Capítulo 2

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-Esperaré aquí en el jardín a que se haga el horario de entrada, no tengo muchas ganas de estar encerrado.- Le dijo a su amigo.

-Solo faltan diez minutos para el inicio de clases, debes apresúrate.- Le espetó este.

-Lo sé, solo déjame relajarme un poco, estoy bastante consternado con algo que me acaban de decir.

Su amigo dudó pero no preguntó nada al respecto. Cuando Tai se ponía así era porque algo le había ocurrido y no iba a contarlo. Así que decidió subir las escaleras y dirigirse al aula de sexto año. Después de todo el si quería disfrutar de su "último primer día".

En el jardín de la escuela media de Odaiba, se podían observar variedad de árboles, principalmente los de cerezos. El castaño se encontraba sentado sobre un banco debajo de la arboleda y observaba el paisaje pensando.... Pensaba en su futuro, en su situación sentimental...

Durante dos años había salido con algunas chicas, pero nunca más de tres o cuatro citas. No quería relacionarse seriamente con nadie, su cabeza siempre estaba en otro lugar. Sabía que debía seguir con su vida, pero no había llegado nadie que le cambiara el mundo. Quizás era un romántico o un fracasado. Hacía tres años su mundo se había caído al enterarse que la chica de la que había estado enamorado desde siempre, estaba saliendo con su mejor amigo. Pero en lugar de actuar con berrinches, decidió enfrentarlo maduramente y animarla a a que se juegue por esa relación. Existe el dicho de: "Si la quieres déjala volar". Y eso hizo, dejó que Sora volara junto a Matt. Y ahí estaban, tres años después, como tortolos paseándose por los pasillos de la escuela.

Al principio le molestaba verlos. Pero luego de ese verano junto a Mimi, todo cambió y ya no existía ningún tipo de resentimiento hacia sus dos amigos.

Se levantó, ya debía de ser la hora de entrar no podía llegar tarde, menos ese día. Corrió por las escaleras y por el pasillo. ¿Dónde estaría el aula de sexto año? Había sido un tonto al no preguntarle a Matt. Mientras corría buscando alguna señal de donde debería ir, se chocó con alguien y ambos cayeron al piso.

Se golpeó la cabeza, pero al parecer la señorita que había producido su caída, había corrido con la misma suerte, hasta tenía una lastimadura en su rodilla.

-Sería genial que me des la bienvenida con un fuerte abrazo y no con un chichón en la cabeza, Kamiya.- Dijo esta tendiéndole sus brazos para ayudarlo a levantarse.

Tai se quedó petrificado. Esto no podía ser posible. Estaba tan consternado que estaba alucinando... frente a él se encontraba la mismísima Mimi Tachikawa.

De pie, observando su herida de la rodilla. Vestía el uniforme de la escuela, con su saco celeste y su pollera a tablas azul. Lucía el pelo suelto y castaño, como la última vez que la había visto.

-¿Vas a decirme algo o te comieron la lengua los ratones?- Dijo sonriéndole.

-Yo... No sé que decir...- Contestó confundido.

Ella lo abrazó. A Tai se le aceleró el corazón. "Oye no es momento de actuar, si sigues con ese ritmo ella lo notará, estamos demasiado cerca". Pensó. Al parecer la muchacha no tenía intenciones de entrar a clase porque se quedó apretujada a él durante unos minutos.

Cuando se separaron un maestro salió del aula de enfrente observándolos con cara de pocos amigos.

-¿Kamiya piensa entrar tarde a su primer clase de sexto año?- Era el profesor Oyaji. El malo de las matemáticas.

-Eh... lo lo lamento so solo me retrasé...- Dijo tartamudeando. Estaba haciendo el ridículo, claramente.

-Si me imagino. Usted andaba haciéndose el galán con la nueva estudiante de quinto año, pero debo comunicarle señor Kamiya, que si su conducta es como la de los años anteriores, no habrá universidad que lo acepte, así que entre al aula y compórtese como debe.

Tai agachó la cabeza y entró al aula.

-Y usted señorita, debería ir a la enfermería para que le vean esa herida.-Dijo dirigiéndose a la castaña recién llegada.

Mimi se dirigió a la enfermería. Cuando llegó lo atendió una mujer de unos 30 años de edad, quien le indicó que se sentara en una camilla.

-Se ve fea esa herida ¿Qué ocurrió?- Cuestionó.

-Solo me choqué con un compañero y ambos terminamos en el piso.- Respondió ella rascándose la cabeza sonriéndole a la enfermera.

-Estas cosas en este colegio suceden todo el tiempo, los muchachos no ven al caminar. Enseguida regreso con una venda y desinfectante para ti. – Y se fue para la habitación contigua.

De repente notó que no estaba sola. En la camilla de al lado se encontraba sentado un joven de unos diecisiete años, rubio, con orbes violáceas. Este le sonrió.

-Parece que no soy el único accidentado el primer día de clases.- Dijo en tono muy simpático. Mimi no pudo más que sonreír.

-Soy Haru Aoyama, un gusto.- Dijo extendiéndole la mano.

-Mimi Tachikawa, acabo de mudarme a Odaiba.- Exlicó un tanto avergonzada.

-¡Y nuestro suelo te ha dado la bienvenida!- Rió divertido el muchacho.

En ese momento apareció la enfermera. Luego de todo el procedimiento, le agradeció por los servicios prestados y se dirigió nuevamente al pasillo. Estaba llegando tardísimo a su primer clase. Haru caminó junto a ella.

-¿A qué año vas?- Preguntó interesado.

-A quinto.-

-Es este salón de aquí, junto al mío.- Le indicó el rubio con amabilidad.

-Muchísimas gracias, estaba muy perdida en el momento del... accidente.

-No hay porque, ahora entra a clases porque la profesora Niimura va a asesinarte.

La castaña respiró profundo y reunió el valor para abrir la puerta. Ahí estaban todos sus compañeros escuchando a la profesora y ella junto a la puerta sin saber qué hacer. Definitivamente había empezado el año con el pie izquierdo...literalmente.


El hilo rojo (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora