8. Primeras (desastrosas) citas

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Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca, nunca se borran.
(Palmeras en la nieve, Luz Gabás)


A veces creo que los lectores idealizamos un poco, o mucho, todo lo relacionado al amor. Porque, en los libros, todo suele ser perfecto, el amor a veces duele, pero termina bien, las primeras citas –aunque desastrosas en ocasiones– se disfrutan y los protagonistas se dan cuenta que están hechos el uno para el otro.

Y los personajes...bueno, ni hablar, los protagonistas son perfectos hasta en sus imperfecciones, incluso el más rudo e impenetrable termina sacando su lado cursi y derrumbando sus barreras cuando conoce a la persona indicada...y sacan esas frases que estaban guardadas con llave en su corazón, esas que a los lectores –incluidos los que nos las damos de fríos e insensibles– nos sacan un "Aaww" y te hacen preguntarte cosas como ¿dónde consigo uno así? O ¿por qué mi pareja no es así conmigo?

Y es así, los lectores vamos esperando una historia de libro que difícilmente tendremos... Aunque, en ocasiones, la realidad supera la ficción y nos suceden cosas que nos hacen pensar "Si tuviera talento para escribir...seguro con mi historia me volvería un escritor famoso...". Se vale soñar, ¿no?

"2012, agosto:

A lo largo de ese año tuvimos tres citas y nuestra primera separación... ¿Por qué? Porque esto es la vida real, porque era mi primer amor y cometí errores, porque yo era un estúpido inexperto, porque él era complicado, yo era complicado...porque, a veces, así es el amor.

Pero no nos adelantemos, para eso faltan muchas noches frente a la pantalla y tres citas frente a frente, más los encuentros en Letras...

Ese día que habíamos quedado de vernos después de clases, tuve que cancelarle –de verdad parece que el universo conspira–, debido a un problema familiar. Lo dejamos para el día siguiente, cuando él saliera de clases nos veríamos en una plaza que está a dos calles de Letras, en la fuente... Esa noche no pude conectarme hasta ya pasadas de las 12, él ya se iba, así que lo único que hizo fue saludar y pedirme mi número de celular ‹‹Por cualquier cosa››. A mí, Alexander-inseguro-Lightwood, eso me sonó a que me iba a plantar.

Esa noche casi no pude dormir. Tuve un sueño muy extraño en el único momento en que casi lo logro, cerca de Letras hay un Conservatorio –escuela de música–, soñé que ahí había una especie de procesión de monjes alrededor de la fuente y del otro lado yo veía a Magnus, pero eran tantos monjes que nunca pude llegar a él...

Dieron las 6:00 am y no había dormido más que en el momento del sueño aquel, que me dejó pensando que tal vez la cita era mala idea. Me vestí para ir a Letras, mi ropa de siempre (jeans, un suéter algo viejo y tenis), desayuné rápido y fui a clases. No presté atención a ninguna, primero, porque estaba en modo zombi por no dormir y, segundo, porque en los únicos momentos de semi consciencia mi mente estaba ocupada por Magnus y los nervios por la cita...

Cuando las clases terminaron decidí ir a comer hasta mi casa para hacer tiempo. Invité a Arturo para convencerlo de ir conmigo a la cita:

—No voy a ir. El tipo ese va a decir que yo qué hago ahí.

—¡Por favor! Sólo mientras llega, después te vas. No quiero llegar solo a la plaza, ¿y si me planta?

—No te va a plantar.

—¡Por favor!

—No.

—¡Por favor! Yo lo haría por ti...

Amor entre libros (Malec)/DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora