C a p í t u l o 10.

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Actualidad {14 de marzo de 2007}

La mañana del sábado se hacía presente y la inicie comenzando a abrir mis ojos. Sentí los brazos de Pablo abrazando mi cuerpo desnudo, otra noche que nos habíamos desvelado haciéndonos uno. Baje un poco la cabeza y vi a Pablo junto a su torso también desnudo pegado a mi y durmiendo. Sonreí al ver que lo tenía en mis brazos y bese su frente. Observe como sus parpados se abrían lentamente dejando a la vista sus hermosos ojos celestes, lo primero que hizo fue sonreírme.

— Hola mi amor-r-r-r-r — Habló alargando la "r" y poniendo una voz de un nene chiquito— Que hermosa que estás.

— Pablo recién me despierto — Reí— No estoy linda cuando me levanto.

— Es que vos no sos linda, sos preciosa, hermosa, perfecta — Comenzó a hacerme cosquillas y no podía parar de soltar carcajadas. Las sabanas que cubrían nuestro cuerpo habían terminado en el suelo.

— ¡Ay Pablo! —Dije entre risas— Vos también sos hermoso mi amor — Comencé a llenar de besos su cara mientras ponía mi voz mas aguda . 

— Hace un montón no me llamabas mi amor. — Mostró todos sus dientes y yo lo imite. Sentí su cuerpo posicionarse sobre mí y a él comenzar a besar mis labios— ¿Te acordas cuando iba a ser tu fiesta de quince y dijiste que no sabías bailar el vals? — Preguntó entre besos y yo asentí— Me acuerdo que me dijiste que no tenías con quien bailar porque ni tu papa ni tu abuelo estaban y yo fui quien bailo como media hora esa estúpida canción clásica con vos.

10 meses atrás {20 de mayo de 2006}

— ¿Qué haces tirada en la mesa de pool? ¿No deberías estar ensayando el vals? — Solté una carcajada al escuchar la expresión de mi novio.

— Pareces más emocionado por mi fiesta de quince vos que yo Pablo. 

— En serio te digo Marizza. — Frunció el ceñó.

— Primero no se bailar el vals y segundo no tengo a mi abuelo y al señor que puso el esperma menos. — Baje mi cabeza pero después de segundos sentí las manos de Pablo en mis mejillas haciendo que vuelva a fijar la mirada en el.

— Primero yo te enseño y segundo vas a bailar conmigo señorita.

—  ¿Harías eso por mí? 

— Eso y mucho más Marizza. Ya te dedique una canción, estoy a tus pies. 

Comencé a reír y sentí como el me jalaba del brazo para capturar mis labios y comenzar a moverse para ¿Bailar? el famoso vals.

— Un, dos, tres, un, dos, tres. Tenes que contarlos y tratar de no pisarme amor. — Sonreí apenada y coloque mis manos en su cuello comenzando a bailar con el.

Actualidad {14 de marzo de 2007}

— Una de las únicas cosas que hiciste bien. — Escupí seca sin darme cuenta.

— ¿No podes parar de pelear ni un segundo vos no?  

— No — Reí —  Pero te voy a cortar el mañanero de todas formas — Lo aparte de mí y me senté en el sillón de la sala— Quiero que me hagas el desayuno.

— ¿Cómo cuando estábamos juntos?— Me preguntó con una sonrisa— No te preocupes por el mañanero después me lo compensas.

— ¿Podes dejar de recordar cuando estábamos juntos y prepararme algo de comer? — Pregunté mientras me colocaba el brasier y me quedaba así, como si estuviera en bikini ya que con Pablo tenía toda la confianza del mundo.

— No puedo ¿Sabes por qué? Porque gracias a esos recuerdos estoy vivo. El que hayamos estado juntos me salvo. Y sé que te lastime un montón, pero no me arrepiento. Porque las chicas siempre elijen al que las hacen sufrir. — Solté una pequeña risa y lo abracé por detrás — No, sí que me arrepiento. Quiero hacer todo bien esta vez.

— ¿Está vez? No estamos juntos Pablo. — Le aclaré.

— Ya sé, pero vamos a volver a estarlo. Esta escrito en el destino. — Mordí mi labio y después de estar segundos en esa pose bese sus labios — Además parecemos casados, yo te preparo el desayuno y vos andas en pelotas.

— ¡Tengo la ropa interior tarado! — El rió y beso mis labios una última vez en esos minutos para después comenzar a preparar tostadas con mermelada de frutilla. Decidí sentarme en el sofá y prender la televisión.

— Tostadas con mermelada. — Puso el plato que contenía estas en la pequeña mesa frente al sofá junto a dos vasos de chocolatada.— Sí ya se lo que me vas a decir, pero prefiero mil veces una leche con chocolate a un café asqueroso. — Solté una carcajada.

— Primero amo el café y segundo Pablo tenemos dieciseis años ¿Es joda? —  Pregunté mientras ponía una de las tostadas en mi boca y comenzaba a comerla.

— Tenes quince vos, en dos meses cumplís los dieciséis. Ahí vas a volver conmigo y otra vez va a ser el mejor cumpleaños de tu vida.

— ¿Me estás tratando de una nena chiquita? — Hice puchero y puse aquella misma voz mientras le daba un sorbo a la chocolatada.

— Siempre vas a ser mi nena chiquita.

Mostré todos mis dientes y segundo después estaba besando los labios de mi ex novio. Creo que la mañana se paso en comer tostadas y terminar esa chocolatada viendo Los Simpsons, como si tuviéramos cinco años menos. 

— Definitivamente sos el amor de mi vida. — Habló cuando me arrojo a las sabanas de mi enorme cama.

— ¿Qué onda que estas super romántico últimamente? — Pregunté mientras el besaba mi cuello.

— Quiero recuperar lo más valioso y hermoso de mi vida. A vos.

Tire mi cabeza hacía atrás estremeciéndome cuando sus besos bajaban por todo mi cuerpo hasta sacarme las bragas. Ahora era yo quien sacaba su ropa interior con una mano mientras que con la otra tomaba la cara de Pablo para besarlo.

— Es mi turno. — Le desafié y me coloque sobre él— Estoy cansada de que siempre lleves el control de la situación.

— Para para — Rió— Vos siempre sos la que tomas el control.

— En mi historia no es así. — Le sonreí.

— No es tu historia, es nuestra historia.

Sentí como levantaba un poco su cabeza para poseer mis labios mientras yo me movía sobre él. A penas nos separamos por falta de aire solté un gemido y el hizo lo mismo mientras yo volvía a clavar mis uñas en su espalda como tantas otras veces. Calló mis gemidos chocando fuertemente sus labios con los míos, nuestras lenguas estaban en guerra y podíamos soltar varios jadeos de vez en cuando. Cuando menos lo esperaba sentí como con sus brazos me dejaban debajo de él.

— Ahora yo tengo el control ganadora.

Apreté la sabana y pegué un grito mientras rasguñaba su espalda cuando comenzó a embestirme cada vez más fuerte.

— Pueden pasar mil hombres, pero ninguno te va a hacer sentir como yo Marizza. — Me susurro en mi oído.

— No paso ni va a pasar ninguno. Sos el único hombre en mi vida. — Me sincere y el le dio un beso corto a mis labios. — Y pueden pasar mil mujeres, pero ninguna te va a partir la cabeza como yo. — Termine de decir para morder su oreja y después de unos minutos tener una segunda ronda.

— Amo hacer el amor con vos. Te amo a vos en tu totalidad.


Asignatura pendiente. [Pablizza]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora