Una intensa noche de sexo

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POV Emma

Llegamos a Nueva York temprano. Supongo que el tráfico tuvo que estar fluido, porque Regina tardó menos en la vuelta que en la ida. He dicho creo, porque estuve durmiendo como una bebé durante todo el trayecto. Además de cansada, estaba en paz conmigo misma. El miedo que sentía por volver a Connecticut solo era recelo a enfrentarme a mis fantasmas. Quizás no lo hubiera hecho sola. Mi novia ha sido la pieza fundamental para cerrar de una vez ese ciclo. Estaba libre, finalmente libre.

Mills estacionó frente a la pizzería que estaba cerca de mi apartamento.

«Creí que te querías convertir en la Bella Durmiente en tu casa, por eso he venido para acá. ¿Estas segura de que no quieres dejar la sesión cine y pizza para otro momento, mi amor?» me preguntaba mientras cogía el bolso del asiento de atrás.

«Estoy bien. Solo me he quedado dormida unos minutos» reí saliendo del coche «Vamos, antes de que me decida por comida china»

«¡Ah, no! Ni pensar. Si quieres ir a aquel restaurante de la manzana de abajo, irás sola y comerás sola. ¡La comida de allí parece de cera!»

«¡Regina Mills y sus exageraciones!» bromeé mientras agarraba su mano y entrabamos en el establecimiento

Escogimos de qué la queríamos, fuimos a la tienda de las bebidas y seguimos para mi casa. El cansancio del fin de semana y el deseo de estar tranquilas nos impidieron deshacer las maletas. Solo las dejamos a un lado, tomamos un baño rápido y caímos casi desfallecidas en el sofá.

«Amor, ¿qué película vemos?» mi novia colocaba las pizzas en la mesita del centro y las cervezas en la cubitera con hielo mientras yo pasaba por los títulos.

«Comedia. Resacón en Las Vegas» respondí poniéndola en pause al comienzo

«Bien. Tenemos que ver algo animado, si no, ambas nos quedaremos dormidas en los primeros diez minutos» rio anidándose a mi lado, debajo del edredón, cogió el mando y le dio al play.

«¿Quieres tener una despedida de soltera cuando nos casemos?» le pregunté

«¿Quieres casarte conmigo, señorita Swan?»

«Sé que pasaré el resto de mi vida a tu lado. Nada más apropiado que estar casada con una mujer increíble, ¿no crees? Tengo que asegurarme de que tus bienes sean míos también» sorbí la cerveza y le di un beso rápido en la mejilla, previendo su reacción

«¡Emma!» me dio una palmada en el brazo a modo de reprimenda «Entonces, ¿solo estás conmigo por interés?»

«¡Claro! ¡Interés en hacerte cariños, interés en amarte, interés en hacerte feliz, interés hasta en comerte!» reímos

«¡Idiota!» Regina mordió un generoso trozo de masa «Hum, considero justo estar casada de aquí a un tiempo. Quien no tendrá la misma opinión es tu madre, ¿no?»

«¡Ay, la señora Mary Margaret! Esa es más difícil de roer. Me sorprendí de lo bien que pudiste llevarla, mi amor» señalé «Creí que no fuese a bajar la guardia, pero conseguiste algo grandioso»

La morena suspiró, se giró hacia mí y me miró de frente

«Tengo que contarte algo» su rostro era una mezcla de preocupación y diversión «Pero no quiero que te enfades, o que hagas ninguna tontería»

«¡Habla! Me estás poniendo nerviosa y preocupada»

«Tu madre...ella...sospecho que me puso algo en mi bebida para que me provocara diarrea»

«¿Qué?» casi escupí la cerveza «¿Cómo es eso, Regina?»

«¡Calma! He dicho que no te quería así»

El dulce sabor de la rutinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora