Nueve

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Liam se encontraba en la esquina de la desconocida habitación, frotaba ligeramente sus muñecas y de vez en cuando hacia muecas. Su piel se había irritado por la fricción que hizo al deshacerse de las sogas que lo mantenían cautivó. Sentía aquella zona totalmente entumecida.

Sus rodillas se había raspado cuando unos alfas lo habían empujado hacia el interior del cuarto haciéndolo caer al suelo.

Tal vez desde hace una hora que no paraba de llorar, estaba a poco de huir de las garras del alfa. Pero una vez más la vida le jugo en su contra.

Había pasado toda la noche tratando de liberarse, estar sentado en la silla de madera le había entumido el trasero y los brazos. La sangre se deslizaba por sus dedos y lloriqueo, más no se rindió.

Logró liberarse y su lobo chillaba deseando regresar a casa.

Liam había estado esperando horas al hombre que entraba a la habitación para darle un vistazo de vez en cuando. Allí tomaría su oportunidad. Cuando por fin esté entro, le golpeo con la silla, hasta el punto de quebrar la madera.

Recuerda la sonrisa de satisfacción al ver el alfa inconsciente en el suelo. Luego corrió por el largo pasillo, saliendo por una puerta que daba a unas escaleras hacia lo que parecía ser el primer piso.

¡Lo tenían cautivo en un sótano!

Los rayos del sol le cegaron por completo, al parecer llevaba tres días encerrado y no tener contacto con la luz le había debilitado, más teniendo el estómago vacío. Su cuerpo ya no daba para más. Los muy miserables le habían ofrecido una botella de agua, que el omega había rechazado por precaución.

Sus piernas tomaban fuerza cada paso que daba, soltaba un quejido cada vez que ponía su peso en uno de sus pies, al igual que sus muñecas, sus tobillos tuvieron la misma suerte.

Había visto la puerta a unos cuantos metros y agradecía que nadie hasta el momento se diera cuenta de su presencia. Esperaba que así fuera al salir de la casa, quería regresar a su hogar, estar bajo la tranquilidad de su propia manada.

Su lobo le gruñó pidiendo ser liberado, más Liam lo había retenido. Transformarse liberaría su aroma y llamaría la atención, eso no les convenía.

Todas sus esperanzas se vinieron abajo al instante que cruzó la puerta y dos alfas estaban de guardias en las escaleras principales. Había saltado por un lado y corrió sin importarle que cayó en un arbusto y las ramas le hayan lastimado la piel.

Pero desafortunadamente no llegó al bosque cuando un gran lobo se abalanzó en él y lo derribó en el suelo. Había visto una infinidad de veces los colmillos de sus compañeros, pero los del lobo de pelaje negro eran atemorizantes. En un segundo podrían haberle desgarrado el cuello, pero no había pasado nada. Seguía con vida, hasta que otro hombre lo tomó toscamente y volvieron a la casa.

Ahora, espera su destino, era obvio que le informaron a Jack de su intento de escapar. No quería imaginar lo que podría hacerle, no lo habían encerrado en el sótano, esta vez era una habitación diferente. Contaba con una ventana con rejillas y una cama que a simple vista podía romperse al momento de sentarse en ella.

Era simple, pero mejor que estar en aquel lugar donde hacia un calor del infierno.

El chico se quedó pensando mientras lloraba y se dio cuenta de algo. Liam no lloraba por no haber logrado huir, más bien lloraba por Zayn. Le dolía saber que todavía no viniera para salvarlo, estaba dispuesto  a luchar para que el lobo lo aceptara. La decepción le ardía en su corazón al saber que en verdad no le importaba, que no lo quería como pareja.

Sabía que era tonto pensar en aquello estando en su situación, pero era algo inevitable. Quería al lobo, lo adoraba y saber que no era algo mutuo destrozaba al pequeño Omega.

—Veo que eres mas desobediente de lo que pensé, Omega.—Liam salto en su lugar y miro atemorizado hacia la puerta, donde Jack lo miraba intensamente. Molesto.

—Yo-o...—Liam iba a tratar de excusarse o algo, para evitar el obvio castigo que se venía. Su garganta se cerró y su mente quedó en blanco.

Jack gruñó molesto, sus ojos se tornaron brillosos de furia, con un fuerte portazo, cerró la puerta de la aterradora habitación.

—¡Tu nada!—Se acerco peligrosamente a Liam, este retrocedió torpemente hasta que choco contra el muro, quedando totalmente acorralado.

—Por favor...—Susurro con miedo mirando al alfa, este lo miro y sonrió macabramente, asustando aún más al Omega quién comenzó a temblar.

—Callate.—Le dijo el alfa tomando de bruscamente de la nuca al Omega haciéndolo chillar del dolor.—No permito que nadie en mi territorio desobedezca mis órdenes.—Le dijo a Liam cerca de su cara, haciendo que su aliento chocara en contra del rostro del chico.—Recibirás un castigo, inútil Omega.—Liam abrió los ojos de par en par, asustado.

Jack río maliciosamente y tiro al chico sobre la cama, haciendo caer boca abajo, Liam sintió su respiración acelerarse por el miedo y sus lágrimas agolparse  en sus ojos.

—Esto te dolerá. Pero te lo mereces.—Escucho la voz de Jack a su espalda y sintió su cuerpo temblar. Gritó ahogadamente cuando el hombre se sentó encima de él y desgarro su camiseta.

Comenzó a sollozar fuertemente.

—Por favor, no, por favor.—Comenzó a rogar con miedo. Jack miro la delicada piel del chico y sonrió, se desprendió el cinturón de sus pantalones y suspiro.

—Nunca querrás desafiarme de nuevo, Omega.—Le dijo, agito el cinturón levemente en el aire y lo dejo caer fuertemente en la espalda del chico, Liam gritó.

—¡No! ¡Por favor!—Liam chillo asustado. Jack sonrió y sintió el placer fluir por sus venas al ver al joven Omega sufrir.

La mente del alfa se nubló y comenzó a dar azotes tras azotes, sin importarle nada.

En la habitación se escuchaban los desesperados gritos de Liam.

—¡Por favor! ¡Detente! ¡Ayuda!—Grito sollozando el Omega, otro azote llegó a su espalda y gritó fuertemente. Siguió llorando sin consuelo alguno.

—¡Cállate maldito Omega!—Jack gritó y Liam sollozo ante el nuevo azote en su espalda.

Sentía dolor, miedo, asco y furia. Sus sollozos salían sin control y su mente era como una jaula de pájaros que acababan de agitar fuertemente. Todo estaba revuelto.

—Detente, por favor.—Sollozo y Jack gimió levemente. Detuvo los azotes y dejo caer el cinturón.

El alfa tenía sus ojos tan negros, la lujuria y el placer de ver al Omega tan herido lo estaba haciendo enloquecer. Necesitaba marcarlo permanente, que nunca se olvidará de quién manda. Admiro la espalda del chico, roja, con muchas marcas y pequeñas líneas de sangre cubriéndola.

—Ahora...—Susurro mientras tomaba nuevamente el cinturón pero esta vez para amarrar las manos del chico, Liam sollozo ahogadamente y en su mente rogaba porque el alfa lo dejara en paz, porque está tortura acabará pronto.

—Por favor...—Su voz salió ahogada. Su garganta dolía.

—Nunca olvidarás quién manda otra vez Omega—Jack le dijo antes de tomar el borde de los jeans de Liam y bajarlos bruscamente junto a sus boxers dejando expuesto a Liam.

El Omega comenzó a sollozar fuertemente. Todo menos esto, por favor, rogaba intensamente a los cielos y a los Dioses.

—Seras mío siempre, Omega. Nunca me olvidarás.—Liam sollozo y cerró los ojos rogando porque esto pasara rápidamente. Trató de pensar en cualquier cosa, a su mente llegó la sonrisa de Zayn y sus malos chistes durante la cena.

Cómo desearía volver el tiempo.

Pero tristemente no era así, el estaba aquí, bajo las manos de Jack.

Estaba perdido.

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Hxrry & Jaz

Zona de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora