"Ten cuidado con lo que deseas porque se puede cumplir."
(Frase popular)
Dicen que debemos tener cuidado con lo que deseamos porque se puede cumplir. Eso fue y ha sido exactamente lo que me ha ocurrido siempre con Magnus.
No quería perder la apuesta –aunque siempre las pierdo–, pero, en el fondo, deseaba que me hablara. Que se acordara de mi cumpleaños. Que quisiera verme, aun estando con alguien. Suena patético, pero cuando se trata de amor somos así.
Así que tuve mi cadena de deseos concedidos, uno tras otro, y...
"2013, abril:
Faltaba entonces, aproximadamente, una semana para mi cumpleaños cuando Magnus me escribió. Y yo me quedé como tonto viendo su último mensaje:
‹‹¿Y entonces cuándo puedo verte? Para darte un abrazo al menos, Alexander, con o sin fiesta››
Sigo pensando que es muy injusto que la gente se vaya de tu vida –aunque Magnus realmente nunca se iba, ni se ha ido, del todo– y piense que su lugar siempre estará vacío, esperando por su regreso. Eso hacía él en ese momento. Y yo...yo realmente lo esperaba, siempre lo hice y siempre lo haré. El lugar que él ocupa en mi vida, en mi alma, en mi corazón, siempre estará libre...para él.
Pero el orgullo siempre me ha podido demasiado. Y yo no quería que él pensara que lo seguía amando, mientras él era feliz con Imasu. Y no quería darle la razón a Arturo, ya de por sí era difícil bajarlo de su nube...
Así que, sintiendo como físicamente dolía hacerlo, contesté un: ‹‹Gracias por acordarte, Magnus, pero no creo que sea buena idea››
‹‹...escribiendo...››
Y esa fue mi señal. Yo no era tan fuerte, nunca lo soy si se trata de él, no iba a poder si insistía. Así que cerré la ventana del chat y salí de mi cuenta rápidamente.
Porque el amor nos vuelve patéticos, orgullosos y cobardes. Y lo notamos demasiado tarde.
Todo el tiempo que estuvimos separados yo siempre me imaginaba, así como en un cuento o una novela donde esas cosas mágicas suceden, que un día estuviéramos sólo él y yo en Letras. Sin oportunidad de huir, frente a frente, solos los dos, sin miedo a incomodar o provocar escenas de celos. Un momento los dos para hablar...
Pero también sabía que en el mundo real esas cosas no pasan...o no deberían pasar.
Al día siguiente de nuestra conversación, yo llegué demasiado temprano a Letras. Era viernes y los viernes no había muchos alumnos, ya que íbamos sólo a talleres y no todos los cursan.
El salón estaba vacío, al igual que la facultad. Desierta. Entré y revisé mi celular, me puse a ver fotos de años anteriores, de mis cumpleaños anteriores, pensando en que Magnus podría haber estado en éste, pero no lo estaría...
—Hola —un saludo nervioso.
Estaba tan perdido en mis recuerdos y metido en mis pensamientos, que apenas y me llegó el sonido de ese "Hola", de reojo vi a alguien parado en la puerta cercana a donde yo estaba sentado, pero no le di importancia. No soy de hablar con desconocidos.
—Hola, Alexander —repitió, ya más firme, y su voz me hizo voltear.
Creo que di un pequeño salto del susto en mi lugar, y mi cara empezó a arder. ¿Por qué me hacía eso?
—H-hola —saludé, sin saber muy bien qué pretendía.
—Hola —repitió y no pudimos evitar reír ante lo absurdo de la situación. Sólo nos faltaba hablar del clima.
—¿Cómo estás? Ayer ya no me contestaste...
Ese fue un típico momento "Trágame tierra". Siempre hago las cosas sin pensar, no es como que hubiera podido evadir a Magnus por siempre, cuando estudiamos en la misma facultad. —Tuve que desconectarme...
—¿Eso es un ángel? —me pregunta de repente, totalmente fuera de contexto.
—¿Qué?
—Lo de tu mochila –me dice, señalándolo.
—Ah —mi mochila era en realidad un morral viejo, color vino, y sí tenía un ángel grabado—. Sí.
—¿Sabes? Últimamente he estado escribiendo de nuevo... La otra noche no podía dormir, y pensé en ti...
—Magnus... —no me hagas esto, pensé.
Pero él simplemente siguió hablando: —...en tus ojos, y empecé una historia. La historia de un ángel de ojos azules que se enamora de un demonio. Ya sabes que me gusta también dibujar, ¿me prestarías...?
Entonces se acerca, peligrosamente, hacia mí. Sé que es hacia el ángel, pero el morral está en mi regazo. Así que su rostro termina a la altura del mío. Y entonces lo nota: —¿Tus ojos...?
Lo dice como con duda, interrogando, uno de sus pulgares recorriendo la piel de mis evidentes ojeras. Mis ojos la última vez que los vi estaban muy rojos...
Me retiro de su toque, mi corazón acelerado, mi piel ardiendo ahí donde estuvo su dedo. Las palabras atascándose en mi garganta y apenas logro balbucear: —Se ven con sueño, no dormí bien...
Él vuelve a acercarse y ya no sé cómo huir.
—Alec...
—No, Magnus.
—No he dicho nada —me dice con el ceño fruncido.
—No podemos vernos o hablar. No puedes pretender pasar mi cumpleaños conmigo. No cuando estás viviendo tu cuento de hadas con alguien más... —no sé de dónde saqué el valor para decirle todo eso, pero lo hice.
—Porque tú no quisiste.
—¿Qué? —tuve que haber oído mal.
—Tú no quisiste un cuento conmigo."
¡Así que sí! Tengan cuidado con lo que desean porque se puede cumplir. Y entonces ya no sabrán qué hacer... La frase la leí alguna vez en un relato corto, de una chica cuyo novio muere antes del baile de graduación, y ella pide el deseo, a un ramo mágico, para que su novio reviva una noche para poder ir al baile. Pero cuando el novio aparece, no es lo que ella esperaba... Él no está precisamente vivo, y no van al baile.
Ese era mi caso. Más o menos. Mi deseo se cumplió y yo ya no sabía cómo dar un paso atrás...
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Amor entre libros (Malec)/DISPONIBLE EN FÍSICO
FanficTERMINADA/DISPONIBLE EN FÍSICO» Alec es un simple chico que nunca se ha enamorado. ¿O tal vez sí? Aquella vez, durante la preparatoria, cuando conoció a un chico de esos que llaman la atención de todos, pero no se acercan a cualquiera, no son acce...