Latina.

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~ Norman Reedus ~



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Ingles

Entro al departamento de Norman, agotada por el apurado día que tuve y por los fotógrafos que me perseguían preguntándome sobre mi relación con Norman -aunque no entiendo porque están devuelta con eso, ya somos algo oficial- pero segura de que va valer la pena por estar descansando con Norm viendo alguna estupida película que den por tele e ir a dormir con él, si no es otra cosa.

Hola, Normie. — saludó con una sonrisa cuando lo veo en el sillón, leyendo una revista, cosa que me extraña pero dejo de lado. Él levanta la mirada pero no me saluda solo me mira dolido — ¿Que pasa, Norm?

Vi las fotos que te sacaron con Brad, el camarógrafo. — frunzo el ceño afligida.

— ¿Y en verdad crees todas esas mierdas que las revistas dicen? — se para del sillón y tira la revista en la mesa ratona, yendo hacia la cocina — Vos sabes como funciona esto, solo quieren vender — digo, tratando de razonar, pero él no me dice nada, solo se queda mirándome mientras prende un cigarrillo — ¿En verdad? ¿No vas a decir nada?

— ¿Que queres que diga? Las fotos hablan por sí solas, Meg.

— ¡Es el jodido ángulo, Reedus! Fue un beso en la mejilla — gruñó por lo terco que está siendo — La puta madre. — murmuro por lo bajo y él frunce el ceño por mi cambio de idiomas — Estoy cansada, Norman. Estuve todo el día corriendo de un lado al otro y, cuando pensé que iba a a llegar a casa, tomar un té y ver una película con vos hasta dormirme, vos me traes es esto. — digo señalando la revista, hablando con una voz cansada y baja — Y yo solo... estoy cansada. — las lagrimas amenazan con caer pero hago todo lo posible por contenerlas, no soy buena con las confrontaciones.

— ¿Y eso que significa? — pregunta temeroso de mi respuesta.

— Que creo que deberíamos tomarnos un descanso. — digo, dejando unas lágrimas caer — Podes hacer lo que quieras, con quien quieras. Yo iré con mis hermanos, a casa. — digo, yendo a la puerta.

Como muchas veces, salgo de las pelea. Se que eso le molesta a Norman pero no podía estar otro segundo ahí. Lloro por los seis pisos, con nada más que mi reflejo en las paredes del ascensor. Las puertas de este se abren, descubriendo todos los fotógrafos en la entrada suspiro y camino hacia la salida, con la frente en alto y las lágrimas cayendo por mi rostro. No trato de cubrirlo ¿Para que? Soy una persona y tengo sentimientos, no me los tengo que tragar para que todos piensen que estoy bien. Pasó hasta la moto con ellos haciendo un círculo a mi alrededor para sacarme buenas fotos. Eso me hace sentir apartada del mundo, un tanto como fenómeno de circo.

Llego a mi moto y me pongo el casco, pero no me dejan salir, se ponen en frente mío. Prendo el motor pero siguen sin moverse mucho.

Les hago señas de que se aparten pero no me hacen caso, por lo que mandó todos mis buenos modales a la mierda y comienzo a avanzar, espantándolos con el ruido del motor acelerando.

Salgo del aeropuerto, y me doy cuenta que extrañaba este lugar. La simpleza de la gente, el idioma, la mayoría de las cosas. Recuerdo porque me fui y no me arrepiento, aunque signifique estar lejos de mis hermanos.

— ¡Meg! — hablando del diablo, de los diablos.

Me interceptan en medio camino, Agustín levantándome por los aires sobre su hombro y Fran riendo junto a mi, tomando mi equipaje.

Río a grandes voces pero recuerdo que estamos en el medio del aeropuerto, con gente que tienen ojos — ¡Bájame, idiota! La gente nos mira. — le ordenó, aún riendo.

Agus me hace caso y me baja de su hombro — Estas en Argentina, nena tonta, a nadie le importa mucho lo que los demás hagan. — miro a mi alrededor y veo unos pocos camarógrafos locales.

— A ellos sí. — digo, señalando con el dedo índice y luego los saludo con la mano, dando una tonta cara de emoción, riendo junto a mis hermanos.

— Vamos, tontita. — habla finalmente Fran — Si nos quedamos más tiempo tu famosidad nos va a dejar en un mar de cámaras.

— Sé que queres ser yo. — digo riendo mientras tomo mi bolso de mano del piso.

— Y vivir en Estados Unidos, no gracias, traidora a la patria. — rió a grandes voces por ese viejo apodo mientras cruzamos las puertas de la terminal A en el aeropuerto Ezeiza.

Buscamos el auto de Fran y partimos por el autopista.

— Meg, sé que no quieres hablarlo pero...

— No, en verdad no quiero, Agus. — lo interrumpo al entender que hablará de Norman.

— ¿Te hizo algo? — pregunta con preocupación mi otro hermano y ruedo los ojos.

— Norman es un buen hombre, es solo que... no sé, las cosas se pusieron raras entre nosotros. — niego, mirando la cuidad a travez de la ventana, posando mis dedos en ella — Seguimos juntos, o algo así. Nos estamos tomando un descanso de nosotros, de todo. — la voz se me quiebra un poco al pensar en lo último que le dije "hace lo que quieras con quién quieras", ¿y si lo está haciendo? Las lágrimas bajan por mi mejilla y la seco con apuro, pero el resto no tarda en seguirla — Mierda, dije que no quería hablarlo. — digo, cubriendo mi rostro.

One Shots // Daryl Dixon // Norman Reedus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora