Capítulo Tercero: Lefou

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En cuanto termine la carta, me levante del escritorio para guardarla en el cajón junto con las otras como hera ya costumbre. Despues de eso, fui hacia el espejo, y con un listón color vino recogí mi cabello en una coleta y me dispuse a salir al pueblo en busca de un nuevo atuendo para usar en el baile.

Durante el camino, puede notar que varios de los aldeanos ignoraban mi presencia en cuanto intentaba saludarles, cosa que había estado ocurriendo días despues de la pelea del castillo. Al parecer, esta hera su forma de castigarme por darles una paliza al ponerme de lado de los muebl... sirvientes del castillo. Sinceramente no es como si me importara mucho, nunca he sido una persona conocida en el pueblo, o al menos como me gustaría, siempre hera visto como la mano derecha de Gastón o como los pesados de la caverna lo llamaría "El tonto e iluso lacayo de Gastón"

El que digan esas cosas, me hace creer que siempre ha pensado eso de mí, pero que ninguno se atrevía a decirlo en mi cara por miedo a que Gastón los moliera a golpes. Pero ahora que no está el... se toman la libertad de insultarme a su gusto.

Puff. Creo que debería dejar de atormentarme yo mismo con estas cosas, ya bastante tengo con la gente, además esta mañana desperté extrañamente emocionado por el baile, a pesar de no tener pareja con quien ir, por lo que no dejare que nada ni nadie arruine mi ánimo el día de hoy.

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Que rápido hable, pues en cuanto entre a la sastrería me encontré frente a frente con un trió de oficiales de los cuales dos eran los que se encargaban de elaborar esos absurdos comentarios en la caverna. Trate de ignorarle, pero fue imposible y hera mas que obvio que aprovecharían la oportunidad para hacer de las suyas.

- vaya, vaya ¿Pero mira nada más quien tenemos aquí? Al pequeño Lefou– dijo uno de ellos que, mientras se llevaba las manos a la cintura.

- Buenos días Monsieur Eugène- dije fingiendo cotensia -¿Podría por favor dejarme pasar?

- Por supuesto que sí, no queremos que la señorita de Gastón no encuentre un lindo vestido para usar con el esta noche – me contestaron entre risas.

- Efectivamente – sonreí fingidamente – ¿Quizá quieras ayudarme a elegir? Seguramente aquel armario te habrá dado muchos consejos aquella noche.

- Imbécil – Dijo esta vez el hombre de chaleco verde quien alzaba su brazo dispuesto a golpearme en el rostro. Iba a ser doloroso, pero no iba a moverme, así que solo cerré los ojos, me encogí de hombros y espere el impacto.

Pasaron tres segundos y el golpe nunca se manifestó, por lo que abrí los ojos para mirar que hera lo que había sucedido y me encontré con un hombre de chaleco color salmón que sostenía la mano del sujeto. Era el tercero de los oficiales, Stanley, quien hasta el momento solo había estado en silencio observando lo que sucedía. El hera era único de los tres que nunca me había insultado y en pocas palabras tampoco nunca antes me había dirigido la palabra. Por lo que se me hacía bastante extraño que esta vez intentara defenderme de las burlas de sus compañeros.

- Basta Geron, creo que esta vez te estás pasando – dijo Stanley mientras apartaba con rudeza a su compañero interponiéndose entre él y yo.

- ¿Pasarme yo? ¡Acaso no has escuchado como me ha insultado! –, exclamo entre gritos Geron – merece más que un simple golpe por eso.

- Claro que lo he escuchado, al igual que todas los rumores que corren sobre ti y madame Dorine – sonrío burlonamente – Imagina lo que pasaría si tu esposa se enterara de todo lo que cuentas ebrio, me parece que no estará muy contenta Geron.

- ¡Stanley! ¡Eras un maldito bocón! me las pagaras.

- Estaré esperándote.

Y diciendo esto ambos sujetos salieron furiosos empujándonos a Stanley y a mí.

Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora