Contigo no necesito esconder mi pasión por las estrellas. Si a ti también te gustan las cosas que a nadie le interesan.
("Nuestro mundo", Dënver)
Me gustaría tenerte hoy aquí, para hablar como lo hacíamos aquellos días de adolescentes, cuando yo era un inexperto en el amor que se dejó arrastrar por tus palabras. Porque ese es tu don, estoy seguro de que lograrás tu sueño de ser escritor porque para lograr serlo hay que saber enganchar y encantar con tus letras y tú a mí me tenías con sólo cuatro. Yo me perdí y caí en tus redes desde la primera palabra.
Pero, sobre todo, porque mi memoria tiene vida propia y elige cuándo ser buena, me gustaría poder preguntarte, con puntos y comas, por aquella primera conversación.
Pero, como eso no es posible y, además, la autobiografía es mía, seguiré con mi triste versión:
"2011:
‹‹Hola››
Quedaron flotando las cuatro letras en la pantalla. Hola. Era una simple y mísera palabra. Era sólo un vil saludo convencional. Pero yo era nuevo en el amor, y más en el romance cibernético –si antes de ti me hubieran dicho que yo tendría uno, A) Habría dicho que no existe tal cosa, B) Me habría reído en sus caras, C) ambas. Ahora sé que es mejor callar cuando no sabes de algo–, así que esas simples cuatro letras me movieron el universo entero. Empecé a temblar, a sudar, a hiperventilar, una sensación de lo más rara en el estómago de definitivamente ¡no podían ser simples mariposas!, me mordí el labio inferior con fuerza hasta hacerlo sangrar mientras pensaba en una respuesta coherente...
En retrospectiva, no sé por qué lo pensaba tanto si para un "Hola" sólo hay una respuesta posible...
‹‹Hola››
Pero yo soy Alexander-Arruina Todo-Lightwood, así que agregué: ‹‹¿No te equivocaste de persona?››
Justo cuando tú me escribías un: ‹‹¿Cómo estás?››
Mierda. Mierda. Mierda. ¿Por qué envié eso?
‹‹Escribiendo... Escribiendo... Escribiendo...›› ‹‹...››
Pasaron los minutos y no contestabas nada. Entré en pánico y no me decidía entre A) Contestarte que bien –o estaba bien hasta antes de arruinar este intento de conversación–, B) Golpearme la cabeza contra la pared por estúpido, C) Salir de Facebook, darte por perdido, y hacer de cuenta que nunca pasó esto.
Y entonces: ‹‹Ja ja, no, ¿por qué?››
Solté el aire que ni siquiera había notado estar reteniendo, la vida y tú me daban una segunda oportunidad que obviamente seguiría intentando arruinar: ‹‹Bueno... Porque, a veces, hay quienes se equivocan de persona y, antes de empezar una conversación, mejor me aseguro que no es un error››
Ahí estaba yo, parecía que no me iba a rendir hasta alejarte de una vez.
En esta ocasión, tu respuesta llegó al instante: ‹‹Pues no, yo no me equivoco, quiero hablar contigo››
Contigo. Juro que ese "Contigo" todavía hoy, años después, hace que mi corazón salte y una sonrisa nostálgica, por los estúpidos adolescentes que fuimos, aparece en mis labios. Y también sigo sin entender qué viste en mí para no huir cuando tuviste la oportunidad.
Creo que después me relajé un poco y dejé de ser tan torpe, empezamos a hablar y descubrimos que teníamos mucho en común:
1. Los extraterrestres: los dos creíamos en la vida fuera de la Tierra y me hiciste prometer que si un día venían por mí, te traería un souvenir o iría por ti para irnos juntos del planeta. Tal vez suene muy cursi e irreal, pero fue la primer promesa entre nosotros y no lo he olvidado.
2. Los libros: en ese momento descubrí la más grande pasión que nos unía y que, años después, enredaría tanto nuestros caminos hasta hacer casi imposible separarlos: la literatura.
¿Qué libros has leído? ¿Qué géneros te gustan? ¿Libro favorito?
Yo no tengo libro favorito, nunca he podido decidirme. Eso lo entendiste, pero te burlaste de que me guste tanto la fantasía –aun cuando a ti igual– y dijiste ‹‹Seguro te gustan de vampiros››. Y yo como, mierda, que no entre a mi muro y vea la foto de Edward Cullen. Tú me dijiste que amabas El Hobbit. Te prometí leerlo y, en toda la montaña rusa que fue nuestra relación, nunca te lo dije, pero "tomé prestado" (y nunca lo regresé) un ejemplar que no he podido terminar de leer porque me recuerda mucho a ti. Perdona la mentira, mi amor.
Eso para empezar...
Hablamos del infierno. Yo te dije que mi idea del infierno era como el cielo de los malos, un lugar divertido, y tú me pasaste una canción de metal de un grupo totalmente desconocido para mí, pero que fingí conocer por ti. Por error, escuché otra canción de ese mismo grupo que hablaba de la unión de partículas del universo –así como en la película, de vampiros justamente, Sólo los amantes sobreviven, que vi años después mientras estábamos separados e inevitablemente me recordó a ti–, te dije que esa era mi favorita y te pusiste feliz de que compartiéramos gustos musicales. Otra mentira piadosa, amor.
Eso desembocó en una plática del universo, las estrellas, los annunakis... Y fuimos raros juntos.
"Contigo no necesito esconder mi pasión por las estrellas. Si a ti también te gustan las cosas que a nadie le interesan..." Siempre he pensado que esa canción –"Nuestro mundo"– la escribieron para nosotros.
Fuimos raros juntos. Me pasaste un vídeo de los siete chakras: 1: Tierra, inocencia. 2: Agua, creatividad, belleza. 3: Fuego, generosidad, satisfacción, felicidad, 4: Aire, círculo del corazón, amor y compasión, 5: Éter, diplomacia, 6: Luz, compasión y perdón, 7: Sabiduría.
Aquel documental ahondaba más en el cuarto chakra y en cómo desbloquear tu chakra sexual, ahora me pregunto si era una señal o indirecta y yo fui muy torpe para notarla.
Nos llegó la madrugada, yo no quería decir adiós y creo que tú tampoco, pero teníamos que. Me dijiste: ‹‹Eres raro››.
Por alguna razón, no me sentí ofendido, viniendo de ti era un halago, ¿cierto?
‹‹¿Y me lo dices tú, después de hacerme ver ese vídeo de meditación para activar el chakra sexual?››
Casi podía percibir tu sonrisa descarada al otro lado de la pantalla. ‹‹Sí... Me voy a dormir, buenas noches, raro. Sueña con un mundo rosa››
Yo no quería dejarte ir: ‹‹Tú no eres precisamente normal, ¿y por qué rosa?››
‹‹¿Y por qué no? Es un color interesante, sería bonito un mundo rosa. Hasta mañana››
Y te fuiste sin esperar respuesta. Pero no importaba ya nada. En mi mente flotaban esas últimas dos palabras. Hasta mañana. ¿Y sabes? Han pasado años, hemos estado juntos, hemos tenido que alejarnos, reencontrarnos, y nunca he soñado el mundo rosa..."
¿Qué tan raro es que dos amantes de la literatura tuvieran un romance cibernético después de un encuentro provocado por un avión de papel? Debió ser el destino que, un año después, nos reencontráramos en la Facultad de Letras, pero no quiero adelantarme en la historia...
Biografía tutifruti, así como nuestra rara primera conversación, pero es el perfecto resumen de nuestra relación que nunca fue como las otras. No fue convencional, típica ni normal. Si me piden definirla en tres palabras, serían esas: fuimos raros juntos.
Y sí, hubo un mañana. Hubo muchos mañanas, frente a las pantallas, antes de vernos frente a frente, justamente entre libros, en la Facultad de Letras.
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Amor entre libros (Malec)/DISPONIBLE EN FÍSICO
Fiksi PenggemarTERMINADA/DISPONIBLE EN FÍSICO» Alec es un simple chico que nunca se ha enamorado. ¿O tal vez sí? Aquella vez, durante la preparatoria, cuando conoció a un chico de esos que llaman la atención de todos, pero no se acercan a cualquiera, no son acce...