Veinticuatro

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Liam prefería haber obedecido al alfa en quedarse en la habitación aquel día en que Jack interrumpió en sus territorios. Nunca se habría enterado sobre la verdad, tal vez él dolor de la soledad que sentía esos días eran como suaves caricias al dolor que sentía ahora; no estaría escondido en la fría habitación, que se le llamaba privacidad.

Más bien, se ocultaba de la humillación de todo mundo.

Su omega estaba decaído y no quería la lastima de la manada, ver la preocupación en sus miradas y lo traten de ayudar como si fuera un niño perdido. Ahora, Liam estaba solo. ¿A quién le iba importar si seguía vivo? Nadie parecía compadecerse de su dolor y lo miraban como un objeto al que pueden jugar y mentirle.

Cada minuto parecía que las paredes sólidas de la habitación se acercaban más él, asfixiando su cuerpo en una densa neblina de sentimientos rotos. Su aroma ya no era el dulce de los frutos rojos, ni el toque rebelde de canela. Se había convertido en tristeza y rabia de si mismo por ser tan iluso.

¿Qué tan difícil era encontrar alguien sin que le mintiera?

No lo sabía, no tenía intención de buscar la respuesta y mejor seguiría hundido en la pena.

Liam podía respirar el aire limpió cuando abría el ventanal por las noches. Era lo único que le acariciaba el cuerpo sin mentiras, sin juegos. Le envolvía el cuerpo y a pesar de que el viento fuera frío, él se sentía cálido.

La noche había caído unas horas atrás, el omega se había tumbado en el suelo frente a su ventana, después de que su cuerpo se sintiera bochornoso y no tenía planeado en moverse de allí. Sus ojos sin brillo contemplaban las constelaciones y suspiraba cuando una ola de viento se ingresaba al interior de la oscuridad.

El mismo se daba caricias en su estómago desnudó, había deslizado su playera de pijama hacia arriba. Mientras con su otra mano se enredaba los cabellos castaños en los dedos. Generalmente lloraba sin parar y gemía cuando su lobo se retorcía en su interior; hace un par de noches que se sentía más tranquilo, ronroneaba con cada roce que las sabanas de la cama hacia en su cuerpo.

Liam por fin se levanto del suelo después de haberse aprendido las estrellas en el cielo. Su estómago rugió e hizo una mueca al ver la bandeja con el almuerzo de la tarde.

Decidió en salir a la cocina, sin siquiera ponerse unos pantalones de pijama o sandalias. No le importa que el suelo este frío y vaya solo con la prenda superior. Es madrugada, no hay nadie que pueda estar deambulando por los pasillos.

Baja las escaleras sin hacer el mayor ruido, su cabello rebota en su frente y hace una nota mental en cortarselo, ah crecido bastante que le cubre los oídos. El aroma que desprende su cuerpo corre por todo el camino que hace, ya no es tristeza lo que se puede olfatear. Su fragancia cambia, vuelve hacer el mismo pero más fuerte, el toque de acido de naranja se combina.

Huele demasiado bien.

El alfa de la manada sigue en su oficina, debatiendose con el vaso de cristal en su mano. El liquido amarillo dentro de la misma está en espera y sus labios tiemblan cuando gira el vaso entre sus dedos.

Con frustración se bebe el whisky, el ardor baja por su garganta y tuerce las comisuras de los labios. Se pone de pie de la silla de cuero negro y se acerca al bar, su cuerpo pulsa al pasar por la puerta. Su alfa gruñe y de repente el vaso cae al suelo, da otra respiración profunda y la extraña fragancia le despierta los instintos.

En una orden sale de la oficina, persiguiendo aquel rico olor que se difumina en el aire. El color de sus ojos desaparece y cambia con deseo, cada paso hace perder la cordura. La curiosidad de saber quien es la persona que aporta tal aroma.

Llega a la cocina donde el sonido del agua se apaga, lo primero que ve al entrar es al pequeño omega en el lavabo, donde esta secando sus manos en un trapo.

No es hasta que gruñe cuando baja la mirada y se da cuenta de lo poco que Liam cubre su cuerpo. Las grandes zancadas que da al acercarse llaman la atención del menor y él se detiene en la isla central que los separa.

El omega se queda quieto bajo la mirada del lobo, el brillo en los ojos de éste le intimidan de un momento a otro. Muerde su labio incómodo, había evitado cualquier encuentro con Zayn por días y no estaba listo para enfrentarlo.

—¿Qué haces despierto a esta hora?— Zayn trata de no gruñir al hablar, es imposible no hacerlo cuando el aroma del omega se introduce más en él.

—Yo, uhm— Liam dirige la mirada hacia todos lados, torpemente buscando una respuesta. —Vine a cenar algo... —.

—¿Hasta cuando huiras de mi?—Liam sintio su cuerpo tensarse ante la pregunta.

—Yo-o no estoy huyendo de ti.—Susurro avergonzado, Zayn respiro profundamente, su alfa estaba totalmente alborotado ante el aroma que liberaba el Omega.

Zayn se acerco lentamente al chico y Liam sintió su corazón latir acelerado y su rostro arder. Sintió vergüenza cuando Zayn saco un plato del microondas.

—Ven, siéntate​ a comer.—Liam sonrojado asintió y se sentó en uno de los taburetes de la isla de la cocina, Zayn dejo el plato delante de él y le dejo un tenedor a su lado.

—¿Piensas quedarte?—Susurro el Omega al ver como Zayn arrastraba un taburete y se sentaba frente a él.

—Claro, voy a asegurarme que comas hasta la última migaja.—Le dijo mientras lo miraba fijamente, Liam asintió nuevamente.—Y de paso tendremos una pequeña charla tu y yo.—Liam sintió como su garganta se cerraba. Estaba nervioso.

Miro los ahora oscuros ojos del lobo y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—No-o tenemos de que hablar, Zayn.—Susurro mientras tomaba con el tenedor parte de la comida. Zayn rio irónicamente.

—Tenemos bastante de lo que hablar, pequeño omega.—Le dijo con su voz más ronca de lo normal, Liam soltó un leve lloriqueo al sentir a su Omega arañar su interior, exigiéndole que fuera donde el alfa.

Sin responder al alfa el Omega comenzó a comer lentamente.

Trataría de evitar al máximo la charla.

¿Que les va gustando la historia?

Hxrry & Jaz

Zona de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora