Capítulo 46

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Kari se encontraba sentada sola, en un banco frente a la escuela. Hacía aproximadamente una hora que habían terminado sus clases, pero no se sentía con ánimos de volver a su casa.

Tenía demasiados problemas en su cabeza. Necesitaba resolverlos de a poco o iba a enloquecer. Entonces alguien le tocó el hombro.

Era Tk, quien estaba sonriéndole detrás de una pila de libros.

-¿Qué estás haciendo aún aquí? Las clases han terminado hace un rato largo.- Dijo el rubio sentándose junto a ella.

-Necesitaba despejarme un poco y estar sola.

-¡Oh, lo lamento! Y yo estoy aquí molestándote. Ya me voy...- Dijo levantándose. Pero la Kamiya menor lo tiró del brazo para que vuelva a sentarse.

-Quédate. – Pidió. Entonces obediente Tk volvió a sentarse a su lado.

-No hemos tenido tiempo para hablar de lo que ocurrió entre nosotros.- Dijo ella.

El rubio suspiró. Había estado pensando en ello durante toda la mañana.

-Sí, bueno. No es que te exija una decisión...Es decir, sé que estas con Davis. Pero yo sentí que a ti también te gustó ese beso.- Dijo él con total sinceridad.

-Creo que estamos llegando al límite de esta situación. No puedo darte ningún tipo de respuesta. Tengo una gran preocupación por mi hermano en este momento pero... - Se detuvo. Entonces lo tomó de las manos.- No sé si fue la nostalgia, o qué, pero también me gustó ese beso. ¡Tk estoy tan confundida! ¡De verdad amo a Davis! ¡No quiero lastimarlo!

Eso último hizo confundir más al rubio.

-¿Lo amas? ¿Lo amas pero te gusta mi beso? De verdad no te entiendo Kari.

-Es lo que realmente siento. Lo lamento tanto... Es decir, hasta ayer estaba totalmente segura que quería seguir con Davis pero hoy...

-¿Hoy qué?- La cortó Tk tajante.

-Hoy no sé si quiero estar con él o contigo o con nadie.- Y dicho eso se largó a llorar.

El rubio no pudo más que abrazarla. No podía verla sufrir de ese modo, aunque estuviera enfadado por su indecisión.

En ese momento apareció Davis, quien salía de su práctica de fútbol y se topó con esa escena.

-Oigan... de verdad no quiero hacer la escena del novio celoso. Hoy en la escuela entendí que estuvieron juntos toda la mañana porque estaban preocupados por sus hermanos pero ¿Esto es necesario?- Se quejó el castaño.

Ambos se separaron de inmediato. Kari intentó limpiarse sus lágrimas lo más rápido posible y le hizo un gesto para que se siente junto a ellos.

-Creo que es hora de hablar con él.- Dijo mirándolo a Tk. El rubio asintió.

-¿Qué está pasando aquí?- Preguntó el castaño con desconfianza.

La Kamiya menor se quedó un rato meditando como podía encarar ese tema.

-Hay algo que debo decirte, Davis. Y no estoy muy orgullosa de ello.- Dijo al fín.

-Dime.- El muchacho al escuchar el tono de voz de su novia enseguida presintió que nada bueno estaba ocurriendo.

-Tk y yo hemos estado hablando respecto de todo lo que ha pasado entre nosotros en todo este tiempo. Él me dijo que estaba aceptando nuestra relación y ambos llegamos a la conclusión de que a pesar de todo no podemos estar más tiempo lejos. Nos lastimamos.

-Me parece bien. Nunca me opuse a eso, siempre pensé que deberían hablar y ser amigos.- Respondió Davis.

-Lo que sucede es que luego de hablar eso... tuvimos un momento de debilidad y nos hemos besado.- Dijo ella sin dar más vueltas.

El castaño tardó un momento en procesar esa información.

-¿Qué ustedes qué?- Preguntó perdiendo la calma.

-Lo lamento tanto. Eres a la última persona a quien lastimaría. Te lo juro.- Respondió ella.

-No, Kari. Esto ya no es para mí. Debí pensar que era demasiado que una chica como tú se fije en mi. No voy a dejar que me vuelvas a lastimar. Lo lamento pero no quiero ser parte de esto adiós.- Dijo el castaño con lágrimas en sus ojos, levantándose del banco.

-¡Davis espera!- Gritó ella pero él ya se estaba alejando demasiado de ellos.

Acababa de cometer un suicidio. Su relación con Davis estaba finalizada. Tk sin embargo permaneció inmóvil a su lado. Pero ella lo ignoró, se levantó y corrió para su casa. Necesitaba estar sola y encerrarse en su cuarto mínimamente una semana.

A su vez, Izzy permanecía en silencio junto a la castaña. Estaban emprendiendo el regreso para sus casas. Nadie decía nada debido a la impactante confesión del pelirrojo. Cuando llegaron al edificio de Mimi fue él quien rompió el silencio.

-Mimi, lo lamento tanto. No era mi intención arruinar nuestra amistad. Tú pediste que te lo dijera.

-Está bien. Reconozco que suelo ser un poco molesta cuando quiero saber algo.

-Quiero que sepas que jamás haré nada para incomodarte. Haré lo que me pidas, si tu quieres puedo alejarme de ti.

-¿Sabes? Mi cabeza es un torbellino en este momento. No estoy segura de saber lo que quiero. Mejor lo hablamos mañana ¿Si?

-De acuerdo.

Entonces ambos se despidieron. La castaña entró a su casa y se dirigió a su cuarto. No podía entender como era que eso había ocurrido.

Siempre había sentido un especial aprecio hacia el pelirrojo. Es decir, era una de las personas que siempre la había entendido de mejor modo, pero nunca se había planteado la posibilidad de que el tenga otro tipo de sentimientos hacia ella.

Pero de repente la puerta sonó, interrumpiendo los pensamientos de la castaña.

-¿Quién es?- Preguntó. Pero nadie respondió del otro lado, así que tuvo que levantarse a abrirla. Del otro lado se encontraba Michael. Ella bufó.

-¿Otra vez tu aquí?- Dijo enojada.

-Lo siento, pero enserio no vengo a molestarte. Es importante lo que tengo para decirte.


El hilo rojo (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora