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...-Oírla decir “mi amor”, después de tanto tiempo, y con el tono de su voz tan triste, me hizo estremecer lo más hondo de mi ser-...

–¿Cómo me acabaste de llamar?
–(Ingrit): Sé qué decirte “mi amor”, después de todo éste tiempo, es una gran sorpresa para tí; pero sí he de confesar todo; ésto también es parte de la confesión, la cuál debo hacer, antes de irme a otro mundo, y quizá ya no vuelva a verte...
–¡Por favor, no digas eso!

-Ambos estamos llorando de una forma tan dolorosa, que hasta los ángeles deberán estar llorando por sólo vernos así. No quiero qué me confiese algo que ya sé, no quiero saber qué se está dando por vencida, no siento las suficientes fuerzas para verla destrozada por decirme algo qué no quiero saber más.
Ella me pone el dedo indice en mis labios, y con su pulgar me acaricia el rostro para secarme las lágrimas qué caían sin medida alguna, de igual manera hago yo, para intentar detener la confesión qué nos duele a los dos-...

–(Ingrit): Déjame continuar con ésto, porqué es necesario con nosotros hacerlo. Nos dolerá, pero tal vez hayan momentos más lindos para recordar éste con una sonrisa, mirando hacia el cielo...
–Está bien, es sólo qué me duele mucho verte así...
–(Ingrit): Y créeme qué lo que te diré a continuación, te dolerá mucho más qué simplemente ésto...
–¿Entonces, deberé dejarte continuar, sabiendo qué nos dolerá mucho?
–(Ingrit): A veces, el dolor más grande qué podamos sentir resultará ser la alegría de un mañana qué parece ser lejano.
–Está bien, sólo quiero que sepas que deberás decirme cuándo no te sientas capas de seguir. Yo lo entenderé...
–(Ingrit): Perfecto.
Verás, aquél día, en el qué tuve que irme, juré que dejarías de ser mi amor, pero...

ELLA NO ME AMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora