38. Presintiendo

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Un alma gemela auténtica es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia adentro para que puedas cambiar tu vida. Es la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros. Pero ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Un alma gemela llega a tu vida a quitarte un velo de los ojos y se marcha.
(Comer, rezar, amar, Elizabeth Gilbert)



A veces me pregunto si no entiendo bien el concepto de almas gemelas...

Yo nunca dejaré de creer que Magnus es mi alma gemela. Nunca, incluso cuando nuestros caminos no vuelvan a cruzarse.

Pero las almas gemelas presuponen que hay destino, que es algo más que mera atracción física, y, sobre todo, que es mutuo. Es algo que los dos sienten...

Mucho tiempo lo creí así, que ambos sentíamos el amor, el destino entre nosotros, un lazo invisible uniendo nuestras almas.

Pero, entonces, si eso fuera real; si las almas gemelas existen y él es la mía, como yo afirmo, entonces encontraríamos el modo de estar juntos... Tal vez no hoy, o mañana, pero sí algún día.

Pero... ¿Y si no lo fuéramos? ¿Si este sentimiento de entrega y pertenencia va de un sólo lado, sólo del mío?

Si esto es así, si Magnus es para mí la gran parte de mi historia, siempre, en cada capítulo de mi vida, habrá al menos una línea que hable de él, ¿qué fui yo para él?

Aquella simple nota al pie de su historia...



"2013 septiembre/diciembre:

—¡Te amo! —sus labios en mi cuello, mi espalda sobre el respaldo de una banca, él sentado a horcajadas sobre mí, y la enorme adrenalina corriendo por mis venas...

Porque estábamos en el patio de la Facultad.

Porque yo debía estar en clases y no besuqueándome con mi novio.

Porque él tenía examen y se supone que yo le ayudaría a estudiar.

Porque era tan excitante saber que, en cualquier momento, alguien podría salir de algún salón.

Él sonrió contra mi cuello, su sonrisa erizando mi piel y dejó una pequeña mordida antes de separarse y contestar: —Yo también te amo. No lo dudes nunca. No dejaré de amarte mientras viva, y tal vez incluso después de eso, mi alma inmortal te siga amando y vuelva a encontrarte...

[¿Qué nos pasó entonces?]

En ese momento yo no pensaba en nada más que en la posibilidad de eso. Nunca dejarnos de amar. Si eso era posible, definitivamente sería nuestro caso, porque yo lo amaba con cada fibra de mi ser y el paso del tiempo no aminoraría ni un poco ese sentimiento, al contrario lo haría más fuerte.

Sus ojos verde dorado se quedaron fijos en los míos. Sus manos masajeando mis hombros, haciéndome ronronear de placer, y después sonrojarme de vergüenza.

Él se rió, su risa haciendo vibrar mi corazón y provocando una sonrisa en mí también. —Nunca pensé que amaría tanto a alguien. Creo que sin ti yo ya no podría seguir, Alexander. Prométeme que nunca me vas a dejar ir, que no vas a permitir...

Nunca supe qué no quería que permitiera porque una puerta se abrió ruidosamente y cierto impertinente amigo mío, Arturo, salió y nos dio lo que pretendía ser una mala mirada. Después sonrió, me hizo una seña y volvió a entrar.

Me estiré un poco, a la vez que lo atraía hacia mí, y junté nuestras bocas. No había ansia, pasión, deseo, era puro amor, sólo necesidad de que sintiera cuánto lo amaba, cómo mi corazón latía sólo por él y nunca dejaría de hacerlo.

—Te amo —le volví a decir cuando me puse de pie, todavía con él pegado a mí—. Te amo tanto, Magnus, tanto.

—No entres a clases —él se aferraba a mí de un modo extraño, como si temiera separarse de mí.

—Tengo que entrar —casi sentía su necesidad, su corazón latía fuertemente contra el mío—. Pero te dejo mis apuntes, ¿ok? Por favor si tienes dudas, escríbeme, te voy a leer incluso si estoy en clases... No quiero que mi novio repruebe mi materia favorita.

Con eso se rió un poco y se separó de mí. Sus ojos brillaban demasiado cuando tomamos caminos distintos, yo a mi salón y él fuera de Letras.

No podía concentrarme en la clase por pensar en él.

Había estado extraño.

¿Y si me estaba ocultando algo?

¿Si me necesitaba y no se atrevía a decirlo?

Y si... Tantas cosas, en su mayoría malas, pasaban por mi cabeza.

Recordaba a aquel personaje de una novela, Clarisa ya tiene un muerto, que cuando iba en tren se imaginaba cómo sería si chocara, qué tanto sucedería, cómo moriría...

Ese era yo ahora, imaginando una tragedia cada vez peor que la otra.

Entonces mi celular sonó y casi se me cayó al intentar abrir el mensaje rápidamente.

Era Facebook. Y yo sonreí como idiota porque ese había sido nuestro inicio:

‹‹Amor, tengo una duda››

Empecé a responder al instante: ‹‹¿Cuál?››, tal vez no debí entrar a clases, pude quedarme a estudiar con él este rato. Soy el peor novio del mundo.

Salió ese molesto "Escribiendo" "Escribiendo" "Escribiendo" que dura tanto que te hace pensar que está escribiendo una carta y al final sólo decía: ‹‹¿Por qué eres tan perfecto?››

Me reí y suspiré aliviado, ignoré las malas miradas porque antes de mí todo estaba en silencio.

‹‹No seas tonto, Magnus. ¡Me asustaste! ¿Necesitas ayuda con algún tema?››

‹‹Sí››

‹‹¿Cuál?››

‹‹El amor... Me da miedo cuanto te amo. Dime, por favor, que tú me amas igual››

Aquello era extraño. Generalmente era yo en su lugar... De todas formas, le contesté, pasamos la siguiente hora hablando, yo tuve tarea extra y un regaño, él tuvo un ocho en su nota final."




Eso que dicen de algunos animales, como los perros, presintiendo terremotos...

Tal vez el corazón presiente los finales.

Tal vez lo presintió él.

Tal vez fui yo.

O fuimos ambos y quisimos ignorarlo...

Porque, ¿cómo un amor tan grande iba a terminar? ¿Por qué?

Eso era impensable.

Pero cosas impensables suceden todos los días...

Amor entre libros (Malec)/DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora