Cuando estoy lo suficientemente cerca de la mesa veo como Gus gesticula un "Lo siento" y lo acepto, el chico no tenía una excusa para decir que no sabe donde estoy, salió en las revistas hablando conmigo.
— Bienvenidos ¿Ya saben que van a ordenar o traigo la carta?
— Panqueques. — se apresura a decir Norman y no puedo evitar ebozar una corta y pequeña sonrisa de improviso — Tres. Y tres malteadas, dos de frutilla y una de vainilla. — muerdo mi labio inferior. Vainilla es mi gusto favorito.
Anoto todo en mi pequeña libreta y salgo, antes que puedan decir algo más.
— ¿Ves? No fue tan malo. — dice mi hermana mayor en cuando llego a su lado después de darle la orden al cocinero.
— Te detesto. — me limito a decir.
Veo como Mingus se levanta de la mesa y se dirige al baño. Earl, el cocinero, me llama cuando deja la comida en la ventanilla. La tomo y camino con la bandeja en mano hasta la mesa de los Reedus, siendo seguida por la persistente mirada de Norm.
Cuando dejo las cosas en la mesa noto que movieron una silla para que haya tres lugares. Estoy a punto de irme cuando él toma mi muñeca, deteniendo tanto mi paso tanto como mi respiración — Es mesa para tres. Con vos.
Aprieto mis labios entre si pero termino aceptando. Me siento en la silla que está en diagonal a él, donde deje la malteada de vainilla. Me concentro en mi plato, rehusándome a mirarlo y muriendo por hacerlo.
— June. — me llama con suavidad y lo miro, rindiéndome ante su voz, sus ojos, su aroma, ante todo su ser. Veo esa sonrisa que tanto amo y todo a lo que llamo autocontrol se esfuma de mi.
Los ojos se me cristalizan al recordar nuestra primera cita oficial, en ese café-bar perdido en el medio de Georgia. Eramos los únicos en ese apartado lugar, y se siente igual ahora, se siente como si fuéramos él y yo, nada más.
— Nunca pensé en casarme con Cecilia. — un peso, que no sabía que tenía, sale de mi espalda, dejándome respirar — El anillo lo había comprado mucho antes. Para vos, June. Quería que fuéramos una familia oficial, porque ya lo eramos, desde mucho antes de que saliéramos. — siento una lagrima caer por mejilla y niego — Quiero volver a eso, June.
— Estas con alguien, Norman.
— Ya no. — dice con simpleza y frunzo el ceño con tristeza.
— ¿Terminaste con ella por mi? — me atrevo a preguntar. Asiente y lo noto un tanto apenado.
— Verte... — frena al suspirar con pesadez y continúa a los pocos segundos — Verte me hizo dar cuenta que nunca te deje de amar y nunca lo voy a dejar de hacer. — muerdo mi labio con pena y niego suavemente.
— ¿Y que esperas, Norman? ¿Que salte en tus brazos, nos casemos y vivamos felices para siempre? — digo, deseando que en verdad fuera así, y niego, triste de que no lo sea — Norman, yo no soy un felices para siempre. No soy lo que necesitas.
— Pero sí lo que quiero. — me silencia con su palabras — A quien amo. — lleva su mano derecha hasta el bolsillo de su campera y deja el pequeño metal en la palma de mi mano, sacándome la respiración al entender que es. Envuelve mi mano con la suya, como si me estuviese haciendo una promesa, y me mira a los ojos con honestidad y amor, diciendo la verdad — Quiero casarme con vos. Sea en tres días, tres meses o tres años, es lo que quiero y necesito. Volver a ser esa familia que éramos hace un año. Vos, Mingus y yo. — suspira y da una larga pausa, como si las palabras que se prepara para decir fuesen las más difíciles que alguna vez tendrá que decir — June, cuando te fuiste, sentía que no podía respirar, sentía como si me faltara una gran parte de mí, y pensé mucho en esa última cosa que te dije; que si nos amábamos lo demás no importaba, que solo eso era suficiente. Nunca me respondiste porque sabías cual era la repuesta. — suspira con suavidad — June, no importa lo que me cueste, voy a recordare lo que éramos, voy a recordarte como nos amábamos, voy a hacerte saber que sos buena para mi. — dice con una seguridad que nunca había escuchado en su voz.
Muerdo mi labio, con una parte mía queriendo callar y con la otra queriendo decir todo. Y, por primera vez, le hago caso a la segunda — Sé la respuesta, Norm; sólo eso es suficiente, pero voy hacer que me odies. — digo con la voz temblorosa por el llanto que se aloja en mi garganta pero lo más firme que puedo mantenerla — No quiero que me odies. — admito con la voz ya quebrada y bajando la mirada.
Norm toma mi mentón, haciéndome mirarlo a los ojos, dándome las fuerzas que había perdido al sucumbir en mis emociones.
— Nunca te podría odiar. — dice con su voz pacífica y tranquilizadora, acercándose lentamente a mi. Noto sus intenciones de besarme y me pongo nerviosa, quieta en mi lugar mientras él mira las facciones de mi cara.
— ¿Y si lloro todos los días?
— Besaré tus lágrimas hasta que dejen de caer. — murmura mientras se acerca lentamente a mis labios.
— ¿Si no puedo reír?
— Reiré por los dos.
— ¿Y si...? — me calla con sus labios sobre los míos y los recibo como la única fuente de vida, porque en verdad lo son. Toma mi nuca desde mi cuello, dejando su pulgar sobre mi mejilla como siempre lo ha echo. Aunque por los primeros segundos no reacciono, cuando finalmente lo hago, tomo su nuca y voy jugando con mis delgados dedos al pasearlos por su largo pelo.
Nos miramos a los ojos, separando nuestros labios pero con las manos aún sobre el otro y nuestras respiraciónes siendo una.
— Te amo, y eso es suficiente. — dice sobppre mis labios.
Sonrío.
— Es más que suficiente.
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One Shots // Daryl Dixon // Norman Reedus.
FanfictionAlgunas pequeñas historias con Daryl Dixon y otras con Norman Reedus. Porque, seamos sinceras, ambos están más buenos que la pizza. Y son como el verano y el sol, si te gusta uno te gusta el otro.