Treinta y Nueve

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Unos cuantos alfas de Zayn preparaban el auto para él y Adam, emprendería viaje antes de las seis. El sol aun no salia por completo del bosque y el viento estaba más fresco, Zayn no sabia cuando terminara la batalla, Jack tenía unos cuantos años más por lo que era más fuerte y junto con Adam, seria bastante ostentoso.

Zayn dejo una pequeña maleta en la cajuela, vio a su omega salir de casa con rastro de sueño, debió haberse levantado con el alboroto. Tan rápido como pudo, se acercó y lo atrapó en sus brazos, aspirado el suave aroma del castaño.

-¿Tienes que irte ahora?- Liam se acurrucó en su pecho, dejado su fragancia. Zayn agradecía en silencio, el aroma de su omega lo tendría relajado.

-Si, serán cuatro horas de viaje, tal vez cinco. Las montañas están retirados de aquí- le envolvió las caderas hinchadas, presionandolo contra su cuerpo, de esa manera su lobo interior podía sentir los latidos de sus cachorros.

Liam debió sentirlo también porque soltó un rico ronroneo y si no estuvieran en tal situación, probablemente Zayn estaría duro.

Lobo cachondo.

-Vas a regresar ¿Verdad?- El alfa lo estrecho duro, mientras Liam sollozo.

-Lo haré cariño, tengo a un omega que amar y unos cachorros que cuidar- sus ásperas manos acunaron las mejillas del castaño, limpiando las lágrimas. -Si regreso dejare que me pateés el trasero.

Liam sonrió tristemente, al que iba a patear el trasero sería al destino. No había visto un lazamiento tan difícil como el suyo, ni malos corazones de su propia raza.

-Regresa a casa Zee, te estaremos esperando- el pequeño lobo se aferró al moreno, clavando sus dedos en la espalda ancha. -Te amo

El corazón del alfa se estrujo, le dolía alejarse de su omega por protegerlo, ni siquiera su propio lobo estaba seguro de regresar, pero tenía que hacerlo. Había esperado por mucho a Liam y tuvo el gran error de cometer en rechazarlo, lo distancio y por culpa de ello cayó en las manos de la peor persona. Hizo sufrir demasiado al chico, no lo haría pasar por el mismo dolor.

Se encargó de besarlo en todo el rostro, le mordió los labios tan tosco que por poco le rompe el labio inferior, solo para tener la sensación de la carne en su mente. Enterró sus colmillos en la marca y gimió al sentir la sangre en su lengua, los lazos se removieron asegurando la conexión de ambos, haciendo que sus animales aullaran y que sus corazones bombeara rápido. Se aseguró de curar la mordida antes de besarle los labios y subir al auto.

-Yo también te amo- le confesó desde la ventanilla, por primera vez se le miraba triste por dejarlo.

El auto se alejó y Liam solo agito su mano, despidiéndose de su lobo.

[...]

Adam conducía el auto, había un silencio cómodo, no había un tema en específico de cuál hablar. Adam dejo al lobo pensar en su pequeño compañero, podía comprender la desesperación por alejarse, él también dejo al cachorro con Rose. Del poco tiempo que lo tuvo bajo su cuidado, agradecía la ayuda de la omega, cuidaría de los niños y ella. Su mejor amigo debía descansar en paz sin preocuparse por su compañera.

En la cabeza de Zayn rondaba el castaño y sus cachorros, no creía que pronto tendría hijos. Antes de que los padres de Liam murieran, el tenía un cierto cariño por el omega, ese niño tan risueño y chiflado que robaba su propio espacio. Liam le seguía a todos lados y él le encantaba cargar al cachorro en sus brazos.

Tan solo tenía quince años cuando el pequeño cayó sobre él y accidentalmente chocaran sus labios, recuerda que la cabeza le exploto y juro no acercase al niño, el alfa lo mataría si se enteraba. Pero el aroma de Liam tuvo un efecto diferente, su lobo se alboroto y el no entendía, siempre había olfateado los frutos rojos y canela, luego entendió.

Zona de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora