Estaré a tu lado

1.5K 155 23
                                    


POV Emma

¡Todo estaba acabado! Regina había transformado mi sencilla y feliz rutina, la que tanto me había costado construir después de la mierda de relación que había tenido con Killian. No fue algo malo, porque, para bien para mal, ella me ha enseñado tantas cosas nuevas, abrió mis ojos a un mundo que nunca soñé conocer. Me sentía agradecida por ello. Me sentía agradecida porque me había enseñado, aunque fuera por ese corto tiempo, el significado de la palabra amor.

Me levanté del frío suelo del pasillo del hospital y fui a esperar en la sala. No conseguiría expresar en palabras mis sentimientos aunque quisiera. La mujer que amaba me había traicionado y ahora estaba entre la vida y la muerte. ¿Qué era apropiado sentir en ese momento, en ese tipo de situaciones? Necesitaba saber por qué estaba todo tan inseguro, tan confuso, tan perturbador. Al mismo tiempo que las heridas por el beso que Mills le habían dado a Mulan sangraban al no estar cicatrizadas, rezaba para que Dios no me la arrancase de mi lado. No era justo perder a mi morena. No era justo todo lo que me estaba pasando a mí, a ella, a nosotras. Necesitaba paz, solamente, porque no aguantaría tanto drama. Aunque Emma Swan adorara ese género en la literatura y el cine, solo quería una buena dosis de romance rosa con una pizca de comedia, para variar. Una vez, Regina citó una frase de Nick Hornby, en una de nuestras conversaciones sobre literatura contemporánea, que dice: «La vida puede ser dramática para cualquier persona; no es preciso estar enganchado a las drogas o ser poeta para experimentar sentimientos extremos. Solo se tiene que amar a alguien»

«¡Esa es una pura verdad, señorita Mills!» sonreí al recordar a Regina.

En medio de mis devaneos y conflictos internos, me quedé dormida sentada en el sillón. ¿Por cuánto tiempo? Imposible saberlo. Estaba ajena a todo desde la llamada de Leroy. Me desperté con una mano sobre mi hombro.

«¿Emma?»

Abrí los ojos asustada por el toque y de un salto me puse de pie al darme cuenta de que era el doctor Whale.

«¿Entonces, doctor? ¿Ya acabó la operación? ¿Cómo está Regina?» el rostro de él era inexpresivo y eso aumentó aún más mi angustia.

«Emma, siento mucho no poder darle una buena noticia. Regina sufrió serios traumatismos, hemorragia interna. Con lo que hemos hecho, hemos conseguido contener la rotura de los vasos sanguíneos, pero...infelizmente ha entrado en coma» a cada palabra sentía cómo si le estuviesen dando la vuelta a mi estómago «Está estable y respirando con la ayuda de un aparato. Su caso es grave, muy grave»

Mi respiración y mis latidos se alteraron inmediatamente. Estupefacta. Esa sería la palabra que me definiría en ese momento. Con miedo a la respuesta, hice la pregunta que tanto me atormentaba desde el primer minuto que supe lo sucedido.

«¿Cuáles son sus posibilidades?» tragué en seco esperando que el hombre que tenía delante se manifestase.

«El estado de Regina es crítico. No le puedo dar la certeza de nada mientras no haya cambios en su actividad cerebral. No podemos saber si saldrá del coma, y si sale qué secuelas tendrá. Es imposible definir parámetros correctos en este caso. Va a depender de ella, de la reacción de su organismo, de una serie de factores determinantes»

«¿Y qué hago yo ahora?» pregunté apática

«Espere lo mejor. Es lo que todos debemos hacer»

«¿Puedo verla? Por favor, dígame que sí Ni el Señor puede garantizar el tiempo que tendré para estar con Regina. Solo es que no querría...» no conseguí terminar de hablar

«¡Claro! Venga conmigo»

Caminamos hasta el ascensor que nos dejó dos pisos más arriba, donde está situado la UCI. Se me encogió el corazón cuando vi la ropa que tenía que ponerme para poder permanecer allí. Tuve miedo, pero no me echaría para atrás. Un pie delante del otro, con un claro gesto de recelo, entré en el cuarto sola. Mis manos sudando, tensión, pavor, tristeza. Fue lo que sentí al ver a mi morena en aquel estado: entubada, llena de hematomas, aparatos ligados a su cuerpo. ¡Cielos! ¡Qué miserable es la vida! Pocos días atrás era poseedora de una belleza indescriptible, de una sonrisa contagiosa, de una alegría impar y ahora estaba irreconocible. Me fui acercando lentamente sin poder reconocerla. Intenté aguantar las lágrimas, pero ¿cómo hacerlo al ver a tu novia en una cama de hospital? Agarré su mano y me incliné para besarle la cabeza.

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora