Corro con las lágrimas que me estorban la vista, quiero llegar lo más rápido posible a casa.
Sin darme cuenta, un punzante ruido proveniente de un auto me demuestra que casi me atropellan. No digo una sola palabra y continuo corriendo sin que me importe lo mal que hago en no mirar si un automóvil pasa.
Mis padres siempre fueron un asco de personas pero hasta no fue hasta hace poco, que logre darme cuenta de ello. Quieren que sea tan perfecta que duele. Crecí desde muy pequeña con insultos y gritos, un abuso psicológico que me destruyo la vida. A penas cumplí los 16 años, agarre todos mis ahorros de mi trabajo de todo un año y me largué. Conseguí esta casa gracias a mi tía que fue la única que me ayudo, si no fuera por ella, probablemente estaría en la calle.
Cuando por fin llego a mi hogar, me siento con la espalda apoyada en la puerta principal. Miro a mi alrededor y las lágrimas comienzan a salir una tras otra.
Pero ya no sé si lloro por mis padres, por mi vida o porque me odio a mi misma.