Cuatro

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En la casa reinaba una armoniosa paz, todo estaba en silencio y las mayoría de las luces estaban apagadas, la única luz encendida a esas horas de la madrugada, era la de la oficina del alfa. Quien se encontraba dando las últimas órdenes de la noche.

—Antes de irte, asegúrate que nadie este deambulando por ahí, no quiero saber que los chicos escaparon de nuevo— Zayn mantenía los ojos cerrados, pellizcando ligeramente el puente de su nariz. Su cuerpo pedía a gritos dormir un par de horas.

El beta asintió sin expresión alguna, un poco más relajado, ya que el lobo no estaba de tan mal humor como al llegar a casa.

—Mañana puedes descansar. Haz lo que te pedí y vuelve a casa— dijo Zayn agitando su mano, restándole importancia al hombre. Pidiéndole que se retirara

El cuerpo del beta se tenso cuando finalmente el moreno le miro a los ojos.

—Buenas noches, alfa— fue lo único que su ronca voz soltó y con un corto asentimiento, salió de la oficina.

Por su parte, Zayn se ocupó de ordenar documentos en las carpetas de cuero negro, colocándolas en una columna aún lado. Se aseguró de apagar el monitor de su computadora antes de ponerse de pie, deslizo las grandes cortinas del ventanal, prohibiendo la vista al interior.

Coloco sus manos en su rostro, frotándolo en señal de cansancio.

—Hace un par de horas que debiste ir a la cama, Zee— la dulce voz de Liam, hizo saltar al moreno. Asustándolo por su silenciosa aparición.

—Lo se. Pero he estado tan ocupado con asuntos de la manada, que a veces pierdo la noción del tiempo, lo siento— Zayn mantuvo su mirada sobre el omega, rodeó su escritorio llegando hacia él. —¿Tú qué haces despierto?

—Tuve una pesadilla— dijo Liam, quien con dos tímidos pasos se acercó al alfa y envolvió el cuerpo con sus brazos. —Siempre vuelve, Zee, creí que dejaría de tener miedo pero siempre despierto con el corazón acelerado. Siempre es el mismo sueño.—Zayn lo rodeo, apegando la pequeña figura del omega a su robusto cuerpo.

El lobo beso los cabellos sedosos, brindándole su calor y su calma.

Su cuerpo se sumergió en una atmósfera íntima y de paz, porque tener a Liam bajo su piel y sentir como la fragancia del omega flota por el aire, hace revolcar su estómago de gusto. Su pecho vibra y su lobo puede relajarse al saber que su pequeño omega está seguro.

—¿Podrías dormir conmigo esta noche?— Liam preguntó tímidamente al imponente alfa, al hacerlo su aliento golpeó la piel expuesta del moreno.

—Ya no eres un niño, Li— canturreó Zayn como excusa, sabiendo de anticipación que no mantendrá control con su lobo si tenía al chico en su cama, indefenso ante sus deseos más profundos.

La falta del sueño y su lobo alborotado por conseguir algo más que un simple abrazo por parte del omega, conseguir liberar aquel deseo carnal, son la peor combinación posible y el Alfa lo sabe de antemano.

—No lo soy, por eso te lo pido— Liam frotó ligeramente sus mejillas en el duro pecho del alfa en un acto inconsciente. Dejando su aroma en la playera. —Cuando papá no estaba, tú cuidabas mi sueño. Pero él ya no está—.

—No tengas miedo, voy a estar contigo— Zayn beso su coronilla, cediendo ante la petición del pequeño Omega, lo tomó por la cintura, empujándolo para que salieran de la oficina.

Caminaron en silencio hasta la habitación del alfa, la mano de Zayn nunca se apartó de su lugar. Y esto más que nada era un acto inevitable por parte del alfa. El protegería a su omega siempre, aunque estuvieran en la comodidad y seguridad de la casa.

Zona de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora