Comenzamos a besarnos de manera suave a intensa, sus pulgares acarician mis caderas y mientras sus besos bajan hasta mi clavícula, sin tener idea de que es mi punto débil.
Mete sus manos dentro de mi remera, y en menos de dos segundos, la tira detrás mío. Una pequeña sonrisa se instala en su rostro al ver mis senos en un sostén de encaje negro.
-¿Llevas este tipo de sostén todos los días y recién me entero?-Pregunta con una sonrisa de lado pervertida clavando sus ojos en los míos.
Río brevemente y lo agarro de la nuca acercándolo más a mí:-Ya lo haz descubierto.
-Qué voy a hacer contigo, dios.
Lo mismo re pregunto, Calum. Me vas a volver loca. De hecho, ya me volviste loca.