17. Apuesta perdida

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Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead.
("Someone like you", Adele)

¿Por qué fuimos tan tontos y orgullosos?

Y lo seguimos siendo. Era más fácil pedir perdón, dar una explicación, ir por el camino más corto. Pero no, a nosotros nos gusta complicarlo todo, ir por el camino más largo y difícil. Nos habríamos evitado tanto sufrimiento, separaciones, momentos incómodos, si sólo no fuéramos unos inmaduros orgullosos...

Ahora que intento recordar y escribir nuestra historia veo que muchas, la mayoría, de nuestras separaciones no tenían buenas razones; mejor dicho, no recuerdo las razones, por eso sé que no eran buenas, no eran suficientes. Eran simples excusas.

Seguramente, casi podría afirmarlo, era miedo. El miedo nos hacía cobardes, miedo a lo desconocido. ¿Y cómo puede algo dejar de ser desconocido si no te arriesgas? Ese era mi problema, yo tenía miedo del amor. El de Magnus nunca lo supe, o sabré.


"2013, marzo y abril:

Los días, las semanas, fueron pasando...

Y yo tenía que verlos juntos. Sufrir la maldita agonía y tortura de ver a Magnus con alguien más, alguien que no era yo.

¿Y por qué no era yo?

A veces, lo veía feliz, y me debatía entre alegrarme por su felicidad y bendecir a este tipo novio suyo, u odiarlos, a él por poder seguir sin mí, y a su Imasu por darle lo que yo no podía, por ser para él lo que yo nunca pude. Como diría Adele:

I heard that your dreams came true.
Guess (he) gave you things I didn't give to you.

[Oí que tus sueños se volvieron realidad,
Supongo que (él) te dio cosas que yo no.]

¿Por qué siempre uso canciones para expresarme o intentar explicar aquellos momentos? Creo que porque a veces es más fácil encontrar en las frases ya hechas –canciones, poemas, novelas– las palabras que buscamos. Porque, aunque reflejan perfectamente el momento, usar las palabras de alguien más pone cierta distancia con los hechos. En cambio, cuando escribes una carta, por ejemplo, o una simple nota para esa persona –se la des o no, en mi caso la segunda–, dejas ahí un pedacito de tu alma, de tu corazón. Y decirte algo tú mismo, o decir las cosas en voz alta, siempre las hace más reales. Así que, por eso, muchas veces me refugio en las canciones.

Hubo una ocasión en que iba ya tarde a Letras, afortunadamente no pierdo gran tiempo arreglándome, así que sólo iría con unos quince minutos de retraso. Iba tomando un yogurt, ya que no alcancé a desayunar, tan perdido en mis pensamientos, que no los noté hasta que ya casi estaba frente a ellos. Estaban afuera de Letras, junto a la puerta principal, abrazados, conversando, besándose... No recuerdo qué hacían, o no quiero acordarme, pero puedo recordar claramente lo que sentí, un desagarre más a mi –ya de por sí– roto corazón, porque, quien lo ha experimentado sabe que duele, físicamente duele.

Me quedé ahí, como tonto, unos segundos, mirándolos fijamente, sólo Magnus se atrevió a hacer contacto visual, un instante fugaz que me bastó para notar su incomodidad... Aunque eso ciertamente no me servía para nada ni me hacía sentir mejor.

Sólo me quedaba preguntarme, si era incómodo para él, si no estaba del todo convencido y feliz en su relación, ¿por qué seguía ahí? ¿por qué seguirme torturando? Porque cuando estás totalmente enamorado, el mundo deja de existir, son sólo tú y esa persona, no te importa, ni notas siquiera, las malas miradas hacia ustedes, no te importa ir tomados de las manos, besarse, abrazarse, a media calle... No te importa romperle el corazón a tu ex.

En otra ocasión y, en retrospectiva, esta era una señal de que su relación ya no iba bien porque, extrañamente, cuando terminaron, Imasu empezó a dejar de intentar asesinarme con la mirada e incluso a saludarme, había una exposición de pintura en Letras.

Había cuadros colgados por todos los pasillos, así que aprovechamos un momento entre clases para ir con Arturo a ver algunos. Arturo, el mejor amigo, ¿lo he dicho ya? ¿No? Pues lo digo...

El muy maldito desapareció en el peor momento, justo cuando más lo necesitaba. Estaba yo frente a un cuadro abstracto, creo que era alguna especie de fuente, porque realmente nunca se sabe, veía la pintura con el ceño fruncido y la cabeza ladeada, tratando de entender, cuando sentí a alguien a mi lado y, pensando que era Arturo, me giré con una mueca extraña, para terminarme topando con un Imasu que me sonrió tímidamente y me dijo: —Está lindo, ¿no?

No contesté por dos razones. Uno, yo no entendía el cuadro. Y dos, era el novio de mi ex. Después de una mirada extraña hacia él, sin abrir la boca siquiera, di media vuelta y regresé a mi salón para aguantar las burlas de Arturo.

Sería mitad de abril, más o menos, cuando recibí un mensaje de Magnus en Facebook, sin volver a ser amigos todavía. Yo tenía mi cuenta abierta más por costumbre que porque hablara con alguien, cuando escuché un mensaje llegar. Y como realmente no me importaba mucho, lo abrí después de un buen rato:

‹‹Ya casi es tu cumpleaños››. No. No. No. No. ¡No podía ser! ¿Por qué a mí?

‹‹Sí››. Para variar, una respuesta aceptable.

‹‹¿No hay fiesta o no estoy invitado?››

Respira, Alec, respira. Recuerda cómo se respira, tu corazón late acelerado porque estás indignado y enojado. NO es emoción. No es adrenalina. No estás feliz. NO.

‹‹No hay fiesta››

‹‹¿Por qué no?›› ¡¿Por qué regresas como si nada y crees que podemos tener una conversación casual sobre mi cumpleaños?!

‹‹No me gustan las fiestas››

‹‹¿Por qué?›› ¡Te odio! Definitivamente, te odio, Magnus Bane.

‹‹Porque en las fiestas siempre hay gente que ni al caso, y a quien realmente le interesa felicitarte, no le hace falta una fiesta para hacerlo››

‹‹Auch, ¿soy de los primeros?›› Agh, ¿por qué? Por qué, por qué, por qué. ¿Por qué con esa simple pregunta haces saltar mi corazón?

‹‹Sabes perfectamente que de los segundos››. ¿Por qué soy tan idiota?

‹‹¿Y entonces cuándo puedo verte? Para darte un abrazo al menos, Alexander, con o sin fiesta››

Y así, perdí mi apuesta, tres libros, y todo lo poco que mi corazón se había ido recuperando, todo el olvido ganado –que era nulo– murió con ese simple mensaje."



Quisiera decir que fui fuerte, que no caí en la tentación, que iba a respetar su relación y mantener nuestra distancia, que no recibí ese abrazo... Pero no fue así. Porque con Magnus Bane nunca lo era...ni lo es.

Amor entre libros (Malec)/DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora