• Daryl Dixon •
Dixon abrió lentamente los ojos y dio una sonrisa. Fue accidental, por reflejo, y fue erradicada a los segundos, pero era auténtica. El ver el pacífico y hermoso rostro de la dormida hermana menor de Chambers era suficiente y único motivo. Aunque había sido un impulso para ella, él lo estaba esperando casi desde que la conoció.
Había algo en la sarcástica, torpe y alegre hermana de Tara que atraía cada célula de Dixon. Y eso era que la joven no era solo lo que parecía, era mucho más. Ella siempre esforzó para obtener lo que quería, y que los muertos caminarán no había cambiado eso. Nunca tuvo las cosas en una bandeja de plata solo porque así venían, siempre que tuvo algo de esa forma fue porque ella había excavado hasta la plata, la había fundido en forma de bandeja y había puesto las cosas en ella. Así consiguió su elegante título de fotógrafa y su trabajo en Washington. Nadie lo había echo por ella y nadie nunca lo haría.
Daryl, aún sintiendo un pequeño calor en su pecho, miro cada facción de la chica de veintiocho años. Su fina nariz, sus marcados pómulos, sus grandes ojos, que cerrados que escondían unas iris verde con destellos tan dorados como el sol de las madrugadas, y esas marcas al lado de sus carnosos labios que se formaron durante los años por sonreír tanto.
Tenía imperfecciones pero Dixon no las veía de esa forma, y aunque no lo admitía, para él era perfecta.
Recordó lo que había pasado la noche anterior a su más oscuro apogeo. Recordó como la joven llamo a la puerta de su casa con una botella de tequila en mano diciendo que ni Tara, ni Aaron querían tomar con ella y que, al ver las luces prendidas, decidió ir a esa casa. Convenció a Dixon de que tomara, aunque él le advirtió que su humor se volvía -más- inestable bajo el alcohol. Ambos tomaron y luego de que Chambers caiga, por la falta de equilibrio, sobre el regazo de Dixon, terminaron yendo al cuarto de Daryl.
El cazador se termino sonriendo -o algo cercano- al recordar el suave tacto de la joven sobre su piel y los dulces besos que está daba.
Apartó la mirada del techo y la poso en el reloj a su derecha. Este marcaba las siete dieciséis. Maldijo por lo bajo a la salida que había organizado hace días con Rick mientras se levantaba de la cama con cuidado de que la morocha no se despierte con los movimientos. Se vistió con rapidez con unas ropas -probablemente sucias- que encontró en la silla que estaba al lado de la puerta y salió del cuarto, dandole una mirada a Josephine.
Cuando llego a la cocina se encontró con Grimes, Rhee y Ford riendo, no de cualquier cosa, sino que de el rastro que él y la joven Chambers habían dejado desde la sala hasta la pieza del cazador. La remera de la chica -rasgada por Dixon- y una botella de tequila cerca del sillón, el pantalón de la joven, la remera de Dixon, entre otras cosas de estos, entre el sillón y el pasillo, y la caja de condones tirada desde la puerta del baño hasta el borde de la cocina -así dejando un gran rastro de los paquetitos plateados por todo el lugar.
— ¿Quien fue la afortunada? — le pregunta Abraham con el tono soberbio y gracioso que suele llevar.
Antes de que el hombre pueda mandarlo al demonio, Glenn intervino — Apostemos. — anunció sin más.
— Carol. — dijo Rick.
— Barbara.
El coreano lo pensó unas milésimas de segundos — Josephine.
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One Shots // Daryl Dixon // Norman Reedus.
FanfictionAlgunas pequeñas historias con Daryl Dixon y otras con Norman Reedus. Porque, seamos sinceras, ambos están más buenos que la pizza. Y son como el verano y el sol, si te gusta uno te gusta el otro.