Angustia y alegría

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POV Emma

El sexo con Regina era cada vez más placentero. Aquella mujer me sacaba de mis cabales y despertaba en mí instintos que ni yo misma pensé que era posible que tuviera. Tuvimos una noche maravillosa. Orgasmos tras orgasmos, nos quedamos dormidas exhaustas y, por esto, nos despertamos algo atrasadas.

«¡Vamos, Emma! ¡Por favor, no tardes una hora en arreglarte!» mi morena gritaba mientras corría de un lado a otro recogiendo sus cosas

«¡Ya estoy casi lista!» le devolví dejándome ver en la puerta del baño «¡Aún tenemos que pasar por casa para cambiarnos de ropa e ir a buscar a Henry para planear la salida, cariño!

«¡Encima tenemos eso! ¿Estará en el albergue?» preguntaba mientras se ponía los zapatos

«Ojalá que sí. Si no, creo que estará en aquella callejuela cerca del Central Park. Aquella del restaurante japonés, ¿sabes?» salí del baño colocándome el pelo «Estoy lista. ¿Vamos?»

«¡Sí, por favor!»

Bajamos. Regina pagó la cuenta del hotel y continuamos para mi casa. Por suerte, tenía algunas piezas de ropa de mi novia y ella pudo vestirse allí mismo. Rápidamente, salimos a buscar a nuestro pequeño. "Nuestro"...era raro pensar así, pero en el fondo sentíamos que Henry, de cierta manera, nos pertenecía debido a la estima que le teníamos. Al doblar la esquina del albergue, lo vimos conversando con otros tres chicos. Paré el coche al otro lado de la calle y lo llamé

«¡Hey! ¡Cómo os he echado de menos!» dijo él al acercarse a la ventanilla, dándole un beso a Mills.

«¡Nosotros también, querido!» mi novia pellizcó su mejilla

«¿No gano yo un beso?» fingí estar enfadada

«¡Pero claro que sí!» dio la vuelta al coche y me dio un apretado abrazo, besándome a continuación «¿Qué hacéis por aquí?»

«Bueno, hemos venido a proponerte una cosa. ¿Quieres ir a ver una obra de teatro con nosotras más tarde?» le pregunté sonriéndole abiertamente

«¿Y después, quién sabe, una de esas super comidas sabrosas?» completó Regina

«¡Yo...yo...me encantaría! ¡Nunca he ido al teatro!» tenía los ojitos brillando y eso nos llenó de alegría

«Y creo que te va a encantar esta representación, ¡pero es una sorpresa! Te pasamos a buscar sobre las 18:30, ¿ok?» dije, contagiada por su entusiasmo

«¡Sí, claro! Yo...» el muchacho me dio otro apretado abrazo, después salió corriendo para el lado de la morena e hizo lo mismo «¡Gracias!»

«¡Vístete bien y perfúmate, como un hombrecito!» Mills le orientó

«¿Estás diciendo que huelo mal?» nos miró asustado, llevándose las axilas a la nariz

«No, mi amor, solo es una manera de hablar. No hueles mal. No te olvides de avisar en el albergue que llegarás alrededor de las 22:30. Es más, tenemos que conocer este sitio, ¿no, Emma?»

«¡Sí, es verdad! Aprovecha y pregunta cuándo podemos hacer una visita» completé «Ahora tenemos que irnos. Ya llegamos tarde al trabajo»

«Está bien. ¡Cuando lleguéis, estaré listo!» decía sonriente

«¡Hasta más tarde!» me despedí, mientras arrancaba el coche

«Henry es tan especial. ¿Te diste cuenta de que casi se echa a llorar?» Regina parecía muy feliz con nuestra aproximación al pequeño.

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora