Veintiséis

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Zayn se acerca sigilo, son duros sus pasos viéndose desesperado. Deja caerse en la hierba frente al omega y apretó los puños a sus costados, conteniendo su lujuria.

Y es que no podía, su chico estaba allí, indefenso sobre la tierra con las piernas desnudas y las mejillas ardiendo en un bonito carmesí. La respiración que salia por sus labios le volvía loco, quería ser él quien le arrebatara el aire y morderle los labios, mientras el omega pida que no se detenga.

—Zee— su nombre en un gemido es lo único que falto para romper el hilo que retenía su cordura.

Liam se recarga en sus codos y sus ojos brillan en suplica, mientras extiende sus piernas y las abre para el alfa. La sumisión que impone deja ver la necesidad de su celo, su cuerpo arde en fuego a simple vista. Zayn no puede detenerse, esta hipnotizado y su lobo pide reclamar al chico.

—Esto no es correcto— el hombre de piel bronceada le canturreo, gateó hasta estar encima del castaño. —Estoy atrapado en tu aroma, estas haciendo que me vuelva loco— su mano derecha tiemblan en el aire, toma la mejilla de Liam y la acaricia suavemente.

—Por favor, Zayn— el movimiento de sus labios rozan los del lobo mayor, sus pestañas hacen cosquillas en los pómulos del mismo cuando los cierra, esperando ser besado.

El alfa oprime los labios en los suaves del omega, se sincronizan a la perfección y los movimientos son lentos, tranquilos. A pesar de que los lobos se retuercen, ellos se disfrutan como si obras de arte fueran.

Los labios pálidos del alfa bajan hasta el oído del menor y muerde el lóbulo, sensual y travieso. El gemido brota del omega y él besa la parte trasera del cuello, donde el punto débil de Liam se encuentra; lo había descubierto una noche donde Liam adolescente había estado decaído y como buen amigo que era, le reconforto en sus brazos y su barba había rozado ligeramente en la piel del omega.

Recuerda el sonido tan inocente en los labios del omega, que estuvo a nada de girarlo y besarlo allí mismo.

Liam se sujetó en los anchos hombros del lobo, dejándose comer como festín. Había mucho donde el moreno podía lamer y el pequeño lobo no protestara en ningún momento.

Zayn siguió un camino desconocido que condujo a las clavículas marcadas y mordió, su lengua se deleitaba sobre la piel, tan deliciosa. El aroma se hizo más fuerte, besaba cada vez más rudo, queriendo marcar el cuerpo como suyo. Las garras rompieron la única prenda que cubría el menudo cuerpo y Liam chilló.

La saliva que había caído de su boca como perro rabioso, ahora se deslizaba por el pecho del omega. Brillando el camino hasta que se hundió en el ombligo del pequeño. Gruñó al mirar los pezones de Liam tiesos por el frío y sin pensarlo llevó a la boca uno, dando su calor y jugar con él. Quería ver la sumisión en su niño, que se le entregará en ruegos.

Los árboles se encargaron de silenciar los gemidos del chico, mientras se movían de un lado a otro para crear ruido y viento. Las hojas corrían al rededor de la pareja y la luna se iluminó.

Liam mordió su labio, intentado callarse así mismo. Su omega se retorcía de placer al sentirse consentido por las caricias y besos del alfa. Olvido el enfado que sentía hacia el moreno, no quería interrumpir el momento con disgustos y aun que estuviera al borde del abismo, era consiente que después tendría que enfrentarse al lobo.

Después se preocuparía por lo descarado que estaba siendo ahora.

La marca de los dientes de Zayn se quedaron en los botones rosados de Liam. El castaño se dejo caer en la hierba bajo su cuerpo, su respiración le golpeo casi doloroso y la bruma se expandió. Zayn se quito su propia ropa, sin prisa y se dejó al desnudo frente al chico. Se lamió los labios y su pene se alzó con orgullo, su garra índice se dedicó a jugar con el borde de los calzoncillos del castaño, rozando y dándole toques eléctricos.

Zona de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora