Capitulo 42.2 Ten un Poco de Orgullo

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*Jared POV*

Por no tener a la gente de los apartamentos vecinos cotilleando -a Scarlett le gustaba sus asuntos privados muy privados- la teletransporté a su apartamento para que no tuviera que salir por la puerta. Estuve así de cerca de robarle un beso antes de dejarla pero me contuve, me encontraba guardando la distancia. Quise decir lo que había dicho tan seriamente cuando lo dije; Quería que admitiera que me deseaba antes de tocarla. Nos habíamos besado antes dos veces y dos veces había retrocedido llena de excusas. Esta vez no habría nada, y nadie podría echarse atrás. Me aseguraría de ello.

Y me aseguraría de que dijera mi nombre.
Antes de que cualquiera de esto fuera a ser posible, había algo que tenía que hacer primero.

Fue Yolanda quien abrió la puerta cuando fui al apartamento. Como de costumbre, el interior era un desastre: pintauñas abiertos sobre la mesa, ropa tendida sobre el sofá, zapatos aquí allí y por todas partes, botellas de TNS vacías sobre casi cualquier superficie. En una palabra, las tres eran vagas. Eran tan malas que la sirvienta se había ido a la huelga.

-Jared, hola -dijo Yolanda, llegando a mí con esas uñas acrílicas extrañamente largas-. Te he extrañado.

Evité su toque y avancé dentro del apartamento. Giselle y Leila aparecieron de la cocina en cuestión de segundos, ambas radiantes y listas para comenzar sus técnicas de seducción habituales. Levanté mi mano como una señal hacia ellas para que detuvieran sus pasos. Las tres chicas estaban ahora mirándome con confusión y desconfianza destellando a través de su cara, mirándose brevemente las unas a las otras. No importaba cómo enunciara lo que estaba a punto de decir sus reacciones serían las mismas. Por lo que, no vi el punto de enmascarar el asunto.

-Las libero de su posición de consorte.

Hubo un breve momento de silencio. La sorpresa hizo eco en el interior. -¿No nos quieres más? -preguntó Yolanda después de un minuto o algo así. -¿Qué hicimos? -dijo Leila.

Les eché un vistazo a las tres mientras explicaba. -Mi decisión no es algo que cualquiera de ustedes deba tomar personalmente-. Yo...

-Nos estás reemplazando -dijo Giselle ácidamente. Ella tenía el aspecto de alguien que estaba considerando cómo hacer el asesinato perfecto.

Leila jadeó y luego levantó una ceja. -Si lo está, todos sabemos quién es la culpable.

-Sí -escupió Yolanda, frunciendo el ceño hacia Giselle-. Es tu culpa por ser tan pesado con él todo el tiempo, persiguiéndolo.

Las manos de Giselle se cerraron en un puño. -No estaba siendo "pesada todo el tiempo" -Oh lo era-. No es mi culpa si soy la favorita y le gusta tenerme cerca.

Nada de esto era inesperado. Habíamos pasado por algo parecido antes cuando casi incorporo a otra consorte. Todas ellas se volvieron inseguras y reiteradamente preguntaban que habían hecho mal, si las estaba castigando. Yolanda se volvió una llorona. Leila se convirtió en una preguntona. Giselle se volvió eficiente y no podía dejar ir el asunto. A continuación, todos ellas se pelearon. Con esto en mente, sabía que esto podría seguir durante toda la noche. Tiempo para cortarlo y arrancar la tirita enseguida.

Antes de que pudiera hablar, Giselle se volteó hacia mí y habló-: ¿Por quién nos sustituyes?

-No necesito darles explicaciones. Mi decisión, ha sido tomada eso es todo lo que necesitan saber. Tienen una semana para encontrar un alojamiento alternativo.

Ignorando sus ruidos de protesta, procedí a salir del apartamento. Podría dejarlas quedarse si no fuera por el hecho de como se vería para los demás, y más importante para Scarlett, que yo aún seguía usándolas de consortes. Había creído al principio que había tenido consortes durante mucho tiempo que sería extraño de repente no tener ninguna. Pero ya no era así.
Cuando alcancé la puerta, hubo un tirón en la parte posterior de la camisa. Me giré bruscamente, listo para reprenderla. No había esperado ver la visión que estaba entonces delante de mí.

Scarlett.

Mi reacción inicial fue soltar una respiración e implantar calidez en mi rostro. Pero a continuación, la realidad me golpeó. Suspiré, irritado.

-Giselle, ¿qué haces?

-Esto es lo que quieres, no es así -dijo amargamente.

-Giselle, esto es...

-Puedo darte eso. No tienes que hacerla tu consorte, no necesitas hacer todo esto, te puedo dar eso.

-Tienes una semana para largarte -repetí.
Antes de que pudiera abrir la puerta se arrojó delante de mí, todavía físicamente una imitación perfecta de Scarlett, apoyada contra la puerta. Sus manos agarraron mi camiseta.

-Jared, escúchame. Puedo darte lo que quieres. Si esto es lo que quieres ver, quién quieres ver, entonces esto es lo que seré. Y seré mejor que ella. Podrás verla delante de ti como esta, pero no tendrás que lidiar con toda la mierda que tira. No insistiré en ser tu única consorte. No te hablaré con desprecio. No seré irrespetuosa contigo. No pelearé contigo.

Suspiré. -Lo sé. Es por eso que nunca serás ella.

-Entonces, ¿qué estás diciendo, que no es suficiente porque ella te importa?

Por un segundo mi mente se puso en blanco, pero luego deduje que por supuesto que no. No podía. La única gente que me importaba eran Nathan y Ricardo. No tenía sentimientos cuando se trataba de mujeres. Ya había estado por encima de todo esto antes; solo porque la deseaba tanto como lo hacía, no significaba nada. Era solo lujuria a muy gran escala. A muy gran escala. Eso era todo lo que podía ser.

Quité las manos de Giselle de mi camisa.

-Ten un poco de orgullo. -Y entonces me fui.

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