Capítulo 34

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Mimi se paró frente al portero de la casa de los Kamiya. Dudaba en como dirigirse a quien sea que la atendiera. Estaba muy nerviosa. Entonces juntó fuerzas y tocó el timbre de manera impulsiva, y al segundo de hacerlo ya se había arrepentido.

Era la primera vez que iba a cenar a esa casa como la 'novia oficial de Tai'. Eso la tenía con los pelos de punta. Toda su vida se había imaginado ese momento pero lo cierto era que o sabía cómo actuar. Tenía miedo de arruinarlo todo con su torpeza.

Rato más tarde se encontraba adentro.

-Mimi te estábamos esperando. He hecho Karaage para la cena ¿Te gusta? Puedo hacerte otra cosa sino.

-Oh Karaage está bien señora Kamiya.- Dijo Mimi avergonzada.

-¡Oh llámame Yuuko! Tai está en su habitación. No puede hacer muchos movimientos así que pórtense bien.- Dijo guiñándole un ojo. Mimi se ruborizó y enseguida entró al cuarto de su amado, a quien encontró recostado sobre su cama mirando al techo pensativo.

-¿Cómo está mi Romeo?- Dijo mientras se acercaba a él con una sonrisa. Últimamente cada vez que lo veía volvía a tener esa sonrisa tonta en su rostro. Era inevitable.

-En mi mejor momento. – Dijo este señalando el cuello ortopédico que llevaba puesto.

-Aún así eres el más apuesto de Odaiba.

-No me digas esas cosas porque me las voy a terminar creyendo.

Mimi sonrió y lo besó. En ese momento el moreno rodeó su cintura y la apretujo contra su cuerpo. Ambos eran como uno solo. No había nada más en el mundo más que ellos.

Podía sentir como Tai le besaba el cuello y a su vez acariciaba su cintura. Sentía el contacto con su piel y se estremecía. Eso era muy peligroso.

-Podrían entrar tus padres... además estás herido.- Dijo la castaña. Pero el moreno hizo caso omiso a sus palabras y la arrastró hacia su cama donde se recostaron y quedaron largo rato besándose. Cada vez era más difícil controlarse.

-Tai.. Por favor.- Pidió la castaña.

El moreno se detuvo.

-El otro día en tu casa no me pedías que me detenga.- Dijo con recelo.

-Lo lamento es que estábamos solos...

-Está bien. Siéntate ahí y cierra los ojos.- Dijo y se dirigió a buscar una cajita roja que se encontraba en el cajón de su mesa de noche.

Mimi se encontraba sentada como el moreno le había ordenado. No sabía que iba a suceder. De repente sintió en su cuello el contacto de algo frío. Se sentía como una cadena.

-Abre los ojos.- Dijo el moreno.

La ojimiel se miró al espejo y vi como tenía colgada una bella cadena de oro blanco con un dije que contenía una piedra de ópalo.

-Es bellísima. Pero no tenías que regalarme nada.

-Tenía que obsequiarte algo por nuestro cumple mes. Perteneció a mi abuela.

-¡Oh Tai! No puedo aceptarlo... es demasiado.

-Para ti nunca nada será demasiado. Eres mi todo.

Entonces esta vez la castaña lo tomó del rostro suavemente y comenzó a besarlo. Otra vez la situación era difícil de sostener... en cualquier momento alguno de los dos perdería los estribos.

Pero en ese instante a Tai se le vino Minako a la cabeza y todo lo ocurrido el día del accidente. Entones se separó de su amada rápidamente.

Ella extrañada se quedó observándolo.

-¿Qué sucede?- Preguntó preocupada.- ¿Te he lastimado?

-No Fue muy lindo... solo que antes de seguir con esto debo ser sincero contigo...

Pero en ese momento se oyó la voz de la señora Kamiya que los llamaba a cenar. Entonces se dirigieron al comedor dejando pendiente su conversación.

Allí estaban ya en la mesa los señores Kamiya y Kari que les sonreía. Allí iba a empezar su primer cena con su nueva familia.

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El hilo rojo (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora