El despertador sonó a las 7:00 AM. Tai extendió su brazo, palpando en busca del botón para apagarlo. Ese molesto artefacto generaba un estruendo desagradable que no facilitaba precisamente el despertar. Abrió los ojos y bostezó.
Si, el primer último día había llegado. Realmente no se sentía diferente ni emocionante. Lo tomaba como cualquier otro día de su vida. No le emocionaba para nada saber que a partir de hoy sería un estudiante de sexto año.
Se vistió lentamente con mucha modorra y luego se encaminó hacia la cocina. Su hermana y su padre ya estaban allí, sentados y desayunando. Su madre, como siempre, preparaba su desayuno, dado que él siempre era el último en levantarse.
—¡Ay aquí vino! ¡Mi estudiante avanzado!— Dijo su madre con emoción.
Tai resopló. No entendía porque su familia hacía tanto revuelo al respecto. Solo terminaría la escuela superior en un año; recién comenzaba todo. Pero su madre era exagerada.
—Mamá, es mi primer día no me he graduado aún.— Comentó mientras se sentaba y se servía sopa de alga y cebolla.
—Es que en un año no te tendré más aquí conmigo. Ya no serás mi niño. Estarás volando solo.— Dijo con un dejo de tristeza en sus palabras.
El castaño suspiró. Se imaginaba que tendrían esta charla y que ella se pondría mal, pero no pensó que minutos antes de irse a la escuela estaría enfrentando los planteamientos de una madre con nido vacío. Claro, sabía que el próximo año se iría a la Universidad de Kobe para estudiar diplomacia. Ya lo tenía decidido. Cuando se lo comunicó a sus padres, su madre, por supuesto, hizo un escándalo. ¡Su hijo estaría estudiando a solo seis horas de Odaiba! No podría soportar tenerlo tan lejos. Pero era por su futuro; él quería ir a una buena universidad, y estaba seguro de que no entraría a la Universidad de Tokio con sus calificaciones actuales. Este año se esforzaría para poder ingresar a Kobe; era hora de madurar y pensar en su futuro de una vez por todas.
—Tendrás a Kari para regañar y hacerle tus recetas especiales durante tres años más, madre. — Dijo con una sonrisa burlona hacia su hermana. Esta lo miró con odio.
—Este año podrías traer una novia oficial a casa, así mamá se queda tranquila.—Retrucó ella.
El castaño hizo una mueca de dolor. Kari le había dado en su punto débil. Su madre jamás había podido entender porque nunca había llevado una chica a su casa.
—Podríamos conocer a alguna de las muchachas con las que sales, es cierto. Me gustaría cocinar para tu novia.— Dijo con un brillo en sus ojos. Realmente su madre tenía que superarlo. Tai no traería a nadie a casa, eso estaba más que claro.
—No se para que quieres eso, si con lo que come T.K cada vez que viene casi no alcanza para los demás.
Touche. Le había ganado a su hermana esta vez, estaba seguro.
—O podríamos llamar a Mimi, tal vez quiera darse una vuelta por Odaiba.— Contestó su hermana con una sonrisa maliciosa.
Evidentemente, había dado en el blanco. El senpai suspiró al pensar en Mimi, la pequeña y dulce castaña. Cada vez que ella cruzaba su mente, un vacío se apoderaba de su corazón, sintiendo un nudo en la garganta.
Hacía un mes que no tenía noticias de ella. La última vez que les hizo una visita fue durante el verano antes de que él comenzara la escuela secundaria. Al principio, eran reuniones entre los antiguos Digielegidos. Todos estaban felices de tenerla, aunque fuera solo de visita por unos días. Pero con el tiempo, se volvieron más cercanos. Solían pasear por la playa que estaba frente a la escuela primaria a la que habían asistido. Disfrutaban viendo el atardecer, sentándose a charlar sobre la vida y debatir temas curiosos.
Comenzó a pensar que esta vez la vida no lo traicionaría y que había encontrado en Mimi a una persona especial, alguien que lo entendía y valoraba. Todo parecía ir sobre ruedas, hasta el último día de su estadía.
Tai le confesó que habían sido unos días maravillosos y que no quería perder el contacto con ella de ninguna manera. Mimi se mostró sorprendida, quizás no esperaba esa declaración, pero le sonrió y aceptó la propuesta.
se escribían a diario por correo electrónico, pero no se habían vuelto a ver. Tai planeaba una visita para las vacaciones de primavera, ya que con su trabajo de verano había logrado ahorrar lo suficiente. Sin embargo, de repente, Mimi dejó de responder. La preocupación comenzó a apoderarse de él; tal vez le había sucedido algo. Mimi nunca se ausentaba de las redes sin previo aviso. Pero luego, Davis llegó con la noticia de que haría un viaje para visitar a Willis y a Mimi en los Estados Unidos, lo que desconcertó a Tai. ¿Lo estaba evitando? Se sintió estúpido por haber esperado una respuesta durante todo un mes que nunca llegó. Pero ahí estaba, 1 de septiembre y aún sin saber absolutamente nada, decidió ahuyentar esos pensamientos de su cabeza.
—Quizás pueda sorprenderlos a todos y este año sí conozcan a una novia mía. — Y dicho esto, salió corriendo de su apartamento.
Estaba por agarrar su bicicleta para emprender el camino hacia la escuela cuando sintió que lo llamaban.
—Hermano, espera. — Kari estaba agitada. — No te enfades conmigo, no quería angustiarte, solo te estaba peleando como lo hago siempre.
Él la miró. La menor de los Kamiya estaba diciendo la verdad. Sus ojos reflejaban sinceridad. Estaba apenada por su comportamiento.
—No importa, Kari. Solo recordé fantasmas del pasado, ya estoy bien.
Ella se acercó hacia él y lo rodeó con sus brazos. Era bastante reconfortante.
—Bueno, basta de cursilerías y vamos a la escuela.
Emprendieron el camino hacia la escuela secundaria de Odaiba, donde estudiaba Kari, a solo dos cuadras de la escuela superior. Iban en silencio, ya que ninguno de los dos se animaba a hablar después de haber tocado un tema tan delicado como el de Mimi. Cuando llegaron a la escuela, Kari lo abrazó fuertemente. Al separarse, pudo observar que detrás de su hermana se encontraba Davis.
—¿Qué hay campeón?— Saludó a su compañero de equipo de años.
—¿Cómo está el Sempai?— Respondió este tendiéndole una mano.
—Aquí estoy, tratando de superar el último año.— Bromeó. — ¿Cuándo llegaste de América?
—Anoche.
—-¿Y cómo ha estado ese viaje?
Davis lo miró con recelo.
— Willis estaba más impredecible que nunca, me llevó a tantos lugares que ya no recuerdo qué conocí y qué no. — Dijo muy exaltado. — Pero a ti no te interesa saber qué hice con Willis, a ti lo que te interesa es saber si vi o no a la señorita Tachikawa, ¿no es así?
El líder de los elegidos bufó. ¿A caso tan obvio era?
— Pregunté sobre el viaje en general.— Dijo tratando de disimular.
— He estado de a ratos con ella. Se encuentra muy bien. Mejor de lo que te imaginas.— Dijo sonriendo.
— Me alegro que goce de buena salud, imagino que tampoco se rompió su computadora.
Davis negó con la cabeza.
—Debí suponerlo, la princesa me ha estado esquivando y yo, como un estúpido, esperando su respuesta. — Dijo con resignación.
—Davis creo que debemos entrar.- Dijo Kari intentando llevarse a su amigo para que su hermano no se sintiera peor.
—Espera. Lo único que puedo decirte es que tendrás noticias de Mimi antes de lo que te imaginas.— Dijo Davis con mucha seriedad.
—¿Noticias? ¿A qué te refieres? — Preguntó Tai con curiosidad.
Pero Davis se encogió de hombros y entró con Kari, que lo regañaba porque ya estarían llegando tarde.
El castaño quedó inmóvil, su mente llena de pensamientos sobre lo que acababa de escuchar. De repente, sintió un toque en la espalda y se dio vuelta. Era Matt, su mejor amigo, con una sonrisa de oreja a oreja. "Otro emocionado por el último año", pensó. Sin decir nada, simplemente caminó junto a su amigo en silencio hasta que llegaron a la escuela. Definitivamente, su año comenzaba de una manera diferente a la que había imaginado.
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El hilo rojo (En corrección)
FanfictionEste es un fanfic basado en personajes ficticios del anime Digimon Adventure Tri, pero solo he tomado sus personajes principales y he modificado sus historias personales. Hay un poco de aventura y acción. Pero me centré más en la historia de amor qu...