Proposal.

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Me saco el largo abrigo de encima para quedar en la lencería que a Norm le gusta. Es negra y trasparente, la parte de abajo es reveladora y provocativa, más por las ligas que están por la mitad de mis muslos enganchadas a ésta. Aunque creo que lo que más le gusta es el corpiño con encaje que muestra mis pechos en una forma favorecedora. Además de todo esto tengo unos tacos aguja que me dejan a la perfecta altura con él. Dejo el abrigo en el mueble y me colocó en el borde de la cama. Ya es de tarde, no tardará en llegar.

Se va a sorprender tanto. Se supone que todavía estoy en Europa con las modelos. No, no soy una de ellas, solo soy fotógrafa. No es por mi rostro o cuerpo -aunque ninguno sale bien en las fotos- es por mi altura que no podría serlo. Mido un metro sesenta, es bajo para poder ser modelo. La genética intervino en la idea que tenía de pequeña sobre ser modelo, pero no sobre la de encontrar al hombre ideal o lo que sea. Al fin y al cabo soy su pequeña chica.

La llave en la puerta principal suena contra la cerradura y me preparo al cruzar las piernas en una pose insinuadora pero femenina.

— Me olvide algo, espera.

¿Vino con alguien? Mierda, ¿y si es Gus? Tomo mi abrigo y lo colocó en mis brazos.

— Está bien, te espero. — ¿eso fue la voz de una chica?

Asomo mi vista por la puerta. 

Una linda chica con pelo largo y rubio se mantiene parada al lado de la mesa, mirando su celular. Lleva una campera, unos jeans y unos tacos, aunque lleve estos últimos se nota que es alta sin ellos.

Me alejo de la puerta y mis ojos se cristalizan. Me está engañando. Mierda. Soy una estúpida. Esto es tan ridículo. Soy una idiota.

Cuento hasta cinco y, en cuanto la cuarta lagrima toca mi piel, la quito junto a sus compañeras en un instante. No tengo tiempo para esto, suficiente perdí enamorándome de él.

Abrocho mi abrigo y abro la puerta, alarmando un poco a la rubia chica.

Pasó por frente de ella e intenta detenerme y hablarme pero no le presto atención, no puedo lidear con esto ahora.

Bajo las escaleras y me encuentro con Norman en la anteúltima, me mira sorprendido y confundido — Ali ¿Que...

— Salí de mi camino, idiota. — le ordenó, empujándolo contra la pared a la derecha para poder pasar.

— Alice. — me llama pero yo solo sigo caminando.

— Ella estaba allí, y-yo no sabía. — habla la rubia, agitada por seguirme en mi apurada bajada.

— ¿Alice, a donde vas? — me pregunta Norm cuando salgo a la calle, siguiéndome bien de cerca.

Lo ignoro mientras me acerco a mi auto, saco la traba con el control en la llave y abro la puerta pero una mano desde atrás mío la cierra antes de que pueda reaccionar.

Siento su tenso cuerpo atrás mío y su respiración sobre mi cuello, quiero olvidarlo todo y besarlo como nunca, acercándolo tanto a mi cuerpo como sea posible, pero no puedo, en verdad no — ¿Amor, a donde estás yendo? — pregunta con la voz temblorosa y suave, debilitando mis piernas con cada sílaba.

Tengo que traer mi vieja pared de hielo para no caer -literalmente- en sus brazos — Lejos de vos, imbécil. — ladro, con el tono más borde e hiriente que me sale, con la intención de que se aleje antes de que me lastime más. Pero no lo hace, solo sigue respirando sobre mi castaño cabello, apoyando la punta de su nariz contra mi nuca, estremeciéndome.

— Por favor no lo hagas. — siento calambres en mi estómago y un nudo en mi garganta a base de sus palabras — Por favor, no puedo estar sin vos.

— Deberías haberlo pensado antes de traer a esa chica. — gruñó, dolida, intentando que no vea lo tanto que me hiere.

— Ella es mi amiga. — susurra sobre mi oído, frunzo la boca con disgusto, no sé si creerle — Ella es Elsa, me está ayudando.

Volteo a verlo con las lagrimas sobre mis ojos — ¿Con qué? — preguntó con mi voz quebrada, bajando mis hombros, rindiéndome con la dureza hacia él.

— Con esto. — murmura, bajando su mirada. Sigo ésta y me encuentro con una cajita negra en su mano. Mi corazón se acelera como nunca — No sabía como hacerlo. A vos te gusta el romance y no soy muy bueno con eso... Solo quería que fuese perfecto. — murmura y yo solo puedo sonreír. Iba a pedirme casamiento — Supongo que todo lo que tengo es esto... Así que ¿Alice Meredith Holt te casar...

— Sí. — rió suavemente junto a él. Siento mi estomago temblar de los nervios que acabo de liberar. Lo beso con cariño tomando sus mejillas mientras él me sostiene por la cintura — Sí, Norman. — susurró cuando cortamos el beso, nos separamos un poco para que él pueda poner el anillo en mi dedo.

Todo fue tan rápido que no pude notar como era. Miro lo que ahora representa nuestro amor y sonrío. La piedra es perfecta, corte princesa y trasparente. El metal plateado alrededor me encanta, es simple, como me gusta, como él sabe que me gusta.

Abrazo a mi futuro esposo mientras Elsa nos graba con su celular, además de unos diez fans de Norman. Hay dos chicas llorando y eso me da cierta gracia, es decir, es mi compromiso y no lloro pero las jóvenes esas lo hacen como si le donaran esas lagrimas al Africa.

— Te amo, Norm. — susurró en su oído con felicidad y cariño.

— Te amo, pequeña.

Una suave brisa sopla, levantando un poquito mi abrigo, haciéndome abrir los ojos como platos al recordar algo — Norm, vayamos adentro. — digo abruptamente, al salir de sus brazos.

— ¿Que pasa?

Me acerco a su oído y decido de hacer de este inoportuno un juego — Abajo de este abrigo solo tengo lencería, — susurró — esa que te gusta mucho. — sonrío con picardía y él me mira, sonriendo de la misma manera

— Vos sí pensaste en los detalles.

One Shots // Daryl Dixon // Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora