Capítulo Quincuagésimo Segundo: Lefou

134 20 7
                                    


"Uno sabe que está enamorado cuando es consciente de la sonrisa estúpida que pone cada que esta alado de esa persona, cuando siente esa necesidad inexplicable de querer estar siempre a su lado y sobre todo cuando únicamente basta con su sonrisa para alegrar completamente nuestro día." Esas fueron las palabras exactas de Vanessa tras mi pregunta sobre cómo podía saber cuando uno está enamorado de alguien. Cuya respuesta no paraba de darme vueltas en la cabeza, incluso en los más privados sueños, ya que ella describía a la perfección todo aquello que me hacía sentir el estar junto Stanley. Pero de igual modo no concordaba con todo lo que sentía al estar junto a Gastón pese a que sigo muy consciente de cuanto lo amaba. O lo amo.

Pudiese deberse a que ambos son personas distintas, mas yo sigo siendo el mismo tanto en el pasado como en el presente. Entonces ¿Por qué no he de de sentirme de la misma forma por ambos, si precisamente el que siente soy yo? Si ante las palabras de Vanessa yo estoy enamorado de Stanley ante las mías no lo estaría, pero si me fiase de ella ¿Qué habría sentido yo por Gastón?

Sea lo que sea ya no importa, cualquier posibilidad de estar a su lado quedo enterrados tres metros bajo tierra junto a él aquella mañana de junio en Garona. Ahora lo que realmente importa es seguir adelante, por más doloroso que sea. Lo mejor será empezar a preocuparme por mi y buscar mi propia razón para ser feliz tal y como dijo Stanley esa mañana tras el baile.

El Baile... justo el día en que lo conocí, y donde recuerdo haberme sentido nuevamente alegre tras esas largas semanas de penuria tras la muerte de Gastón, seguida por aquella noche en el claro tras salir del castillo donde ambos nos detuvimos a mirar aquella hermosa vista. Recuerdo que mirar aquel cielo estrellado me hacía sentir una paz que ya no recordaba, una que creí olvidada en lo más recóndito de Garona.

¡Increíble! En cuestión de meses Stanley me había hecho sentir un mar de emociones que creí no volver a experimentar y todo solo por el...

"¿Lefou eres feliz? Porque me gustaría verte siempre de este modo."

Por el simple hecho de verme feliz.

¿Pero por que una persona desearía la felicidad de otra así de la nada? Yo quería hacer sentir a Gastón feliz en todo momento porque para mí hera una forma de demostrarle, sin importar que, cuanto lo amara. De ser así, Stanley.... Estaría enamorado de mí.

******

De un momento a otro me di cuenta que había despertado, mas mantenía los ojos cerrados esperando volver a quedarme dormido, por desgracia esto no sucedió pero decidí mantenerme en la misma posición debido a que me sentía extremadamente cómodo. Quien diría que la cama de Stanley hera tan cómoda que incluso desearía poder pasar todas las noches aquí... un momento ¿Cama de Stanley?

¡Es verdad que estoy en su casa!

Tras abrir los ojos de golpe trate de incorporarme rápidamente para poder alistarme para la llegada de Lidia, sin embargo al intentarlo algo me lo impidió por lo que caí nuevamente sobre mi almohada. Aquello había sido Stanley quien aparentemente se había quedado dormido sobre mí de una menara bastante extraña. Normalmente no me hubiese molestado quedarme ahí un rato más, pero a juzgar por cómo lucia el día a través de la ventana era evidente que pasaba del medio día. Sumado a esto los ruidos provenientes de abajo me indicaban que Lidia ya estaba en casa, y que por si fuera poco había entrado a la habitación para llevarse a Emily, además de que algo me decía que Stanley lo sabía y no se había molestado en avisarme.

Quería despertarlo en venganza, mas sin importar cuánto tratara no parecía tener resultado, en cambio cada que lo movía parecía aferrarse a mi cada vez más hasta el punto que termine completamente inmóvil frente a él. Resignado a quedarme así durante un largo rato me dedique a explorar con la mirada cada rincón del cuarto que pudiera alcanzar, sin embargo justamente al centro de la pared algo llamo mi completa atención, puesto que sobre un viejo escritorio de madera, se encontraba una infinita colección de dibujos a carbón clavados con tachuelas en la pared alrededor de un gran espejo redondo. ¿Los habrá hecho Stanley? Todos ellos retratos de mujeres hermosas pertenecientes al pueblo, algunas las conocía y otras no, pero en particular llamo mi atención un par de doncellas las cuales eren muy semejantes. La primera, que se encontraba sobre el escritorio, hera apenas un boceto, pero a pesar de ello no tarde en darme cuenta que se trataba que se trataba de Stanley, solo que usando el atuendo que Vanessa le había dado. Supongo que con ello querría atesorar aquel momento de algún modo. La segunda, colocada sin cuidado sobre la misma madera del espejo, fue la que mas intriga me causo, ya que de no mirarle bien hubiese deducido que igualmente era otro dibujo de Stanley, no obstante tenia pequeñas diferencias muy bien marcadas, mas no dejaba de ser sorprendente el modo en que se parecían, los mismo ojos, los mismo labios e incluso casi llevaban el mismo peinado. Creo que si me diesen a mirar los dos anteriores dibujos juntos podría jurar que son madre e...

- hijo– solté sin pensar en un susurro. - ¿Es tu madre?, cierto Stanley.

Pereciera que al decirlo él me estaba escuchando ya que tras esto su rostro cambio instantáneamente a una expresion de tristeza que poco a poco se convirtió en una de molestia la cual sinceramente pareció atemorizante. Ni siquiera la mañana antes de la mascarada parecía tan molesto tan molesto como en ese momento.

Como pude logre zafar ambas manos de debajo de los brazos de Stanley para con ellas tomar su rostro mientras entre susurros le pedía que se calmase. Por lo visto pareció obedecerme, pues casi de inmediato su molesta expresion se transformo en una hermosa sonrisa que fue inevitable que no se me contagiara.

- Perdóname Stanley he sido un egoísta todo este tiempo, preocupándome solo por mis problemas e ignorándote completamente – continúe mientras apartaba su largo cabello castaño de su rostro. – Jamás me imagine que alguien tan alegre como tu se sintiera de tal modo y yo no pudiese estar ahí a tu lado para ayudarte tal y como lo haces conmigo.

Para estepunto yo me sentía al borde de las lágrimas, sin embargo lo único que hice fueaferrarme fuertemente a su pecho con los ojos completamente cerrados dejandoque aquella oscuridad se inundara por sudulce aroma a lima, un olor que de los más finos perfumistas describirían comosuave, ameno y producto de la nostalgia que nos trae alegría. ¿Ese eres tuacaso Stanley? Descuida, al igual que tu, igualmente me esforzare por vertefeliz cada día a partir de hoy. Te lo prometo.

 Te lo prometo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora