Capítulo Sexagésimo Octavo: Lefou

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No supe en qué momento paso pero cuando me di cuenta Stanley estaba sobre mí rodeándome con ambos brazos, nada más sentirlo tan cerca me había provocado en el estomago una extraña sensación de cosquilleo que se extendía por todo mi cuerpo a la vez que mi corazón comenzaba a latir tan fuerte que incluso llegue a pensar que se saldría corriendo en cualquier momento. En alguna otra ocasión hubiese creído que todo aquello era el resultado obtenido tras escuchar las bellas palabras que casi me había susurrado al oído, sin embargo todas esas sensaciones no eran más que el producto del recuerdo de hace una noche en el cual había estado así de cerca de Stanley únicamente para besarlo. No pude evitar ruborizarme nada mas visualizar aquella situación en mi cabeza mientras comenzaba a plantearme a mí mismo que tal vez debía alejarme cuanto antes de él si es que no quería que preguntara el por qué mi respiración comenzaba a agitarse tan de repente, pero por alguna razón no lo hice, mi mente quería alejarse pero mi cuerpo simplemente no se movía, hera como si su encantador olor a lima me tuviese aprisionado contra su pecho. Por un instante dese perderme en aquel aroma eternamente pero a lo lejos comencé a escuchar una serie de pasos que se acercaban presurosos hacia la celda por lo que no tuve de otra que apartarme de él rápidamente. Por un instante pude notar que Stanley se sorprendió ante tal acción pero al darse cuenta que un superior de la guardia entraba para pedirme del modo más amable que pudo fingir que saliera cuanto antes de la celda no tubo de otra que apartarse igualmente. Fue algo triste a decir verdad, ya que sabía que probablemente no podría abrazarle de ese modo en mucho tiempo, pero reglas eran reglas, y seguirlas al pie de la letra beneficiaría el tiempo de estancia de Stanley en la prisión.

Una vez afuera me quede un rato mas charlando con él acerca de que estaría en aquella celda hasta que dictaminaran una sentencia para Lucían, me hubiese gustado más hablar de otro tema pero ese era el único motivo por el cual me habían dejado ingresar hoy, además aquel hombre no dejaba de apresurarme con fuertes gritos por lo que lo último que alcance a decirle es que le vendría a verle cada que me fuera posible. El con una sonrisa acepto, mas cuando me retire y le mire desde lejos pude notar como su rostro se transformaba de nueva cuenta en aquella mirada melancólica que tenía antes de tirarse a llorar en mis brazos. En ese instante me importo en lo más mínimo que el superior estuviese casi echándome a patadas de aquel lugar y no dude ni un segundo en dar media vuelta y poner a correr hacia donde estaba Stanley para darle un gran abrazo aunque fuese entre los barrotes.

- Stanley prométeme que pensaras las cosas con respecto a Lucían – le decía aferrándome fuertemente a él - no soportaría verte encerrado de por vida.

- Lo hare – dijo él dando media vuelta para despeinar mi cabello – No tienes por qué preocuparte.

Durante todo el camino a casa no había dejado de pensar en el estado que se encontraba, me preocupaba que realmente los de la corte de París dejaran en libertad a Lucían y al enterarse de esto él de nueva cuenta se viera consumido por la rabia y cometiera un acto impulsivo el cual podría costarle la vida. Aunque hace unos momentos el mismo me había prometido reconsiderar su venganza algo me decía que no había logrado borrar del todo la idea de su cabeza. Confiaba en sus palabras, pero su mirada lo delataba como siempre, así que si quería mantenerle a salvo de si mismo tendría que encontrar un modo más conveniente de hacerle olvidar todas esas ideas.

"Me pregunto que habrá hecho Lucían para que Stanley le tenga tanto odio."

Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora