Noto los nervios reflejados en sus ojos. O el arrepentimiento. No tengo idea ya. Cada vez que siento o pienso que estoy cerca de descifrar a Calum, quién es y cómo piensa, cambia repentinamente sin aviso previo. Es imposible para mi comprenderlo a cierto punto que lo desconozco por completo en varias situaciones.
Un silencio profundo entre nosotros se instala. Nuestras miradas se cruzan sin reparo, es inevitable.
Empieza a hablar y a explicar lo arrepentido que está de todo lo que hizo, pero la verdad es que no lo estoy escuchando para nada, sus palabras no surgen efecto en mí porque no le creo.
De repente, cuando estoy por desviar la mirada, empieza a llorar. Las lágrimas caen como si fuera una lluvia intensa que no para. Mis ojos se abren ampliamente ya que es la primera vez que lo veo llorar y me sorprende este gesto.
Nunca lo vi tan frágil, tan delicado.
Sin olvidar todo lo qué pasó, dejo mi orgullo de lado y lo envuelvo en mis brazos con mucho cariño.
Es lo único que puedo hacer.