Capítulo Octogésimo Séptimo: Lefou

67 11 2
                                    

-¿Por cuánto tiempo he estado dormido? – Pregunte a Stanley mientras medio adormilado me reincorporaba sobre lo que parecía ser un acojinado sillón rojo de terciopelo, el cual no recordaba que estuviera en mi hogar, de hecho, nada de lo que estaba a mi alrededor se parecía a mi hogar...

Un poco asustado comencé a buscar alguna explicación que diera solución al porque me encontraba en un sitio completamente desconocido, pero conforme el tiempo iba avanzando fui capaz de recordar, junto a un punzante y muy molesto dolor de cabeza por cierto, el cómo había llegado hasta ese sitio; Ayer por la mañana salí de Villeneuve con destino a Graves, mas de camino una extraña lluvia salida de la nada obligo a parar al cochero en una taberna que estaba de camino, en la cual ambos decidimos pasar la noche, pero antes de subir a nuestras respectivas habitaciones él se encontró con unos viejos amigos los cuales terminaron invitándonos un par de rondas de cerveza, que a decir verdad creo que fueron más que un par puesto que apenas si recordaba fragmentos de anoche. Sin embargo ninguno que explicara cómo termine durmiendo sobre el sillón de la habitación principal con un montón de hojas de papel encima y tinta chorreada por toda la mesa de junto.

Vaya, nunca creí que el hecho de salir de Villeneuve me afectara tanto, o al menos no hasta el punto de hacerme tan susceptible al alcohol, aunque supongo que esas son cosas de las que uno no se da cuenta hasta que esta recordándolas sobre la mesa y frente a un montón de desconocidos...

- ¡Hay no! – Dije levantándome de golpe sin importar que todos los papeles que tenia sobre mi salieran volando, ya los levantaría despues, ahora solo quería concentrarme en ese fatilico recuerdo en el que anoche estuve desahogándome penosamente ante los amigos de aquel cochero. No, no, no, eso no podía ser posible, nunca antes había perdido tanto el control como para no recordar mi propia conversación, (o sí) o al menos no estando en una situación tan confusa como la de mi viaje, (o sí). Pude haber disco cualquier cosa, pero siendo consciente de lo afligido que me sentía durante todo el camino seguramente se trataba de Gastón o de Stanley, y eso no sería algo bueno.

Por fortuna todos los hombres con los que conviví anoche aún estaban en la taberna y, aunque sonara un tanto cruel de mi parte, me alegraba que estuviesen en peor condición que yo ya que ninguno de ellos recordaba nada de lo que les dije anoche y eso me hizo sentir muchísimo más tranquilo. Pero como siempre dentro de algo bueno tiene que haber algo malo, el cochero que se encargaba de mi traslado igualmente se encontraba en la misma condición que sus amigos, por lo cual tuvimos que quedarnos un rato más en aquella taberna hasta que se sintiera un poco mejor, no quería que hubiese accidentes con tanto ajetreo.

A final de cuentas no hera algo tan malo si lo veía desde el lado positivo, la tabernera se había ofrecido a prepararme el desayuno y darme un habitación en la cual esperar si las cosas se alargaban con la única condición ayudarle en las tareas, sin embargo, viéndolo desde el lado malo, esto solo postergaría mas mi ausencia en Villeneuve, dicho de otro modo, postergaría mi reencuentro con Stanley y esto no hera para nada agradable ya que durante el día comenzaba la falta que me hace tenerlo a mi lado. Y como no sentirla si cada que soltaba alguno de mis malos chistes el estaba ahí para reír, o cada recordaba aquella hermosa gruta me giraba esperando verlo detrás de mi sonriendo listo para escuchar lo que diría. Pero en cambio solo me encontraba frente a frente con la soledad que no hacía más que agravar su ausencia, ese cruel sentimiento que no se lo desearía ni a mis peores enemigos.

Suerte para mí que la tabernera cada que comenzaba a extrañarle aparecía de la nada encomendándome alguna tarea que me ayudaba a distraerme, mas como solía decir mi madre "dos pares de manos siempre terminan más rápido que solo" llego el determinado momento en que ambos acabamos con todas las tareas antes la hora fuerte de venta y no hubo más opción que sentarse en la cocina a descansar mientras disfrutábamos un exquisito plato de sopa de zanahoria.

- Un joven como tú le vendría muy bien al negocio – por fin se dirigió a mí la tabernera, intentando dar inicio a una conversación despues de una tarde completamente silenciosa – Quizá debería contratarte.

- Y quizá yo aceptaría... – Le respondí sonriente sin dejar de soplar hacía mi cuchara para enfriar la sopa que estaba por comer– si solo no hubiera alguien que espera por mí en casa.

- Hablas de ese chico llamado Stanley ¿Verdad? – Si tan solo hubiese mirado su rostro en vez de mi plato de sopa tal vez habría anticipado lo que estaba por decir, pero al no hacerlo cuando escuche tal cuestión casi me atraganto con la cuchara, pues hera como si me hubiese leído la mente, lo cual obviamente no era posible y solo daba paro a que la única explicación fuera que no solo les había contado mis penas a los amigos de mi cochero, si no también a aquella mujer que tenía a mí lado. Trate de disimular un poco mis nervios y rápidamente quise negar lo dicho, pero hera mas que obvio que ella conocía toda nuestra historia y no habría forma de convencerla de que aquello fuera mentira. No obstante, despues de contestara afirmativamente a su pregunta ella no pareció molestarse, en cambio actuó sorprendentemente tranquila, como si se tratase de cualquier muchacho que le cuenta sobre su amada– Tranquilo querido, no tienes de que preocuparte... - continuo hablando ella, mientras dulcemente apoyaba su mano sobre mi hombro en un gesto de su buena fe. – No has dicho tanto anoche como con la reacción que acabas de tener, pero para serte sincera solo quería comprobar mis sospechas, reconozco a un tortolo enamorado a quilómetros cuando habla de su amor sin importar de quien lo esté.

Perfecto Lefou, algún día ser tremendamente indiscreto te costara la vida. Pero ese día no será hoy, así que podría responder sin problemas a todas las preguntas que esa mujer constantemente me lanzaba. ¿Dónde se conocieron? ¿Cómo es el color de sus ojos? ¿Es apuesto? Preguntas que seguramente no la habría hecho antes a sus hijas, si es que las tenia claro, y por eso s ele notaba tan entusiasmada.

- Adorado a los jóvenes enamorados. – Soltó ella en un suspiro dejándose caer sobre mi hombro. – Me recuerdan a mis días de juventud.

- ¿Y... esto no le parece extraño? – pregunte por fin aquella duda que me carcomía el interior desde hace ya rato. – Digo... pues ambos somos dos...

- ¿Chicos? Porque tendría que parecerme extraño, solo es amor, y este lo encuentras en los lugares menos inesperados, como por ejemplo mi querido Messie Norris.– continuo ella mientras se agachaba al suelo a recoger a algo... o mejor dicho a alguien. – El es un gato y te aseguro que lo amo más que a mi propio marido.

Nunca antes en mi vida había escuchado que alguien dijese palabras tan lindas refiriéndose a un relación de dos chicos, por lo general cuando este tipo de temas salían a relucir en una conversación, fuese el lugar que fuese, no escuchaba más que asquerosos e intolerantes comentarios que muchas veces dolían más que mil cuchillos clavándose directamente en el corazón. Por eso es que cuando escuchaba sus halagos llevando sin ningún problema el nombre de Stanley me sentía tan bien que incluso lograba tener la fuerza necesaria para levantarme de la mesa y continuar con mi camino.

- No sabe cuánto valor tienen sus palabras para mí, En verdad se lo agradezco madame... -

- Edrielle – dijo ella mientras se colocaba a mis espaldas y reacomodaba la cinta de mi cabello que llevaba medio suelta desde que desperté. La cinta que me obsequió Stanley. – Ahora retoma tu camino, creo que el cochero ya debe sentirse mejor y además parece que ha dejado de llover.

- Lo hare – Conteste sonriente y tras agradecer toda su amable atención me di la vuelta dispuesto a retirarme, mas lo familiar que me parecía su nombre fue demasiado para mi curiosidad que no tuve más remedio que volver a dirigirle la palabra. – Disculpe madame, antes de que me retire me gustaría saber si antes nos hemos visto.

- Probablemente sí, probablemente no, soy una tabernera que atiende a muchos viajeros– dijo sonriéndome de oreja a oreja como si esperara que preguntara aquello. – Si ya antes has viajado por esta ruta estando enamorado o con el corazón roto probablemente nos habremos encontrado, aunque para serte sincera yo te recuerdo a ti casi tan bien como tú recuerdas aquellas hermosas grutas.

- Pero si yo nunca le... - Shh fue lo último queescuche de esa mujer antes de despertar a mitad del día dentro del carruaje queestaba a pocos metros de llegar a la gran entrada de Graves.

Je ne sai quoi. (Stanley X Lefou) (Gaston X Lefou)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora