy a darme una ducha rápida y nos vamos» me levanté, pero mi amigo me detuvo

«Espera. Tengo que contarte algo. Ha salido la petición de cárcel para Robin»

«¿De verdad?» me senté de nuevo «¿Y? ¿Lo han cogido?»

«Calma, judiíta. Hasta donde sé, está "desaparecido". No lo han encontrado en las direcciones donde era posible que lo encontraran. Las estaciones de peaje en las autopistas, aeropuertos, estaciones de tren, todos han recibido la alerta. Si intenta salir de cualquier ciudad en que esté, será atrapado»

«Menos mal» resoplé «¿Y qué va a pasar después de eso?»

«Será juzgado y condenado. De esta no tendrá cómo escapar. Solo hay una cosa que me corroe: armó toda esta trama para incriminar a Regina y comete un desliz tan grande dejando fluidos corporales, sin preocuparle que eso lo identifique. Robin parece ser un hombre extremadamente metódico e inteligente. ¿Qué pasó esta vez?»

«No lo sé. Sinceramente, no tengo suposiciones acerca de ese acto...» me callé recordando lo ocurrido «No puedo ni imaginar la sensación terrible que Regina pudo experimentar con ese hijo de puta encima de ella. ¡Dios!» me tapé los ojos con mis manos, suspirando «Yo pensé que ella se iba a enfadar conmigo por haber colocado la cámara escondida en su cuarto...»

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora