Capítulo Octogésimo Quinto: No muy lejos del presente (pt 2) Lefou

70 12 4
                                    

***** No muy lejos del presente (pt 2): Mi niño *****

Tres golpes contra a la fuerte puerta fueron suficientes como para que incluso la tormenta guardara silencio en esperara de una respuesta proveniente del interior. ¡Qué irónica es la vida! Pensó Lefou tras este acto, puesto que todo el camino había estado deseando que la lluvia le diera un solo minuto de silencio para poder poner en claro sus pensamientos y ahora que quería lo contrarío, para distraerse cuando menos un poco de lo que estaba por venir, los truenos y gotas de agua dejaron de caer de golpe inundando el lugar de un horrendo silencio que no hacía más que aumentaran el nerviosísimo que desde hace unas horas hacía temblar sus rodillas. Hera como si hasta el mismo mundo estuviera en su contra.

Sin importar que ahora el sol se alzara por lo alto de las colinas a Lefou el cielo seguía pareciéndole igual de gris como el día que dejo Villeneuve, e incluso parecía empeorar conforme una serie de pasos se acercaban presurosos a la entrada, anunciando así el inevitable destino que aguardaba detrás de aquella puerta de madera. Ya no podía salir huyendo, hera mur tarde, así que tras escuchar como alguien se posaba delante de él al otro lado cerró los ojos con fuerza y apretó los puños en espera de que Monsieur Girord apareciera. Sin embargo, cuando las puertas se abrieron de par, el tan esperado hombre no hera quien aguardaba detrás de esta, sino más bien un simple mayordomo, que bien vestido con un traje azul y dorado, no hacía más que mirar con curiosidad al muchacho que tenia frente a él.

No paso mucho tiempo para que Lefou se diera cuenta que quien estaba delante suyo no hera Monsieur Girord, ya que de haber sido así seguramente el estaría tirado sobre la piedra mojada derribado por la potencia de su arrogante voz, mas por el contrario se encontraba intacto frente a frente con un total desconocido que con solo su presencia fue capaz de hacer entender lo mucho que cambio su hogar, y no solo en su fachada como creí, puesto que en el pasado su padre jamás hubiera permitido que otro hombre que no fuera un Sellier atendiera a la puerta, ya que según él recibir de cara a tus visitantes da una buena imagen de ti, algo muy importante para el mejor comerciante en vinos de Garona. Pero por otro lado se sentía aliviado debido a que sería más fácil para el explicar el porqué de su visita a aquel mayordomo, o al menos eso pensó al inicio, ya que al anunciar el motivo de su visita su voz comenzó a flaquear en el punto más importante del mensaje y termino por ganarse que aquel hombre lo hera del lugar. Sin embargo no había llegado tan lejos para que al primer fracaso diera la vuelta y volviera a casa, no, él quería cumplir su promesa, así que acomodándose el sombrero empapado y sin preocuparse por su orgullo herido volvió a llamar a la puerta con mas y mas fuerza en cada golpe hasta que el mayordomo se digno a abrirla nuevamente.

Esta vez estaba decidido a decirle todo y no dudo ni un segundo en hacerlo al mínimo acto de que la puerta se abriera, mas si hubiera esperado un poco más se hubiera dado cuenta que el único motivo para que esto sucediera fuese dejar pasar a un montonal de hombres cargando cajas llenas de botellas, seguramente provenientes de la bodega, con destino a una carreta que está justo detrás de la suya, y una vez salieran todos volver a cerrar la puerta en sus narices.

Lefou se tendía como un real tonto ante este hecho pero aun no estaba dispuesto a rendirse, así que recordando la entrada trasera de su casa se apresuro a buscarla para poder ingresar. Fue un poco complicada hallarla, ya que alguien había intentado bloquearla poniendo un montón de sacos llenos de piel de ciruela frente a ella, pero lo hicieron tan mal que fue fácil moverlos y en menos de lo que canta un gallo el ya estaba dentro. Quien lo diría, hace pocos minutos estaba muriendo de miedo por confrontar a Monsieur Girord y ahora se estaba escabullendo de un montón de sirvientes dentro de su hogar en busca de su oficina, hasta el mismo se sentía sorprendido, solo que hubiera deseado ser un poco más discreto ya que al subir al segundo piso fácilmente fue descubierto por el mismo mayordomo que lo recibió en la entrada. ¡Estúpido piso recién lustrado! ¡Estúpidos zapatos mojados! Se decía mentalmente como castigo por resbalar a pocos metros de la oficina mientras hera escoltado por la fuerza escaleras abajo.

Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora